Estrenó la nueva versión del film de terror de culto de Dario Argento de 1977. En esta nota, comparamos - sin spoilers- ambas películas, a partir de cinco aspectos: el punto de vista, el contexto, el estilo, la música y el género.
Desde que se anunció, la nueva versión de Suspiria (1977) del maestro italiano Dario Argento, generó muchas expectativas, por las figuras que reunió: Luca Guadagnino, director de la premiada Llámame por tu nombre al frente; Dakota Johnson y Tilda Swinton, en los roles protagónicos, y para terminar de llamar la atención, Thom Yorke, de Radiohead, como responsable de la banda sonora.
Suspiria (2018) finalmente llegó a las salas y resulta una película notable. Con una hora más de duración que su predecesora, la versión de Guadagnino es atrapante. La historia es la misma: una bailarina norteamericana, Suzy Bannion, llega a una antigua academia de danza en Berlín que resulta ser una aquelarre de brujas. Sin embargo la nueva Suspiria la transforma en otra historia: la abre, la complejiza, la revisa, la devora.
Si “spoilear” es brindar datos o pistas sobre la trama, en este breve punteo comparativo entre ambas Suspiria no hay nada de eso.
1. ¿De quién es la historia?
La película de Argento está contada desde el punto de vista de Suzy y todo gira en torno a ella. En la de Guadagnino, el foco de la historia no está exclusivamente en la joven. El relato muestra un mundo completo, con el desarrollo de varios personajes. Un mundo "real" que existe antes y por fuera de la Academia; aunque la historia de Susie (con ese, en esta versión) sigue siendo la principal.
2. Los 70s I: El contexto
La versión de Guadagnino está muy apegada al contexto. Efectivamente, se presenta así: “Seis actos y un epílogo ambientados en el Berlin dividido en 1977”. En la versión de Argento, la fecha no se hacía evidente, aunque su anacronismo la convertía en contemporánea.
Suspiria 2018 instala como relato paralelo, el accionar del grupo revolucionario RAF, liderado por Andreas Baader y Ulrike Meinhof -secuestros, toma de rehenes, colocación de bombas- y su posterior represión. Las líneas están tan entrelazadas que un personaje define al aquelarre como una “organización revolucionaria en una crisis de liderazgo”.
De fondo, siempre, están la Segunda Guerra y el nazismo. Y entre más referencias que hablan de 1977 en Berlín encontramos a Pina Bausch (el personaje que encarna Tilda Swinton y el tipo de danza que practican se pueden asociar a la coreógrafa), al psicoanálisis, a punks, a la frontera que divide ambas Alemanias y sus paisajes descoloridos, a la televisión transmitiendo las noticias, al cigarrillo infaltable y a David Bowie, que aparece en varios pósters en las habitaciones de las bailarinas.
3. Los 70s II: El estilo
Si bien el film de Argento posee marcas de estilo personales, como el particular y único uso que hace del color (fotos), algunos rasgos la emparentan con el cine de su época como el uso de una música disonante con toques electrónicos, o algún suave zoom.
En el caso de la nueva, no solo se remite a los 70 por las referencias culturales. También por sus tonos pastel y dorado, que recuerdan a las obras del Nuevo Cine Alemán, en especial a Rainer Werner Fassbinder. Esto lo podemos ver en el uso excesivo de los espejos, tan caros al director de Ruleta China y En un año con trece lunas. En la película de Argento, no hay un solo espejo.
4. Tócala de nuevo Thom
La de Argento no silencia nunca sus alaridos musicales. Ni siquiera les baja el volumen. Son chirriantes y molestos; tapan incluso los susurros de las brujas. No hay momento sin que suene la banda de rock progresivo italiana Goblin, alterándonos por completo.
En cambio, la de Guadagnino calla a la música, la modera, la retiene y libera a los ruidos, en beneficio de la trama y el clima. Hay intervenciones sutiles, por ejemplo en los sueños de Susie. Y las imágenes adquieren otro espesor cuando explotan las bellas canciones de Thom Yorke, en especial, en la única secuencia que abandona los colores pastel y se tiñe de rojo profundo.
5. El terror
Suspiria de Argento es un clásico del terror. Contiene las situaciones típicas del género (la tormenta, la persecución, el crimen, la sangre) y las soluciones de estilo propias de la década para ese tipo de películas. El que piense que va a encontrar las secuencias más emblemáticas del mítico film recreadas, se verá frustrado.
Llueve, pero no es una tormenta de temer. Dan más miedo las bombas que hacen explotar los revolucionarios. La idea se remarca en una escena: Miss Blanc (Swinton) lee el diario, y en la portada de Der Spiegel, en referencia a los atentados de la RAF, se lee sobre fondo rojo y en letras enormes la palabra "Terror".
A diferencia de algunas remakes que pretenden respetar al máximo a su fuente (por ejemplo, la Psicosis de Gus van Sant), la Suspiria de Guadagnino es una película muy diferente. Hay que verla. Y como a la de Argento, más de una vez.