Cinco propuestas (más un bonus) para maratonear en esta cuarentena que ya cumple un mes. Conocé Followers, Bloodride, Lovesick, Plan corazón, Please like me y Everything's gonna be okay.
El formato de 25 minutos (20', 22', 25' e incluso 30’), el típico de la sitcom norteamericana, es uno de los preferidos de quienes gustan de consumir series de forma maratónica y acelerada. Hay muchas producciones exitosas recientes con esas medidas como La casa de las flores, Atypical, Love, The end of the fu***in world, Derry Girls, y otras que, a pesar de lo breve, no tuvieron suerte como Girlboss, que no duró más que una temporada.
La selección que ofrecemos para esta cuarentena evita series muy populares. Elegimos dos estrenadas en 2020 y tres que tienen más de una temporada. No incluimos creaciones estadounidenses - salvo en el bonus, - sino de Noruega, Japón, Australia, Francia y el Reino Unido (Escocia). Además de actualizar los diversos géneros a los que pertenecen, estas producciones nos dan una gran chance de conocer y de recorrer con los personajes ciudades, lugares y paisajes remotos, lo que hoy en día en el contexto de confinamiento que vivimos resulta bastante reparador.
Followers (Japón, 2020)
La serie creada por la fotógrafa Mika Ninagawa muestra a los occidentales que conocieron Tokio, desde los taxis y los hoteles cinco estrellas de Perdidos en Tokio de Sofia Coppola, una ciudad asombrosa y desconocida que podemos tocar y vivir a través de los ojos. Fiel a su estilo fotográfico, la directora emplea aquí colores brillantes y multiplicidad de formas, texturas y superficies. Es Tokio visto por una japonesa que es fotógrafa. A esta imagen se incorpora con naturalidad la estética de las redes sociales (aparecen en pantalla chats de Whatsapp, Instagram, YouTube, etc.) lo que vuelve a Followers aún más ágil y entretenida.
Una prueba inicial de cómo atrapa visualmente se da en el parque con los cerezos en flor, que reúne a las protagonistas por primera vez: una exitosa fotógrafa publicitaria y de moda (personaje que se relaciona con la trayectoria personal de Ninagawa) y una joven que aspira a ser actriz, que por azar termina siendo influencer. Hay más personajes dignos y generosos en un mundo en apariencia frívolo: una cantante pop en decadencia, una empresaria próxima a retirarse, una pintora naif y un youtuber famoso, entre otros.
Bloodride (Noruega, 2020)
Escrita por el creador de Maniac, Kjetil Indregard, y Atle Knudsen, esta serie de terror está compuesta por seis episodios unitarios, dirigidos por Geir Henning Hopland y el mismo Knudsen; que, sin embargo, logran un estilo bastante homogéneo. Los personajes de las historias comparten un ómnibus a ninguna parte en la noche, guiados por un horroroso chófer del averno.
Las situaciones, escenarios y temáticas habituales del género de terror aparecen actualizadas de forma particular aquí: la casa antigua, la escuela, los espíritus, los ritos, la locura, la crueldad y lo demoníaco. Son relatos bastante complejos que logran desarrollarse sin fisuras en muy poco tiempo. Sin dudas cada espectador tendrá su favorito pero entre los más logrados están los episodios Tres hermanos desquiciados y El escritor malvado.
En conjunto, la propuesta propone una interesante vuelta de tuerca al género, un género que habla de aquello a lo que tememos. Como plus, podemos conocer Oslo; al tiempo que nos hacemos preguntas por el supuesto bienestar que siempre suponemos que existe en los países escandinavos.
Plan corazón (Francia 2018- 2019)
Francia no podía faltar. Y París, las callecitas de París, los puentes, los bares, el río. Esta comedia romántica no escapa de ningún estereotipo; los cumple a todos con buen tono, quizás esa sea su mayor fortaleza, junto con París. En desnudar la ciudad, tal como la vive y la camina un grupo de amigos jóvenes.
