El reconocido documentalista estrenó Todo el año es Navidad, una película en la que, mientras busca a Papá Noel, deconstruye el mito de la Navidad. En este reportaje, le pedimos que deconstruya su séptimo documental.
La obra documental de Néstor Frenkel se destaca en el contexto argentino por ir contra la mayoría, sin que ese sea su objetivo. En un panorama marcado con fuerte presencia de producciones de tono autoreferencial o autobiográfico (por ejemplo, el caso de Andrés Di Tella); Frenkel se aleja para mirar / registrar algo que existe en la realidad.
Poco afecto a las documentales en primera persona, Frenkel le devuelve al documental su poder original: el de descubrir el mundo. Desde su debut en 2004 cuando dio a conocer a Los Reynols en Buscando a Reynols -- la famosa banda de rock experimental / conceptual formada por el baterista Miguel Tomasín, con síndrome de Down, los hermanos Roberto y Patricio Conlazo y Alan Courtis, -- Frenkel ha perseverado en su tarea de descubrir y mostrar personajes maravillosos que merecen ser registrados.
Su séptimo documental, Todo el año es Navidad, explora las contradicciones de la Navidad a partir del retrato de diez actores que durante el mes de diciembre trabajan personificando al adorable y comercial Papá Noel. Curiosamente el film no solo toma su nombre de la película clásica de Román Viñoly Barreto de 1960 sino que también incorpora fragmentos de archivo construyendo puentes simbólicos de distinto tipo.
La película de Frenkel expone, entre otros, a un militante de izquierda, obrero jubilado, que se disfraza de Papá Noel para los chicos del comedor en el que colabora. A otro, Profesor Nacional de Cerámica, que además de ser Papá Noel en diciembre, fabrica pequeños Papá Noel de cerámica con motivos argentinos (con mate o empanadas) y luego vende en su propio puesto. Hay un Papá Noel oficial de un club de fútbol; otro especialista en encarnar personajes medievales; uno instructor de métodos de defensa personal y otro muy profesional que sale en comerciales, tiene varios vestuarios, y una estricta rutina para encarnar a un Papá Noel irreprochable.
Frenkel de-construye el mito y la magia de la Navidad en su documental; mientras que este reportaje, intenta escarbar y de- construir la magia de Todo el año es Navidad de Néstor Frenkel.
¿Cómo fue que te llegó esta historia y por qué lado te tocó?
El tema me llegó de casualidad, como pasa casi siempre y fue un mail de alguien que no se dirigía a mí. Era un mail general a una lista de direcciones, de una persona que buscaba trabajo de Papá Noel. Tenía un argumento de venta para mostrarse y posicionarse apto para este trabajo. El decía que era el verdadero Papá Noel. Entonces, me reí. Lo borré. No creí necesitar ningún Papá Noel pero al rato me volvió. Me generó un pensamiento que era: cómo de repente, algo tan concreto, tan a tierra, como la búsqueda de trabajo puede estar tan mezclada, tan pegada, a una apelación a la fantasía, a la magia. Y la idea siguiente fue que la Navidad era eso. Una gran maquinaria de la sociedad capitalista que se pone en juego para que empresarios de la industria del juguete y otras industrias, mejoren sus ventas; mientras que a la vez genera trabajo para constructores de escenografías - como se puede ver en la película – y para estos seres que encarnan a Papá Noel.
¿Cómo seleccionaste los personajes? ¿Existió un casting?
Después de este primer pensamiento y cuando decidí que podía haber una película, empecé a investigar sobre el mito de Papá Noel. De San Nicolás y su evolución a lo largo del tiempo, de sus mutaciones. Fue un trabajo que me alimentó pero no quedó. En paralelo, empecé a hacer la pesquisa de los posibles personajes: busqué notas periodísticas, tomé algunos nombres, comencé a bucear en sus redes sociales… y así llegué a algunos que ya me interesaban y los quise contactar. Al mismo tiempo, hice un casting abierto. De los postulantes que se presentaron vía mail, elegimos 25 para el casting. Esa jornada se ve en la película tal cual. Ellos sabían que venían a un casting filmado. Quería por un lado registrar ese primer encuentro con buena calidad. Con esos tres elementos: la persona que se ubica frente de la cámara, yo detrás y la cámara pasa algo o no pasa nada. Con los que pasó algo, o tenían alguna historia que me interesaba contar, que me revelaba alguna arista donde esa persona se confundía de alguna manera con el personaje, profundicé. De ese proceso quedaron estos diez.
Hay una de-construcción o incluso una destrucción del mito de Papá Noel, pero a la vez, se construye algo superior, místico, que cruza a los personajes...
Los seleccionados tenían esos elementos. Casi como efectos colaterales del hecho de haber atravesado esa experiencia, la de encarnar a ese personaje mítico y milenario, y ser mirados por un público que no es consciente que está frente a un actor, esos niños que creen en él, en sus poderes. Yo buscaba que tuvieran algo. Y algunos tenían claramente el efecto colateral de haber pasado por esa experiencia, como la sensación de entrar en un trance místico, y en un punto creer en algo que tiene que ver con una dimensión mágica. Están a un paso de Dios y a un paso de ser promotores de Shopping.
¿Por qué la inclusión de imágenes de la película de Viñoly Barreto y darle el mismo nombre al documental?
Me interesó entrar a una dimensión del cine. Papá Noel argentino en el cine. Y también porque tenía elementos espejados con la película: ficción- documental; blanco y negro- color, y en lo argumental, la de 1960 cuenta la historia del Papá Noel verdadero que baja a la Tierra y se hace pasar por un ser común y corriente. En mi caso, retrato seres comunes y corrientes -si es que existe alguno de nosotros que pueda llamarse así - que se hacen pasar por este personaje mítico.
No es un recurso habitual en tus películas la voz en off. ¿Por qué utilizaste la “voz de Nicolás” en la introducción?
No lo uso mucho, pero tampoco lo desecho. En Amateur hay un largo prólogo de voz en off; Los ganadores tienen una especie de falsa primera persona, la de un director - investigador; y ahora este pequeño prólogo. En los tres casos la voz la hizo Federico Figueroa, un amigo actor y cantante muy bueno. Me pareció interesante como una puerta de entrada.
Te has formado realizando y trabajando en el medio. Este es tu séptimo documental. En retrospectiva, ¿cuáles son tus mayores aprendizajes con respecto al género?
En el camino fui aprendiendo, a esperar, a callarme a escuchar. Fueron los mayores aprendizajes. A mirar y registrar y entender en qué momento se puede intervenir o es conveniente intervenir. El mayor aprendizaje es entender que cuando uno hace un documental sobre seres humanos, que es lo que yo hago, retratos humanos siempre, está jugando de visitante, en el terreno del otro, a los juegos que propone el otro. Mientras el otro más se sienta a sus anchas y pueda expresarse es más beneficioso. El material va a ser más rico y va a estar más vivo. De local se juega en la etapa de montaje.
BONUS. Vida en Marte fue tu única ficción. En una entrevista decías que no te habías sentido muy cómodo, que eras algo fóbico, y te sentías mejor trabajando con equipos pequeños. ¿Pensás en volver a dirigir ficción?
La verdad que no lo tengo como plan ni como deseo. Tampoco totalmente negado, pero la verdad que los grupos de trabajo numerosos, los presupuestos abultados y las presiones y las neurosis combinadas me dan un poco de fobia. Quizá si encuentro un sistema de trabajo que me permita estar cómodo, en algún momento lo vuelva a hacer.