En el 2020, cuando el mundo se metía para adentro, Florencia Marrapodi, mejor conocida como Podridisima o Podri, tuvo una revelación que la llevó a liberarse y encontrar su verdadera vocación, la pintura, un deseo postergado desde hacía mucho tiempo pero que daba vueltas por su cabeza y su corazón, sin que ella siquiera se lo planteara mucho. Podri es una artista singular que no le presta mucha atención al mundo del arte, sino que produce de manera compulsiva y sincera. "Desde la pandemia quedé con un tiempo de trabajo medio loco y pinto todos los días" me cuenta. De pelo azabache y tatuada de pies a cabeza, aunque confiesa que se los sacaría todos, es precisa con sus palabras y sin mucha pretensión intelectual nos cuenta por qué hace lo que hace.
¿Cómo empieza tu camino creativo? Porque transitaste muchos terrenos, desde el tatuaje y el diseño hasta la pintura y el dibujo.
Creo que desde chica, aunque esto de meterme en la pintura apareció hace poco tiempo. Cuando terminé el secundario quería estudiar Bellas Artes pero mis papás no me dejaron, así que me volqué por el diseño gráfico y trabajé de eso y como ilustradora durante muchos años. A los 30 dejé todo y empecé a tatuar a pleno, hasta que en la pandemia me quedé sin ese recurso y empecé a hacer retratos por encargo. Después de eso no hubo vuelta atrás.
¿Qué conexiones encontrás, si es que las hay, entre lo que dejabas en la piel de tus clientes y la pintura?
La gente me dice que ve relaciones, pero yo creo que no. Cuando empecé a pintar trate de separarme de mi versión más gráfica y de hecho me costó mucho encontrarme plásticamente, por decirlo de alguna manera. Igualmente entiendo que hay algo en el uso de la volumetría y los cuerpos que se pueden cruzar. Ahora mis obras son diferentes, menos duras, donde no uso plenos de color, como si hacia al principio. Fue un proceso que me permitió encontrar una nueva identidad.
Si tenemos suerte en algún momento nos toca atravesar lo que podríamos denominar los "momentos claves" de la vida que nos impulsan a cambiar el rumbo hacia algo mejor. En mi caso siempre digo que la maternidad ironicamente me liberó y me ayudó a querer muchísimo más. ¿Qué te sacó del lugar de confort?
Más allá de que estábamos atravesando un momento muy complejo y tenía miedo de no tener un ingreso estable, perder ese lugar fue muy liberador porque me encontré con la pintura y entendí que "era esto". Así fue como de un momento al otro no quise ser más tatuadora y sólo volví por cuestiones económicas, aunque no duró mucho. Aunque me iba muy bien no podía seguir. El problema es que mucha gente me asociaba con ese mundo, por lo que desprenderme de la imagen de Podri tatuadora, cuando yo quería ser Podri pintora no fue fácil. Aun así fue lo mejor que me pasó en la vida. De lo contrario nunca me habría animado a soltar el tatuaje.
¿Qué siguió? ¿Te pusiste a pintar sin saber qué iba a pasar o tenías un plan más definido?
Fue fluyendo, ya que el mundo del arte fue y sigue siendo un universo desconocido. Me cuesta pertenecer a un "circuito", por lo que hice un recorrido orgánico y la gente que ya venía consumiendo mi trabajo hizo lo mismo pero con la pintura. Esas son las personas que se encariñaron con lo que hago y las que intentan comprarme obras. Las muestras que tuve fueron a través de personas que se acercaron, así como también los espacios donde muestro mi trabajo. Trato de crear alianzas con espacios donde me siento muy cómoda, algo que no me pasa con todos los formatos de comercialización. Y después está el palo de la autogestión que me encanta.
No es tan fácil sentirse a gusto en estos circuitos tan chicos y a veces está bueno asumirlo y defenderlo. Si encontrás una fórmula que te sienta mejor hay que ir por eso, ¿no?
