Vivienne Westwood estaba destinada a tener una vida clásica, como la de cualquier familia de clase trabajadora inglesa durante los años 60. Si bien estudió moda, apenas terminó la universidad decidió convertirse en maestra, casarse y formar una familia. A pesar de que la buena Vivienne hizo todo como debía, quizás por inercia o por la aparente falta de oportunidades, su vida daría un abrupto giro cuando instalada en una muy efervescente Londres en 1965, conoce a Malcolm McLaren, un excéntrico estudiante que incursionaba en el mundo de la música. Ella tenía 25 años y él apenas 20.
McLaren no era una persona para nada ordinaria que estudiaba arte y deambulaba por la escena underground en busca de nuevos estilos, bandas y artistas, hasta convertirse en el manager de los Sex Pistols, el símbolo punk por excelencia. Ese vínculo la llevaría a entender que podía tener una vida diferente, por lo que Westwood decidió divorciarse de su primer marido Derek Westwood, el manager de un club nocturno de Londres, con quién tenía un pequeño hijo.
El punk y la segunda ola de la contracultura fueron un impacto tan contundente, que ya no habría vuelta atrás para Vivienne. Fue así como retomó su interés por la moda y descubrió que no sólo tenía talento, sino que la juventud, deseosa de novedades, estaba interesaba en lo que ella tenía para ofrecer. Además fue Malcom quien incitó a Vivienne a crear prendas que tuvieran un impacto social y se percibieran como una herramienta de verdadera protesta.
Juntos abrieron una tienda que tuvo varios nombres, pero que pasaría a la historia como SEX a partir de 1974, donde en un comienzo vendían ropa vintage de los años 50 y remeras con "mensajes anti-sistema". Era por supuesto la favorita de los Sex Pistols, así como también los New York Dolls, bandas que empezaban a tocar en shows, aparecer en tapas de discos y medios de comunicación con las creaciones de Vivienne, incluyendo la emblemática remera con la cara de la reina Isabel II con un gran alfiler de gancho en la boca, el símbolo absoluto de los años 70, que la consagraria como la "reina del punk" y la "niña terrible de la moda".
Para esa generación la necesidad de denunciar a los políticos y la sociedad que había promovido la guerra de Vietnam era enorme, ya que aún mantenían el poder. "Estábamos cansados y no íbamos a aceptar sus tabúes. No podíamos soportar el mal manejo del mundo" diría orgullosa.
A medida que pasaban los meses, la impronta de Vivienne se hacía cada vez más potente y la marca se distinguía con fuerza. De SEX salían prendas de cuero con influencia BDSM, pelos altos y maquillajes extremos que horrorizaban a la clase más conservadora, como había pasado con los hippies apenas una década antes. Sus colecciones no eran muy grandes y se agotaban enseguida. La gente quería lo que Westwood y Malcom tenían para ofrecer y su estilo empezaba a ser una tendencia. Y si bien años más tarde ella afirmaría que el punk carecía de ideales sólidos, fue una manifestación antisistema poderosa, que no sólo representaba un momento histórico, sino un estilo de vida que ella defendería en contra de la conformidad.
En la década del 80 a Vivienne le llegaría la fama, el reconocimiento y la independencia por diferentes factores. En primera instancia, antes de que el punk pasara de moda, los discos de Sex Pistols sonaban en todas partes del mundo y esa inolvidable remera se hacía ver en colegios, parques y recitales. Vivienne y Malcom se separaron y ella tomó la decisión de cambiar el nombre de su boutique una vez más y presentar sus primeros desfiles, acercándose al mundo de la moda tradicional. Halagada y requerida por personajes desde Margaret Thatcher hasta Kate Moss y Naomi Campbell, quien se refiere a la diseñadora como una maestra, el ícono "Westwood" era cada vez más sólido. Todos querían trabajar con ella, una demanda que continuó en alta hasta su fallecimiento hace unos pocos días.
Vivienne fue un personaje tan relevante para la cultura inglesa, que irónicamente llegó a ser condecorada con el título de Dama de la orden británica, un honor nada fácil de recibir y que aceptó con mucho gusto, sin dejar de lado sus ideales y la necesidad de luchar por causas cercanas a su corazón, como por ejemplo el cambio climático, una de sus máximas prioridades. Incluso cuenta Glen Matlock, el bajista original de los Pistols, que ya en los años 60 Vivienne practicaba con fervor el veganismo y que si alguna vez comía pollo, se llevaba los huesos a su casa para coser en remeras que luego vendía.
"El sistema capitalista extremo le saca a los pobres para darle a los que más tienen mientras violan al mundo hasta destruirlo y por eso creo que los políticos son criminales" explicó en una entrevista con Naomi Campbell hace unos años.
Del pequeño distrito de Harlow a las pasarelas del mundo, Vivienne fue precursora e iniciadora de tendencias y una adelantada que sintió la urgencia por silenciar al sistema dominante. Una artista, emprendedora y empresaria que deseaba mucho más que lo que el mundo tenía para ofrecerle y no tuvo miedo de salir a buscarlo.