Hablamos con Luciana Guerra, artista rosarina, acerca de su obra y el desafío de unir el universo de la pintura analógica y digital en su trabajo.
Muchas de tus obras tienen referencias eruditas, a la historia del arte y la cultura en general que se conjugan con la pintura en su acepción más clásica y con el arte digital. ¿Cómo nacen tus proyectos?
La última serie que estuve haciendo en 2023 surge a partir de un estudio de obras de El Bosco, Brueghel y toda esa escuela flamenca de la cual me interesa muchísimo la simbología que manejan, las cuestiones religiosas y como se replantean en la actualidad. Lo pensé como una manera de apropiarme de obras de artistas reconocidos y deconstruirlas para traerlas al presente. Sobre todo siendo mujer y entendiendo que esas pinturas pertenecen a una época en la que nos estaba negado el arte. Conservo los símbolos pero resignifico y cuestiono de que manera cambió la percepción de la religión en la sociedad hasta ahora.
¿Cómo es tú proceso? ¿Vas de lo digital a la pintura? ¿Trabajas con capas?
Es un proceso súper complejo. Primero hago bocetos de línea, después hago una prueba de color antes de llegar a la instancia de pintura. Me considero pintora digital y analógica pero estoy formada en la vieja escuela por lo que uso muchas texturas. Algunas partes de mis obras están pintadas al óleo y otras están hechas digitalmente en un proceso de capa sobre capa, generalmente más de 100, combinado con una serie de pinceles que emulan la pintura al óleo o acrílica. Lo que me interesa es el encuentro entre la pintura analógica y lo digital, evitando contrastes por que hay mucho arte digital que hace eso y es muy sintetico.
Trabajás la temática del caos, algo que muy presente en tu obra, así como tambien tenes una lógica interna de composición super rica, que me recuerda a la obra de artistas como Wassily Kandinsky, Joan Miró, Eduardo Stupía o Mark Rothko.
En mi trabajo siempre hay influencias y muchos referentes. De hecho estudié con Stupía y colaboré con una muestra que tuvo en la Legislatura porteña el año pasado. Tenemos una linda relación, ya que como docente y persona es maravilloso y uno no deja de aprender cuando esta con el. Esas otras influencias que mencionas tambien aparecen cuando estoy trabajando y de hecho los retomo constantemente.
Hace mucho tiempo que se habla de la pintura como un lugar “agotado” en las artes, como si ya hubiera pasado por todos los lugares que podía pasar. Pero en tu obra hay un montón de matices e imaginarios que permiten que lo analógico y lo digital den lugar a una nueva pintura. ¿Llevás esa "traducción" a un lugar intelectual?
Si, me siento muy identificada con esa búsqueda. Es como decís, constantemente vemos como las cosas se repiten y a veces uno siente que todo está hecho. Entonces si es así hay que buscarle la vuelta y combinarlo para que vuelva a funcionar y generar cosas nuvas. Creo que uno vive en un estado de eterna búsqueda y aprendizaje
¿Qué lugar ocupa la escena rosarina en esta postura de búsqueda de la intersección y el encuentro entre lo clásico y la novedad?¿Hay artistas y profesores que te hayan influenciado?
La escena del arte rosarino es super interesante pero en realidad no influyó tanto en este proceso porque trabajo más en Buenos Aires. Igualmente ahora presento una muestra allá, en Gabelich Contemporáneo, que integra un montón y donde la dueña de la galería, Gabriela, me alentó mucho. Estamos pensando en un proyecto integrador donde se hable del arte digital de manera profunda. En Rosario hay una movida muy linda, de galerías ahora con proyectos pequeños y autogestionados por artistas y gestores. No hay mucho coleccionismo pero hay movida y la gente le pone todo el cuerpo. Pero es una realidad que muchos artistas terminan migrando a Buenos Aires porque lamentablemente la comercialización es importante.
En cuanto a artistas no puedo dejar de mencionar a Daniel García, que siempre me ayuda. Siempre ha sido un artista muy generoso y un groso total, lo queremos mucho.También estoy haciendo clínica de obra con Mauro Guzmán, que es un genio y que tiene una galería bastante conocida acá. El es un gran impulsor que me ayudó a armar este proyecto porque me decía que el arte digital tenía que estar considerado como pintura dentro de una salón como el Manuel Belgrano, donde me presente. Hay todo un tema en cuanto a lo que entiende la gente en cuanto al proceso y las herramientas, que es lo que se entiende por pintura y que es lo que hace que el arte digital quede afuera.
