Taty Santa Ana como host en Cultura rap (2019) en El Recoleta.

La productora y host habló sobre el hito de Triple F y analiza el presente del circuito local. Además, recomendó tres batallas de freestyle para ingresar virtualmente al mundo de la improvisación de alto rendimiento.

Pese a no batallar, Taty Santa Ana es una figura de peso dentro del mundo de las competencias de freestyle y una voz autorizada para analizar las consecuencias del parate que atraviesa esta subcultura del hip hop. “El freestyler no llega a los eventos por arte de magia. Si no hay un organizador, un sonidista o un jurado, ahí no pasa nada”, asegura la productora, agitadora cultural y presentadora sobre la precarización laboral que destapó la pandemia del Covid-19.

Para ella, la cada vez más robusta industria alrededor de las rimas atraviesa un punto de inflexión: “Lo sostengo hace tiempo y ahora mucho más: no es momento para grises. Tenemos que buscar la manera de exponer, de visibilizar que esto es una cadena, para que se reconozca a las personas que trabajan tanto arriba como abajo del escenario”.

Todavía no trascendió cuál será la dinámica de las contiendas (si virtual o presencial), pero las empresas multinacionales Urban Roosters, con su ascendente liga Freestyle Master Series (FMS), y Red Bull, con la tradicional Batalla de los Gallos, ya pusieron en marcha el operativo retorno. Sin embargo, en este contexto de barbijo y cuarentena es probable que apuesten por un formato mixto: transmisión vía alguna plataforma de video y con la cantidad mínima de involucrados.

Taty en El Recoleta, un lugar que le brinda espacio al hip hop.

La imagen se antoja orwelliana: primerísimos primeros planos, poco sonido ambiente, butacas vacías y distanciamiento social entre los esenciales. Según Taty, parece un cuadro “bastante frío”. El futuro llegó hace rato y es un spin-off de Black Mirror. “Me lo imagino y me da miedo, porque antes que un deporte, el freestyle está mucho más cerca de ser una obra de teatro”, dice. Además arriesga que la nueva normalidad jaquea la posibilidad que tiene el MC (maestro de ceremonias) de interactuar con el público y así romper la cuarta pared.

Paradojas de la improvisación alto rendimiento

Ahora bien, no todo pasado fue mejor. La futura licenciada en Gestión del Arte y la Cultura revela que tuvo su propio techo de cristal y cuenta que recién cuando se destacó como maestra de ceremonias obtuvo atención como organizadora, algo que hace desde 2013. “Si un evento que trabajaste durante ocho meses te deja monedas, no te sirve”, reniega. Lo paradójico es que, más allá de que la improvisación de alto rendimiento esté de moda, genere millones de visualizaciones en YouTube y sea una usina de talentos (Lit Killah, Ysy A, Wos, Dakillah, Duki, Trueno y un gran etcétera), el suyo continúa siendo un oficio “muy marginado” y para nada redituable.

En un entorno tan poco familiarizado con la conciencia de clase, ella abraza la justicia social: “Me quiero meter en la lucha y organizar un colectivo de organizadores y productores”. ¿Es casualidad, entonces, que el año pasado haya sido una de las creadoras de la ambiciosa Triple F? En absoluto. “Fue un hito, un espacio de aprendizaje y potenciación”, confirma Santa Ana sobre la primera liga profesional de freestyle femenino de habla hispana.

En 60Stromberg, que se realizó en el Teatro Municipal de Lomas de Zamora.

Mientras la segunda temporada permanece en stand by (“hay que ver cómo volvemos”), reconoce que la compe fue y es muy criticada (“hace poco se cumplió el primer aniversario y nos llovió el hate”), también que superó ampliamente sus expectativas y que las pibas (Saga, Roma, NN, Caty y la defensora del título, Brasita) “ahora están paradas de otra manera frente al mundo. Espero que puedan proyectar una carrera y tener las herramientas para cumplir sus sueños”.

Verborrágica, pero concisa, honesta y al mismo tiempo crítica, admite al respecto que “hubo actitudes buenas, malas, peleas, cuestiones de egos, porque todos y todas lo tenemos, pero nos costó aprender que el nuestro no vale menos por ser mujeres”. Vista a la distancia, la competencia mutó en una poderosísima herramienta de empoderamiento y transformación. “Al final terminamos nutriéndonos entre todas y encontrando nuestra mejor versión”.

Con 22 años recién cumplidos, Taty también es una fervorosa militante por una disciplina más inclusiva. “Estamos en un proceso de deconstrucción social. El contexto nos lo pide”, entiende la host de Cultura Rap, torneo que se hizo en el Centro Cultural Recoleta (igual que Triple F) y donde se prohíben rimas machistas, misóginas, homofóbicas y gordofóbicas. “Ya no alcanza con improvisar bien. Debe haber argumento, contenido y sentido. Porque el freestyle está basado en el lenguaje, y hay que aprovechar las posibilidades que éste nos da. Es como la poesía: si le falta contenido, deja de ser poesía”.

Taty nos recomendó tres batallas de freestyle

1° BATALLA: ACRU VS. ROUSE (2016)

Poco antes de que el freestyle explotara a nivel nacional (y mundial), Acru y Rouse se cruzaron en la final de Atenas Freestyle (Villa Adelina, Zona norte) y demostraron que no hace falta apelar a berretines para ganar una batalla.

2° BATALLA: SAGA VS. BRASITA (2019)

La primera liga de freestyle femenino de habla hispana fue la competencia que coronó el regreso a la actividad profesional de Brasita luego de un pronunciado descanso. Puntaje perfecto y momentos memorables, como el round de rimas escritas contra Saga en la última de las cinco fechas.

3° BATALLA: Tiago vs Kaiser (2019)

¿Lo de Tiago contra el chileno Kaiser en los Cuartos de Final de Juventud Urbana (Lomas de Zamora) fue un batazo? Efectivamente. El local mostraría autoridad y puesta escena. Con la misma fórmula superaría al experimentado Klan en semis, aunque no le alcanzaría para coronarse campeón frente al histórico Dtoke.