Este año, el mítico teatro independiente fundado en 1930 por Leónidas Barletta, volvió a abrir sus puertas en una nueva sede en el barrio Abasto. Conocé el pasado y el presente de una de las salas más importantes de la ciudad.
No todos saben que el Teatro Del Pueblo es, realmente, parte de la Historia (sí, con mayúscula) del teatro de Buenos Aires. No me refiero solo al edificio de Diagonal Norte donde se estableció en 1943 –que, por otra parte, desde hace un par de años no funciona más como sede del teatro- sino, también, a que este espacio fue la cuna del teatro independiente de Buenos Aires.
Hoy en día usamos el término “teatro independiente” todo el tiempo. Pero en la historia del teatro porteño, el teatro independiente se refiere a un fenómeno particular que tuvo lugar a principios del 1900 y que surgió como oposición al teatro comercial. Existieron una cantidad enorme de grupos independientes con sus salas, en los que estuvieron involucrados actores de la talla de Héctor Alterio y Alfredo Alcón, por ejemplo, y el Teatro Del Pueblo es uno de los únicos que ha perdurado hasta hoy.
Este emblemático teatro tiene una historia de idas y vueltas. Fue fundado por Leónidas Barletta en 1930 con el objetivo de "realizar experiencias de teatro moderno para salvar el envilecido arte teatral y llevar a las masas el arte general, con el objeto de propender a la salvación espiritual de nuestro pueblo".
Esta “misión” se basaba en las ideas del escritor francés, ganador del Premio Nobel, Roman Rolland. La actividad de este grupo fue muy interesante. Buscaban acercar el teatro al pueblo, valga la relación con su nombre. Para eso, realizaban actividades afuera del edificio. Además, abrieron su espacio a escritores y poetas que hasta ese entonces no estaban involucrados en la actividad dramática como Roberto Arlt. Y también invitaron a participar a artistas de otras disciplinas.
En sus comienzos no tenían lugar propio y usaban diferentes espacios hasta que en 1943 el gobierno militar de turno los echó de manera violenta de un local de la calle Corrientes que estaban usando. Es así que llegan al subsuelo del edificio de Diagonal Norte, el cual alquilaron de manera ininterrumpida hasta la muerte de Barletta en 1976.
A partir de entonces, el teatro se disuelve. Hasta que en 1987 un grupo de teatristas decide recuperarlo pero con otro nombre, “Teatro de la Campana”, en relación a la campana que tocaba Barletta para avisar que comenzaba la función. Esa campana original se conservó hasta hoy, ubicada en el hall del nuevo edificio del teatro en el Abasto.
Pero aún hay más. En 1996 recuperó su nombre original y la Fundación Somigliana se hace cargo de su dirección artística. El Teatro del Pueblo ocupa nuevamente el subsuelo de Diagonal Norte hasta el 2018, cuando deben abandonar el espacio y deciden asumir el desafío de tener una sede propia.
“Todos conocíamos Puerta Roja. Un vecino nos avisa que ese galpón estaba en venta. Empezamos a averiguar y finalmente lo pudimos comprar gracias al apoyo de todas las instituciones y de la comunidad teatral en general” explica Andrés Binetti, miembro de la Fundación.
El capítulo más reciente de su historia
A principios de 2020, el Teatro Del Pueblo abrió las puertas de su nueva sede - propia, por fin - ubicada en Lavalle 3636. “En esta nueva etapa se decidió arrancar con una gran programación y, en principio, apostamos a eso”, comenta Binetti. “Luego, están dando vueltas varias hipótesis acerca de nuevas posibilidades en términos de docencia y de proyectos vinculados a la literatura argentina, a lo editorial y a ciclos. Pero por ahora todo está en la gatera”, adelanta.
Sin duda, el Teatro Del Pueblo es hoy, en muchos aspectos, diferente a cómo era en sus orígenes. Para empezar, la situación socio-cultural y el campo teatral no son los mismos. Pero, al mismo tiempo, se mantiene fiel a su esencia. En esto, la Fundación Somigliana, que continúa con su dirección artística, es clave. La Fundación Somi, como se la conoce en la jerga teatral, es una organización sin fines de lucro que se dedica a la promoción del autor nacional.
Está integrada por diferentes generaciones de dramaturgos argentinos y ésta es una de las características que la vuelve interesante: la incorporación de integrantes jóvenes que conviven con los miembros más antiguos. Para formar parte es necesario recibir una invitación; es decir, que no hay convocatorias abiertas. Sus miembros actuales son: Roberto “Tito” Cossa, Roberto Perinelli, Bernardo Carey, Marta Degracia. Héctor Oliboni, Raúl Brambilla, Adriana Tursi, Mariela Asensio y Andrés Binetti.
Esta variedad de generaciones, de maneras de escribir y de hacer teatro, se refleja en la programación del Teatro del Pueblo. “Las obras se seleccionan a partir de la lectura y del estudio de los proyectos. Obviamente hay diferencias estéticas y conceptuales entre las generaciones pero confluyen siempre. En la Fundación se ejerce una democracia real, todo se vota y se discute”, cuenta Binetti y agrega: “hay que rescatar de las 350 obras que ha estrenado el Teatro Del Pueblo, la diversidad estética.”
El espacio es nuevo para el Teatro Del Pueblo, pero en él se respira historia y amor por el teatro. Hay que conocerlo.