10:41 ISLAS, MIGRANTES Y EMBARCACIONES

Hay pocas instancias en la vida de un viajero que no pierden su encanto, entrar a Venecia es una. Todo fluye correctamente, me pregunto si de verdad estoy en Italia. El vaporetto avanza, el cielo inicia su metamorfosis fatal. Con el viento alcanzándome el rostro empiezo a repasar siluetas de edificios, intento inútilmente ubicarlos en su momento histórico. Estación Arsenale, ya estamos listos para entrar.

Llego como invitado de prensa y presento mis credenciales apenas me bajo de la embarcación a la cual sube a los gritos una turba de turistas ansiosos que se dirigen hacia el Giardini. Mi memoria me recuerda pasos de una Bienal anterior.

Mientras ensayo ese hilo de Ariadna imaginario empiezo a cruzarme con personajes del mundo del arte con sus uniformes monocromos, sus miradas grises despiertas a base de estimulantes varios y esas típicas bolsas de tela con nombres de instituciones artísticas que cuelgan de sus hombros. Hay una expectativa urgente en el aire, pero el sol de Italia la amansa y nos propicia a todos la paciencia para hacer la cola de ingreso.

El título pensado por el curador de esta edición, el brasileño Adriano Pedrosa, es sugerente: ‘Stranieri Ovunque’, Extranjeros En Todas Partes. Pedrosa es el primer latinoamericano en ocupar este rol tan influyente y tiene una responsabilidad representativa muy grande de incluirnos y darle voz a toda una región.

Con el correr de los días la multiplicidad de resonancias es potentísima y necesito tomarme una semana para procesar lo que vi. Entiendo que lo que experimenté tiene incidencias no solo en la coyuntura planetaria sino en mi propia vida. Me siento parte de algo más grande que yo: soy un extranjero, un migrante y estar ahí es parte de una errancia incierta, aunque justa y necesaria como dicen en la Misa católica.

11:26 ARSENALE O UN CORAZÓN QUE LATE

Lo primero que llama mi atención es la obra de la filipina Pacita Abad (1946). Maestra del narrative quilt, muestra por primera vez en Biennale Arte sus tableaux repletos de motivos iconográficos coloridos que atrapan la mirada pero que velozmente revelan un conflicto profundo: la experiencia inmigratoria produce un choque de culturas y voces, hay hibridez, hay racismo y silenciamientos múltiples. Unos pasos más adelante con el libanés Omar Mismar (1986) y sus tres ejemplos magníficos de mosaiquismo en gran formato queda claro la preponderancia del arte queer en la propuesta de Pedrosa.

Avanzo entre mensajes anti-Israel e influencers en poses rígidas, pagados por la marca inglesa Tods que este año es uno de los sponsors de la Bienal, hasta llegar a mi tercer highlight: las pinturas verdes de Salman Toor (1983), figuraciones atmosféricas de un alto nivel técnico que imaginan momentos en la vida de un joven queer y marrone, todo en clave erótica e inquietante.

Por último y en ese mismo sector, La Chola Poblete (1989) la artista argentina queer que se llevó una Mención Especial y el título de Artista del Año por el Deutsche Bank, seguramente por su sentida denuncia a la heteronorma a través de dispositivos pictóricos altamente polifónicos y rebeldes. En ella, lo impuro, lo incategorizable y lo marginado alcanzan un status celebratorio y emanicipador, si entendemos libertad por la posibilidad de aceptar lo indefinido, lo neutro y lo perverso incluso dentro de nosotros mismos.

Hago una pausa necesaria. Illy tiene un stand donde regalan cold brews bastante desabridos y espressos que no hacen ningún efecto. Me duelen los pies, necesito sentarme. Las vistas de Venecia desde el Arsenale son impresionantes. Un sol de tarde lo vuelve a bañar todo con una calidad lumínica que solo veo una o dos veces al año en el Norte donde vivo.

Antes de avanzar, vuelvo sobre mis pasos y entro al Pabellón del Perú, donde me encuentro a Florencia Giordana, la directora de ROLF Art, la galería dedicada a la fotografía más prestigiosa en Buenos Aires. Me cuenta que está allí para acompañar a Roberto Huarcaya (1959), artista de su galería y el elegido para representar al Perú en la Biennale de este año. ‘Huellas Cósmicas’ presenta procesos experimentales que Huarcaya realiza sobre superficies fotosensibles con todo tipo de elementos heterogéneos que, en simbiosis con la luz del sol o de la luna, crean imágenes orgánicas y oníricas.

Que la inscripción de la materialidad del mundo se realizara más allá del control ocular o cognitivo de un sujeto creador me produjo de repente un gran alivio; en una Bienal donde todos eran activamente denunciante, entrar a ese pabellón en la semi-oscuridad reinstaura en el espectador un contacto contemplativo con la noche del mundo, con una incertidumbre y un no saber inherente a nuestra condición.

