"Si lo que quieren es progreso, entonces no me voten. Soy lo opuesto al progreso. Soy el muro contra el cual choca, y no seré yo quien se derrumbe" John Dutton en Yellowstone

Hace apenas unas semanas, se produjo el triunfo en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de Donald Trump, quien retorna al poder luego de cuatro años para cumplir un segundo mandato. Para muchos, esa victoria fue shockeante y más aún por la contundencia del resultado, aunque quizás las señales de lo que venía estaban por todos lados. No pretendemos sacar conclusiones generales en base a fenómenos particulares, pero a veces determinadas expresiones culturales pueden darnos pistas y ayudarnos a comprender ciertas coyunturas.

Esta breve introducción viene a cuento de que, en los últimos años ha ido creciendo, sin prisa y sin pausa, un curioso fenómeno, que es el mundo televisivo de Taylor Sheridan, al cual integran varias series. Recordemos que Sheridan saltó a la consideración primero en el cine, inicialmente como guionista de Sicario (2015) de Denis Villeneuve y protagonizada por Emily Blunt y Sin nada que perder (2016) de David Mackenzie con Chris Pine, Ben Foster y Jeff Bridges. En el 2017 dirigió Viento salvaje con Elizabeth Olsen y Jeremy Renner. Todos films que exploran rincones de la sociedad estadounidense que no vemos habitualmente -la guerra contra el narcotráfico, las dificultades que atraviesan los rancheros de estados como Texas, la vida y muerte de las comunidades indígenas- con un especial énfasis en la influencia de los paisajes rurales y/o urbanos. Y que se permiten retratar a personajes que se interrogan sobre las implicancias de sus actos, pero que no necesariamente se arrepienten.

Sin embargo, es a partir del 2018 que el nombre de Sheridan empieza a ser realmente famoso, con el lanzamiento de Yellowstone. Esta serie es una saga familiar centrada en el clan Dutton, dueño de un inmenso rancho en el estado de Montana. Una familia de terratenientes cuyos orígenes se retoman al siglo XIX y la época de la colonización luego de la Guerra Civil, cuya identidad es definida por los territorios que ocupa y que tiene una variedad de conexiones políticas y económicas. Y que está con constantemente acechada por enemigos de todo tipo que quieren quedarse con su tierra, además de disputas internas entre padres, hijos y hermanos.

John Dutton, el patriarca familiar interpretado por Kevin Costner en un papel a su medida es, como queda claro en la frase del comienzo alguien que no cede nunca, incluso hasta el extremo de la terquedad. Eso no es casualidad: su brújula moral está orientada por valores y parámetros culturales que a muchos podrían parecerles arcaicos, pero que para él son indispensables. Por otro lado, no siente culpa por ocupar territorios que muchos (incluso comunidades indígenas) reclaman, porque lo que se impone para él es la necesidad de cumplir con un legado familiar. El saber que siempre ha luchado y que siempre luchará por mantener su propiedad es su motor y a la vez su condena.

La puesta en escena de Sheridan no necesariamente avala el punto de vista de Dutton, pero sí lo entiende y no lo juzga. Eso le permite tomarse extensos momentos para indagar en la vida rural estadounidense -que tiene varios puntos de contacto con la argentina- una con imaginarios y rituales propios que a simple vista parece machista y conservadora, pero que en verdad posee unas cuantas ambigüedades. Un ámbito donde muchas cosas se resuelven a los tiros y piñas, aunque también con pequeños gestos decisivos. Un espacio social que reniega de la urbanidad y los estados más progresistas, como Nueva York y California, y en el que conviven -no sin tensiones- clases socioeconómicas aparentemente antagónicas, pero que comparten no pocas concepciones sobre cómo se debe vivir.

Esa sensibilidad que podríamos caratular de “republicana” -a pesar de ser más compleja- convirtió, con el paso de los años a Yellowstone en un inmenso éxito, la nave insignia de la rama televisiva de Paramount. Uno que de paso, volvió a colocar en un lugar de relevancia al western, un género muy norteamericano y que supo ser muy popular, aunque en los últimos años ha quedado muy relegado. Esto habilitó la concreción de dos precuelas, la miniserie 1883 y la serie 1923 que se adentran en los orígenes e historia de la familia Dutton. Y, además, le dio luz verde a Sheridan para desarrollar nuevas series, en las que ha expuesto su diversidad creativa.

Primero con Mayor of Kingstown que sigue a Mike McLusky (Renner), el líder de una familia que maneja con mano de hierro una ciudad de Michigan donde las prisiones constituyen la principal actividad económica. Luego con Tulsa King, protagonizada por Sylvester Stallone como Dwight “el General” Manfredi, un mafioso que, después de cumplir una larga condena en la cárcel, es enviado como premio consuelo por la familia criminal para la que trabaja a Oklahoma, donde verá la chance de construir un imperio propio. Y después con Operativo: Lioness, sobre un grupo de operaciones encubiertas de la CIA que es comandado por Joe, una agente interpretada por Zoe Saldana y supervisado por Kaitlyn, una funcionaria encarnada por Nicole Kidman.

En todos los casos, vemos personajes que construyen su ética y su moral desde la pura experiencia, que son lo que hacen y que no pueden escapar de sus profesiones. De hecho, por más que a veces los aceche la culpa, no vacilan en hacer lo que creen que es necesario aunque sea terrible. Protagonizan relatos que no se detienen en explicaciones o justificaciones, excepto en momentos puntuales, como cuando la hija mayor de Joe le pregunta por qué eligió un trabajo que la mantiene alejada del hogar y sobre el que no puede contar nada. Joe responde contándole que su abuelo, un inmigrante latino, decidió enlistarse en el ejército días después del bombardeo a Pearl Harbor y que, cuando le preguntaban por qué lo había hecho, contestaba que recién había terminado de aprender inglés y que no quería tener que aprender alemán o japonés. Y que ahora ella lucha para que esa hija adolescente que siempre la cuestiona no tenga que aprender chino o ruso.

Las últimas semanas han sido puro Sheridan, ya que acaba de terminar la segunda temporada de Tulsa King y recién arranca la nueva de Operativo: Lioness. Además, se estrenó Landman, otra creación suya, focalizada en el negocio del petróleo, con Billy Bob Thornton, Jon Hamm y Demi Moore en los protagónicos. Y por supuesto, empezó la segunda parte de la quinta y última temporada de Yellowstone, la joya de la corona y la que marcó el tono de lo que siguió. Porque, al fin y al cabo, de lo que trata el universo televisivo de Sheridan es de esa América profunda, donde todo es gris hasta que es blanco o negro, poblada de patriotas y convencidos, violentos y sensibles a la vez, a los que no solemos querer ver, pero que siempre votan.