La historia del cine está repleta de parejas tanto sentimentales como creativas, dúos que compartieron pantalla y/o trabajaron juntos, pero que también se enamoraron. Ahí tenemos, por caso, a Lauren Bacall y Humphrey Bogart; Ingrid Bergman y Roberto Rossellini; Penélope Cruz y Javier Bardem; Woody Allen y Mia Farrow; Kate Winslet y Sam Mendes; Jean-Luc Godard y Anna Karina, entre muchos otros. Todos ellos entablaron vínculos en algunos momentos de sus vidas donde la ficción y la realidad se dan la mano a partir de una fusión entre lo afectivo y lo creativo, potenciando sus virtudes artísticas y retroalimentando sus capacidades creativas.

Es también el caso de la actriz, directora, guionista y productora Greta Gerwig y del director y guionista Noah Baumbach, dos figuras muy relevantes del cine independiente norteamericano de los últimos años. En particular del mumblecore, un subgénero que propone, más que historias, retratos de personajes ordinarios, en el que las interacciones y conflictos están relacionados con temas dominantes de la vida real y basados en experiencias de los propios creadores.

Baumbach nació en Brooklyn, Nueva York, en 1969. Tanto su padre como su madre fueron críticos de cine (él para Partisan Review, ella para The Village Voice), lo cual seguramente influyó en sus eventuales inclinaciones artísticas. Su carrera como realizador comenzó muy temprano y ya antes de cumplir los treinta tenía tres largometrajes en su filmografía: Pateando el tablero (1995), Highball (1997) y Mr. Celos (1997). Todas ellas estaban atravesadas por conflictos mundanos, casi rutinarios, donde la madurez y el equilibrio emocional eran un horizonte difícil de alcanzar para los protagonistas. Pero lo cierto es que ninguno de esos films tuvo mucha trascendencia y Baumbach entró en una crisis personal, a tal punto que le tomó otros siete años hacer otra película.

Pero esa película resultó ser Historias de familia (2005), que estaba inspirada en el divorcio de sus padres durante su adolescencia. Aunque su éxito en la taquilla fue relativo, sí tuvo una gran aceptación crítica, que le permitió llevarse dos galardones en el Festival de Sundance y una nominación al Oscar al mejor guión original. Así, Baumbach pasó a destacarse en el mapa de los realizadores norteamericanos, al lado de otros pares generacionales como Spike Jonze, Alexander Payne y Wes Anderson. Con este último ya venía de colaborar en el guión de Vida acuática (2004) y repetiría en El fantástico Sr. Zorro (2007), en una demostración de sensibilidades compartidas.

A partir de ahí, la carrera de Baumbach despegó, con una producción mucho más consistente: vendrían Margot y la boda (2007), con su entonces pareja Jennifer Jason Leigh, Nicole Kidman, Jack Black y John Turturro; y Greenberg (2010), su primera colaboración con Ben Stiller y Gerwig. Después sería el turno de Frances Ha (2012); Mientras somos jóvenes (2014), nuevamente con Stiller, Naomi Watts, Amanda Seyfried y por primera vez con Adam Driver. En el 2015, se estrenarían Mistress America y el documental De Palma, codirigido junto a Jake Paltrow.

Luego comenzaría una productiva sociedad con Netflix, que lanzó sus últimos tres films: Los Meyerowitz: La familia no se elige (2017), Historia de un matrimonio (2019) y Ruido de fondo (2022). En la mayoría de estas obras confluyen el estilo de la comedia neoyorquina woodyallenesca con una melancolía casi abstracta, además de un enfoque sobre las dinámicas familiares y personajes repletos de neurosis.

En tanto, Gerwig es originaria de Sacramento, California. Nacida en 1983, pensaba dedicarse inicialmente a la dramaturgia, pero, tras ser elegida para interpretar un pequeño papel en LOL (2006), de Joe Swanberg, comenzó a asociarse con este y otros cineastas mumblecore. Su carrera actoral acumuló diversos roles en films como The house of the devil (2009), Amigos con derechos (2011), Chicas en conflicto (2011), A Roma con amor (2012), Jackie (2016) e Isla de perros (2018). Su versatilidad le permitía alternar entre producciones hollywoodenses importantes y pequeños films independientes que solo se veían en algunas salas y festivales. Siempre con una frescura particular en sus interpretaciones, que se amoldaban a lo que cada relato le pedía.