14:43 OTRO JARDIN DE LAS DELICIAS

Me tomo el tiempo de recorrer el pabellón central y digerir lo que veo, pero no me impacta tanto como el Arsenale: en el Giardini hay una negatividad que falta, acá todo es más transparente, estetizado y menos reactivo. Sin embargo encuentro la obra de dos artistas coreanos que me obligan a detener el paso. En primer lugar, las esculturas en piedra y madera de Kim Yun Shin (1935) radicada en Buenos Aires y representada por Lehmann Maupin.

En segundo lugar, los collages-instalaciones de Kang Seung Lee (1978) radicado en Los Angeles que nos presenta un magnífico homenaje anti-monumental a personajes esenciales de la cultura queer. Percibo a los Pabellones Nacionales como mausoleos y El Giardini me recuerda a un cementerio escultural.

Reincido en el brebaje no milagroso de Illy y busco inútilmente dónde cargar mi teléfono. Hay colas larguísimas en los pabellones más importantes y comienzo a sentir no voy a llegar a verlo todo, aunque avanzo con entusiasmo. De todo lo que sucede a continuación, solo deseo subrayar dos cosas que me conmueven profundamente: el Pabellón Español a nivel intelectual y el Pabellón Británico a nivel emocional.

España de la mano del curador Agustín Perez Rubio, quien fuera director de MALBA entre 2014 y 2018, con obras de la artista peruana-española Sandra Gamarra Heshiki (1972), realiza una gran apuesta conceptual titulada Pinacoteca Migrante, una propuesta que apunta a deconstruir las grandes discursividades eurocentristas construidas en torno a las ideas de patrimonio y herencia cultural. En ese sentido, también del museo como institución que aloja y legitima esas voces.

Expandiendo el concepto de migración y presentando múltiples narrativas silenciadas, Gamarra realiza una revisión de la historia del arte en España exponiendo y reinterpretando las obras oficiales como un acto de reparación y justicia históricos. Las heridas coloniales, las geografías del dolor, el racismo, las migraciones y el extractivismo infinitos se tratan en este pabellón con altura intelectual y una pericia artística admirable.

La propuesta del pabellón británico, por otro lado, explora las problemáticas post- colonialistas y la devastación ambiental contando historias de diasporas migrantes en Gran Bretaña. ‘Listening All Night To The Rain’ de John Akomfrah (1957) está íntegramente desplegada en collages fílmicos e instalaciones de sonido, inmersivos y de alta calidad visual y sonora. Organizadas en ocho ‘cantos’, tuve la posibilidad de otra pausa para digerir y alojar las sensaciones, incidencias afectivas y conexiones que genera ver tanto arte. Hacia el final y sobre una pared, el poema chino que le dio el título a la muestra me da el golpe de gracia: I’m like a little boat / Sensing an expanse / Of endless water / Here under groves of trees. / Face to face in the bedroom, / Listening all night to the rain.

17:59 DE KOONING EN ITALIA

Willem de Kooning (1904) es uno de mis pintores favoritos del siglo XX. Un holandés bellísimo que decidió emigrar con 22 años a los Estados Unidos. Miembro emérito de la Escuela de Nueva York como Rothko, Pollock o su propia esposa Elaine de Kooning, su obra siempre me fascinó por el uso maestro del color y la gestualidad. La muestra que preparó este año la Galería de la Academia veneciana es impactante en su alcance, más de 75 piezas que fueron donadas por importantes colecciones privadas y públicas de todo el planeta y la retrospectiva más grande del autor que se haya hecho en Italia. Una selección que rastrea la evolución en su obra entre los años 50 y los años 80 y que subraya las marcas inspiracionales producidas por las dos estancias que De Kooning tuvo en Italia en 1959 y 1969.

Después de muchas horas viendo como las fuerzas de una rebelión internacional se levantan contra el poder hegemónico y sus normas, como un Sur Global cada vez habla con más fuerza y miles de cuerpos queer indisciplinados y polifónicos luchan a mano armada por nuevas estructuras relacionales en un mundo prendido fuego, siento la imperiosa necesidad de evadirme, de viajar al pasado, quizás porque el futuro me produce mucha ansiedad.

Los dibujos de Willem me calman, la obra ya está terminada pero me parece verlo en su estudio moviendo las manos con grafitos y pinceles. ¿Qué cosa es el arte? me pregunto agotado. ¿Qué poder tiene todavía para movilizarnos hacia cosmologías de cuidado del otro, de uno mismo y de la casa común?. ¿Puede el arte ser más que un commodity espectacularizado y despertar algún tipo de consciencia para salir del pozo donde estamos metidos?

Tengo sed, hambre y los pies cansados. Ha sido demasiado por hoy.