¿Cómo funciona el vínculo entre lo analógico y lo digital?
Es una retroalimentación de un mundo al otro, de hecho desde que empecé a trabajar con arte digital, que no es hace tanto, habré empezado hace cuatro o cinco años, mi obra física cambió muchísimo. En cuanto al dibujo y la pintura, es una retroalimentación permanente que hay de un espacio al otro. Yo lo que quería y lo que quiero en estas últimas obras es eso, que se vea como se retroalimentan los dos mundos, lo digital, lo analógico, como se puede combinar y generar cosas nuevas a partir de distintas técnicas, o distintas herramientas, pero que al final estamos diciendo lo mismo. Porque quien no sabe de color, no importa con que trabaje, la pintura no va a estar buena, o si no sabes manejar los pinceles, no los vas a manejar bien ni digitalmente, ni en tu obra física. Se va a ver la falla.
También sos parte de la residencia Vertical Crypto. ¿Cuál es tu relación con ser mentora? ¿Esos procesos de enseñanza a su vez retroalimentan tu producción?
Si, está buenísimo. Yo renegaba un poco de la enseñanza, pero ahora me estoy divirtiendo un montón. Hace dos años ellos me invitaron a participar y me mostraron cómo era la escena de los NFTs. Me enganché y empecé a trabajar mucho más digitalmente, a linkear mis obras, algo que me funciona muchísimo. Encontré este espacio en el 2021 cuando lo digital era furor y pude empezar a comercializar de otra manera. A raíz de eso participe de una residencia donde te enseñaban como gestionarte como artista dentro del espacio digital, vendiendo crypto arte.
Después me invitaron a formar parte del panel de mentores donde trabajamos en cuestiones estéticas, como curar el trabajo, seleccionar las obras, ver qué se puede mejorar. También vemos como manejarte con coleccionistas, algo parecido a la vida del arte físico pero en el submundo. La diferencia está en que acá tenemos chicos de 18 años y que no saben nada de arte pero que tienen un montón de criptomonedas porque han hecho un buen negocio e invierten en arte, o en lo que les parece que es arte. Hay otros públicos que van incorporándose de alguna manera al mundo del arte, por eso tratamos que haya educación tanto para los artistas como para las personas que compran.
¿Que te queda por explorar dentro de la esfera de lo digital?
Un montón de cosas. Ahora estoy trabajando en esculturas o pinturas de realidad virtual. Me falta todavía estudiar y trabajar pero es algo que quiero incorporar porque me interesa el arte inmersivo. El arte 3D puede ser mucho más inmersivo y la realidad virtual te da esa posibilidad, de explorar de otra manera, de recorrerla, de crear galerías virtuales. Soy muy fan de Fabián Marcaccio, no se si lo conoces, es rosarino y hace muchos años empezó con ensamblajes y creó sus propias máquinas de impresión 3D. Si bien una cosa es que se pueda imprimir, me parece que la pantalla o la impresión me queda corta para lo que quiero contar. Ahora estoy trabajando con eso, con realidad virtual y buscando la manera de poner algunas obras. Ya lo estoy haciendo y va a estar en la muestra de este año. Estoy trabajando pequeñas cosas para aumentar la experiencia. Quiero ver cual es la reacción, que es lo que pasa en el otro, me interesa también que la gente lo pueda disfrutar y que se apasione como me pasa a mi con todos estos mundos.
La obra digital también permite un mayor control, independencia y autogestión en cuanto a las ventas ¿Cómo te llevás con ese aspecto de lo digital?
En este momento me estoy sosteniendo 80% de lo que genero en digital. Me gustaría vender más mis obras físicas o las dos cosas que estén más parejas, pero es la realidad que está sucediendo. Se que en algún momento va a llegar a la Argentina. Hay una galería que se llama Aura, que hace muy lindas muestras y que tienen un marketplace de NFTs y también está la galería de Aldo de Sousa que hicieron un proyecto que se llama Artbag, que incluso llevó una obra de Edgardo Gimenez a arteba.
¿Conocés el proyecto itinerante de Bright Moments?
Si, yo estuve. Hacen arte generativo y llevaron un grupo de artistas que fueron los primeros, que se llama Crypto Art, que es un colectivo de artistas, creo que la mayoría de Buenos Aires. Estuvo muy bueno, creo que es un mundo que va a ir creciendo. Hay que creer que en algún momento las galerías se van a dar cuenta de lo importante que es incorporar lo digital, como una manera de legitimizar.