Pero las ambiciones e inquietudes de Gerwig eran más grandes: si bien ya tenía un recorrido previo como guionista y había codirigido con Swanberg Noches y fines de semana (2008), fue Lady Bird (2017) su primera película como realizadora en solitario. Y ese resultó ser un pequeño meteorito, un gran relato de aprendizaje que cosechó una multitud de laureles, incluyendo dos Globos de Oro a la mejor comedia y mejor actriz de comedia (para Saoirse Ronan) y cinco nominaciones a los Oscars.

Inmediatamente, vendría el salto al mainstream, con una nueva adaptación del clásico Mujercitas (2019), donde dirigió a un elenco multiestelar, con nombres como Ronan, Emma Watson, Florence Pugh, Laura Dern, Timothée Chalamet y Meryl Streep. Con dos éxitos consecutivos, un film sobre una pequeña muñequita asomaría en el horizonte…pero ya hablaremos de eso.

Gerwig y Baumbach se conocieron en el rodaje de Greenberg y comenzaron a salir en el 2011. Al año siguiente, la unión sentimental dio lugar a la colaboración creativa: Baumbach volvió a dirigir a Gerwig en Frances Ha, coescrita por ambos, sobre una joven que quiere ser bailarina y no para de sumar fracasos en su vida, pero que sigue adelante. Todo en la existencia de la protagonista es crisis, fugacidad y dificultades para establecer compromisos, lo cual en un punto termina definiendo a la perfección lo que es ser joven en la contemporaneidad. Ese retrato de una mujer algo egoísta y nihilista, y a la vez querible, encuentra un vehículo estético ideal a través de la fotografía en blanco y negro, que se constituye en un gran un complemento emocional.

Ambos repetirían la experiencia previa en Mistress America -aunque sin el mismo impacto- y Gerwig también sería una de las protagonistas de Ruido de fondo. En el medio de las películas, llegaría el primer hijo en común de la pareja: en marzo del 2019, nació Harold Ralph Gerwig Baumbach. Un par de años después, se presentaría una oportunidad profesional de enorme trascendencia para ambos y que implicaría una pequeña reformulación en la dinámica laboral que habían llevado hasta el momento.

En el 2021, Gerwig firmó para dirigir la adaptación cinematográfica de Barbie. El acuerdo fue con el estudio Warner Bros, pero también con LuckyChap Entertainment, la compañía productora de la protagonista, Margot Robbie, que fue la que verdaderamente eligió a Gerwig para el trabajo.

Progresivamente, se fueron sumando nombres estelares al reparto: Ryan Reynolds como Ken, Will Ferrell, America Ferrera, Kate McKinnon y Helen Mirren, entre otros. Para la redacción del guión, Gerwig convocó a su marido, aprovechando que ya había demostrado una gran sensibilidad cómica cuando coescribió Madagascar 3: los fugitivos. Así, ambos pergeñaron una historia donde el dilema existencial del personaje protagónico convive con una reflexión sobre el artificio del mundo de los juguetes, las realidades paralelas y los choques entre concepciones machistas y feministas.

Si las expectativas para la película eran muy altas, su suceso superó lo esperado: un éxito absoluto de público y crítica, que derivó en que Barbie pasara a ser el film más taquillero del 2023, con más de 1400 millones de dólares en todo el mundo. De hecho, su recaudación es la mayor en la historia de Warner, incluso ajustada por inflación, superando a ese clásico emblemático llamado El exorcista. Y, aunque quedó un tanto relegada frente a Oppenheimer, la gran favorita, obtuvo ocho nominaciones a los Oscar, incluyendo mejor película y guion adaptado.

Indudablemente, el 2023 fue un gran año para Gerwig y Baumbach, y no solo por el éxito de Barbie. En abril del mismo año, nació su segundo hijo y en diciembre se casaron, formalizando el vínculo que los une. Y si hasta hace unos años ocupaban un lugar lateral en Hollywood, ambos han ganado una total centralidad.