Este domingo tendrá lugar la 96°edición de los Premios Oscars, en la cual La sociedad de la nieve de J.A. Bayona, está nominada como mejor película internacional y mejor maquillaje. El film español, que recrea los eventos alrededor de La Tragedia de los Andes, viene de arrasar en la entrega de los Premios Goya, donde se llevó doce galardones, incluidos mejor película y director. Conversamos con Benjamín "Chori" Segura, uno de los integrantes del elenco, quien interpreta a Rafael “Vasco” Echavarren, una de las víctimas del suceso. El actor comparte como fue el proceso del casting, las vicisitudes del rodaje, la forma en que construyó el personaje y el impacto de recepción de la película, entre muchas otras cosas.
¿Cómo fue tu llegada al proyecto?
Tengo un amigo que actúa conmigo hace tiempo. Él estaba en una de las etapas iniciales del casting. En ese momento, solo te decían que era un largometraje llamado La nieve y te pedían que prepararas una escena con un diálogo. Mi amigo me sugirió que mandara el mail con datos, fotos y video presentándome. Eso fue en marzo del 2021. Ese tipo de casting es muy cómodo pero también te da demasiadas oportunidades de revisarte, por lo que corrés el riesgo de enviciarte. Yo sin embargo pienso que la actuación tiene algo de habitar un momento presente y volar en él, confiar en que ese instante es, sirve y alcanza. Fui avanzando hasta julio de ese año cuando me llamaron al callback, donde ya estaba J. (por Bayona), Pablo Vierci (autor del libro en el que se basa el film) y algunos sobrevivientes.
Ahí ya sabías de qué iba la película.
Sabía el nombre del film, quién era el director y la plataforma en que se iba a ver, algo que hasta ese momento había sido bastante confidencial. En cada instancia del casting te hacían firmar un contrato de confidencialidad, aunque lo cierto es que te daban la información de a poco.
¿Conocías la historia previamente?
Sí, es una historia que estuvo dando vueltas siempre, medio mitológica. Mis hermanos fueron al Newman, un colegio en San Isidro, y el Christian, que era el colegio al que iban varios de los chicos que estuvieron en la Tragedia de los Andes, es como la versión de allá porque pertenece a la misma congregación.
¿Habías visto Viven?
Cuando era chico, pero volví a verla cuando llegamos a Sierra Nevada y a todos nos agarró Covid. Pero sólo llegué a la mitad por que para ese momento venía trabajando y estudiando la historia hacía dos años. Hablamos con sobrevivientes y familiares de los que no volvieron y estuvimos ensayando durante dos meses en Barcelona. Entonces lo que vi de Viven no me gustó. La enorme diferencia entre ambas, y lo que las vuelve dos películas totalmente distintas, es que Viven trata de embellecer y poetizar algo que es desagradable y contar de forma heroica algo que en realidad no tiene nada de eso. Por ejemplo, la caminata de Nando y Roberto es en realidad la caminata de dos chicos que tienen mucho miedo, que están transitando un nivel de vulnerabilidad y sufrimiento muy fuerte, cercano a la muerte. No son dos personas sacando el pecho y diciendo "voy a salvarlos a todos"
Yo noté que en la película hay un trabajo muy potente con el físico, en particular en dos secuencias: la del choque del avión, que hace mucho hincapié en el aplastamiento de los cuerpos y la de la avalancha, que desde el encierro genera casi claustrofobia. ¿Cómo se prepararon desde la puesta en escena?
El accidente lo estuvimos grabando un mes entero en Madrid, entre noviembre y diciembre del 2022. Fue un trabajo muy meticuloso. Se construyeron tres aviones muy distintos: uno era enorme y era para las turbulencias más grandes, otro era más chiquito y tenía movimientos mucho más bruscos y el tercero tenía los asientos con rueditas, lo que permitía generar como un acordeón, y estaba partido a la mitad, por lo que las cámaras se movían con nosotros. Requirió de mucho detalle y también de espera por parte de los actores. Fue en un punto divertido, porque había algo de cerrar el proyecto después de casi dos años de trabajo y había una comunión muy fuerte entre nosotros.