La trama gira alrededor de Elsa, quien no puede superar la separación con su ex. Ya pasaron dos años y sus amigas, Charlotte y Emilie, deciden intervenir para sacarla del pozo contratando a un prostituto, que se convertirá en el bonito de la maleable Elsa. El motor y el freno de la narración es la mentira (es interesante que también es así en la genial serie francesa Dix pour cent): en la primera temporada, las amigas le mienten a Elsa sobre la identidad del galán. En la segunda, Elsa les oculta a ellas su relación con él. En el medio, hay varios guiños a Buenos Aires, que seguramente son graciosos para los franceses que pueden bromear sobre su ignorancia sobre el mundo más allá de Europa. Lo paradójico de esta serie es que prácticamente ningún personaje es entrañable sino más bien lo contrario, mucho menos la pareja protagonista; sin embargo, en conjunto, forman un grupo encantador.
Lovesick (Escocia, 2014- 2018)
El nombre original de esta serie no es muy marketinero: Scrotal Recall cuenta las andanzas de Dylan, un joven atribulado a quien le diagnostican clamidia (una enfermedad de transmisión sexual) y le recomiendan contacte a sus ex parejas sexuales para advertirles. Así, se desarrolla una comedia romántica que emparenta amistad y amor de más de una manera. Las ex de Dylan abordadas en orden alfabético son el pretexto para un relato que va y viene en el tiempo, y se detiene en nombres de chicas (que titulan los capítulos de las primeras dos temporadas) pero en realidad está contando una sola historia; a lo sumo dos.
A diferencia de Plan Coeur, si bien la pareja principal tampoco convence, son muy atractivos los otros amigos del grupo: Luke y Magnus, tanto por la riqueza de sus personajes como por la energía de los actores que los interpretan. Tres diferencias más con la francesa: si antes caminamos por París, acá vamos a conocer bastante la ciudad escocesa de Glasgow, sus calles, sus parques, sus iglesias, sus vecindarios y sus bares, por supuesto. Después, el sentido del humor es bastante más sombrío. La musicalización (uno de sus logros de la serie, con The Horrors, Bronski beat, Hot chip, Elvis Costello, Metronomy, Agnes Obel, London Grammar, Goldfrapp y Radiohead, entre otros) muchas veces cumple el papel de ironizar y poner distancia sobre las situaciones.
Please like me (2013 – 2016)
A pesar de ser un año más vieja que Lovesick, la premiada serie australiana incorpora de inmediato las redes y los chats, como parte de su narrativa. Es que Josh Thomas, el joven que la escribe, la actúa y la produce, es un prodigio. Se convirtió en 2005, cuando tenía 17 años, en la persona más joven en ganar el Festival Internacional de Comedia de Melbourne, y siendo ya famoso por sus sketches, como Josh, produjo esta serie que se basa en ellos para la cadena pública australiana ABC.
Please like me es la historia de Josh, abandonado por su novia de toda la vida, Claire, quien también le sugiere que es gay. Ese día, Josh conoce a Jeoffrey con quien se termina dando un beso. Si bien la serie es en gran parte sobre el despertar sexual de Josh, es una historia sobre la familia, que no se construye por lazos sanguíneos solamente: necesita de una gran dosis de confianza. Por eso, Claire y Thomas, el amigo de Josh (y co-guionista de la serie), son parte de su familia al igual que sus padres divorciados y su madrastra tailandesa.
La sensibilidad con que se abordan temas conflictivos como el aborto o la depresión, o se introducen animales en la trama (conoceremos Melbourne y un episodio excelente sucede en el Zoo de la ciudad) así como la construcción y de-construcción de Josh frente a cámara son admirables.
BONUS. Everything is gonna be okay (EEUU, 2020)
Lo nuevo de Josh Thomas no llegó aún a Netflix y no es fácil encontrarlo por ahí. Está filmado en los Estados Unidos, casi todo en Los Angeles, salvo un capítulo imperdible que ocurre en Nueva York. Si a simple vista los primeros minutos de Josh siendo Josh parecen una continuación del universo de Please like me, un padre distinto y un perro distinto marcan la diferencia rápidamente.
El personaje de Josh se llama Nicholas, es entomólogo (estudia los insectos), tiene novio y su familia, más que sus padres, son las dos medio hermanas adolescentes – una de ellas autista - de las que debe hacerse cargo ante el destino de su padre. Encontramos la misma lucidez y sensibilidad del Josh de Please like me, pero se nota que un poco (solo un poco, miren el episodio del hotel en México) maduró.