Exacto. Con algunos proyectos más establecidos no me sentía a gusto, aunque me cuestionaba si tenía que ser una cosa o la otra. Por eso me anime a probar, así como también reafirme mi teoría de que no quiero que me digan que puedo mostrar y que no. Si puedo armar mis propias movidas me da mas felicidad. De hecho en mayo tengo una muestra muy grande en La Pampa.
Contame un poco de eso que me intriga, ya que siento que no estoy al tanto del circuito cultural de allá
Fue otra cosa que llegó y no me lo esperaba. La muestra se va a hacer en un centro cultural enorme, ya que son tres pisos de salas y tengo que pintar muchísimo. La mayoría de las obras que voy a presentar son trabajos inédito, pero estoy feliz de salir de Buenos Aires.
En cuanto a las temáticas en tus obras, el eje central está puesto en las personas. ¿De dónde viene ese imaginario? ¿Son personajes que forman parte de tu vida y el día a día, son autorreferenciales o una combinación de todo?
Mí trabajo se fue dividiendo en dos. Si bien como decís, el ojo está puesto en las personas y en especial en mujeres, ya que la mayoría de mis obras tienen feminidades retratadas, pase por un época donde hice una serie de personas que viven y trabajan en mi barrio y retraté a varias personas que vinieron a mi taller, pero en un punto eso me limitó. Entonces surgió la serie de las Mujeronas, fruto de mí imaginación y con la que estoy trabajando constantemente. El retrato es mi género preferido pero siento que la referencia directa me aburre o me corta un poco.
A pesar de que fue así cómo empezó tú camino como artista...
Sí. Incluso las Mujeronas tienen mucho de mi, ya que me uso como referencia, por lo que no escapan del retrato, pero me siento más cómoda si puedo acudir a mi imaginación y crear relatos e historias para compartir. Sin embargo desarrollar obras como las de las personas de mi barrio fueron experiencia me dejaron pensando que la mayoría de los espacios que conforman el sistema del arte más que abrir sus puertas, excluyen a la mayoría. Quería proponer una manera sana y realista de acercar la pintura a la gente y no al revés. Cuando termine la serie invité a todas las personas que retraté y fue la mejor experiencia.
Un gesto me hace pensar en algunos artistas que trabajaron en esos "bordes", vinculado su trabajo con la vida cotidiana, como Alberto Greco o Helio Oiticica, frente a la posibilidad de que estas obras pueden no ser aceptadas. Y una cosa es pensarlo en términos históricos pero otra cosa es que una artista que trata de vivir de su trabajo lo encare.
Este trabajo en particular surgió en un momento en el que empecé a interesarme por temas sociales que en otro momento me habían tocado de costado. Empecé a involucrarme y a cuestionar desde que lugar se aborda todo esto teniendo el privilegio que tengo, pero entendí que las imágenes pueden tener mucho poder. En general esas obras las muestro con algún texto donde afloran estas preguntas. En estos trabajos hay mucho intercambio con el otro y se tocan temas que pueden incomodar.
¿Y con eso que pasa? Porque estamos atravesando una época donde lo que choca incomoda mucho y está todo muy susceptible, por eso a veces se deja de compartir
Eso me cuesta porque siento que siempre estamos al borde de la cancelación y hay que tener mucho cuidado. Igual siento que tengo una manera de expresarme sin ser brutal. No quiero decir que romantizo el dolor, pero es algo cercano.
Antes decías que la pintura viene acompañada por la escritura. ¿Creas lazos entre la imagen y la palabra?
A veces me da nervio ya que hay que estar abierto a los comentarios y tuve que pasar por algunas situaciones duras. Mis últimas obras, las Mujeronas, hablan de muchas cosas que suceden en este contexto y la respuesta no tan amistosa hace que uno se quiera sumergir en el anonimato analógico. No tengo una personalidad que se banca que le digan cualquier cosa pero igual trato de compartir; Aún así mis trabajos son lo que ves y no busco que mi razonamiento más "intelectual" invada a la obra. No hay tanto para explicar ni te voy a decir lo que tenés que pensar. Tomo al texto como un modo de diario y le saco la pretensión.