Una reseña con anécdota de la versión del clásico musical de Broadway, producida por Ángel Mahler, dirigida por Arturo Puig, y con un elenco encabezado por Lucía Galán (hasta el 15 de marzo) y Antonio Grimau.
No soy fan de los musicales. Es de hecho algo más bien extraño porque todos sus componentes por separado me parecen geniales, empezando con que ir al teatro es siempre el mejor plan. Si a esto le sumamos música en vivo, baile, un elencazo y las múltiples oportunidades que presenta una superproducción de calle Corrientes, ¿que podría salir mal?
Así que estuve indagando y cuestionando en el porqué de mi negativa y si bien no arribé a una respuesta certera, lo cierto es que desde hace algunos meses decidí reeducarme y en consecuencia comencé a desprejuciarme. Así que me preparé para asistir a una experiencia cuando menos distinta y de la mano de un sueño ajeno hecho realidad, me adentré en el mundo de Hello, Dolly!, el musical de Broadway que ilumina los fines de semana al teatro Ópera y que no sólo cuenta con un elenco de primerísimas figuras sino que además tiene una orquesta en vivo con el sello musical y la producción de Ángel Mahler.
La acción transcurre entre Yonkers y Nueva York, en una época bien distinta a la nuestra. La historia es simple y tradicional pero no por eso menos efectiva. Dolly (Lucía Galán) es una casamentera viuda que se las rebusca como puede en un mundo colorido pero triste y en donde todo es más difícil para las mujeres.
En este universo masculino, Dolly se vale de su astucia para lograr su cometido, que no es ni más ni menos que cazar a Horacio Vandergelder, un tendero avaro que vive para su negocio y no disfruta de la vida. Así que el trabajo de Dolly será doble, enamorarlo y mostrarles las bondades del buen vivir. Antonio Grimau es quien interpreta a Vandergelder y es realmente para celebrar que un actor “clásico” se arriesgue a salir de su zona de confort para atreverse a un musical en el cual, además, se lo ve muy cómodo y resuelto.
En el devenir de esta historia, los múltiples argumentos irán transformando a esta comedia blanca, en una comedia de enredos, en donde lentamente todos demostrarán que están buscando lo mismo: la felicidad que viene de la mano del amor.
Seducidos por las luces de la gran ciudad es que los jóvenes empleados de Vandergelder, Barnaby Tucker (Darío Lopilato) y Cornelio Hackl (Agustín Sullivan), deciden abandonar la tienda en busca de aventuras. Es que ante los ojos de estos jóvenes, nada es más aburrido que la proveeduría en donde pasan más tiempo del que quisieran. Este dueto cómico tiene sus matices, de la mano de Lopilato nos reímos de un joven torpe y arrebatado y a través de Sullivan nos topamos con un joven idealista y romántico que manifiesta la energía y la convicción de lo nuevo.
Una vez arribados a Nueva York, conocerán a Minnie Fay (una Laura Azcurra irreconocible) y a Irene Molloy (Ángeles Díaz Colodrero, que se acopla al gran nivel actoral de la obra, teniendo además una voz privilegiada).
El elenco se completa con un ensamble de veinte bailarines y cantantes que enriquecen todos los cuadros y es que, bajo la dirección de Arturo Puig, todo se amalgama. En el saludo final, Lucía Galán se lleva todos los aplausos, y no es para menos. Lo obvio es que tiene una voz increíble; lo no tan obvio, es que nos saca varias carcajadas durante la obra.
La superproducción de Hello, Dolly! se ve en el despliegue del elenco, en el vestuario que cambia de escena en escena, en la escenografía de ensueño. Y no lo digo a la ligera, cada decorado podría ser suficiente para cualquier obra de teatro.
Al comienzo de esta reseña dije que llegué a la obra de mano de un sueño ajeno hecho realidad. Cristian Cosentino, amante del musical que me crucé en el último tiempo, fue parte de los entretelones de Hello, Dolly! Su nombre figura en el programa bajo el título de “Productor asociado” y fueron sus ganas de participar de la fantasía lo que lo trajo hasta acá.
Vayamos para atrás en el tiempo: Cristian, de unos trece años, asiste a todos los musicales que puede, junta dinero de cumpleaños y regalos para verlos y esperar a la salida del teatro a las estrellas que lo habían encandilado. En una de esas tantas esperas Ángel Mahler reparó en él, en esa cara que ya había visto tantas veces y desde ese momento forjaron un vínculo que se consolidó en 2019 cuando, casi 20 años después del encuentro, Cristian fue invitado a ser parte de este proyecto, asociándose a la producción. Si bien su carrera en el musical arrancó como actor y cantante, la vida lo llevó a ubicarse detrás de escena. En sus propias palabras ser parte del engranaje de la obra es hermoso y no por estar “del otro lado” pierde la magia y el encanto que lo unen al teatro musical, su mayor pasión. Y es que la construcción del teatro es colectiva, necesita de aliados y colaboradores.
Un sueño es también lo que propone este cuento sobre un mundo en donde el bien prevalece y los finales felices son posibles. Una fantasía musical que muestra que hasta lo más feo es bello y que los malestares se arreglan cantando. En donde la amistad y el amor prevalecen. Hello, Dolly! Dice que todo es posible y te instala en el cuerpo una sensación satisfactoria que te acompaña hasta tu casa.
* A partir del 15 de marzo, por compromisos previos, Lucía Galán abandonará la piel de Dolly que será habitada por Karina K, prestigiosa actriz con gran carrera en el ámbito musical. Además de conocer a otra Dolly, tendremos una excelente excusa para volver a verla.