La avalancha, en cambio, fue horrible ya desde los ensayos. Se nos hacía improvisar las distintas escenas en un fuselaje de madera en Badalona, en las afueras de Barcelona. En ese caso, estábamos charlando, riéndonos y divirtiéndonos y de repente se apagan las luces y empiezan a sonar ruidos parecidos a bombas. Nos pegamos un susto bárbaro, lloramos y gritamos, hasta que nos dimos cuenta de que estaba planeado para abordar la secuencia de la avalancha. Después se grabó en las montañas, en dos etapas bien diferenciadas, primero sin la nieve y luego con la nieve. La segunda parte fue un calvario, porque durante toda la jornada estabas empapado. Esas semanas nos enfermamos todos. Además, el espacio para maniobrar era mínimo: la mitad del fuselaje estaba ocupado por la nieve y encima había que meter una cámara y un micrófono. Debió ser algo cercano a lo que les pasó a ellos y tratamos de usar eso en la filmación.
O sea que había algo vivencial en la forma de trabajo y el guión permitía cierto nivel de improvisación.
Sí, J. trabaja mucho así, de ir a buscar la historia y permitirnos trabajar cada personaje con un nivel de detalle exquisito. Creo que cada uno de los integrantes del reparto sabe qué le pasó, qué siente y qué piensa su personaje en cada segundo de la película, porque nos dieron eso como tarea. Fue encontrar la película juntos.
Y en el caso de tú personaje en particular, ¿Cómo lo fuiste construyendo?
En octubre del 2021 conocí a las tres hermanas del Vasco. Estuvimos reunidos como cinco horas en un encuentro muy emocionante. Yo estaba muy agradecido por que me dejaran contar su historia y para ellas era como volver a ver a su hermano. Me dieron todo lo que tenían y así junte un montón de pequeños detalles para construir al personaje antes de que suba al avión. Después fue agarrar ese hilo de pensamiento y depositarlo en la montaña. Sabía que le encantaba tocar la guitarra, salir a correr, estar con sus caballos y vacas, que era muy jodón y pícaro. Estaba todo el día haciendo cosas, todo el día en movimiento y de repente había que depositar a esa emocionalidad y esa humanidad todo el día en una máquina, sin poder caminar durante cuarenta días, que fue el tiempo que estuvo vivo.
También están los relatos de los sobrevivientes, que te aportan momentos concretos. Por ejemplo que gritó "papá" al momento de su muerte o algunos chistes que hacía son data específica de ellos. Y además estaba Vierci, que era una fuente permanente de consulta antes y después de la filmación de cada escena. Todo con mucho cariño y con admiración para enamorarme de la historia, del personaje, de las hermanas y desde ahí salir a dar la vida. Cuando logras eso, bajar de peso, estar lejos de tu familia, tener frío y todo el calvario del rodaje tiene sentido.
Y cuando finalmente y después de ese proceso tan intenso, tuviste que dejarlo ir, ¿Pudiste hacer tú propio duelo?
Lo pude hacer pero me costó mucha terapia, silencio y mucho llanto. El último día de grabación cuando me despedí, me dijeron que quedaba liberado y me preguntaron cuándo me quería ir. Contesté “creo que mañana”. Me entregaron el pasaje y a las quince horas estaba en mi casa con mi mamá, a la noche era el cumpleaños de mi novia... ¡nada que ver con lo que venía pasando! Ni hablar de que todos estaban muy al tanto de lo que había estado haciendo. Me encontré con una Buenos Aires repleta de la energía que yo no tenía.
Necesitaba hacer el duelo y no podía, incluso porque me sentía en la obligación de compartir mi experiencia. Hasta que un día no pude más y les pedí a todos que me dejaran un poco solo, porque durante mucho tiempo habíamos estado coqueteando con la muerte, en una experiencia hermosa actoralmente, pero muy desgastante. Los actores, el personaje de verdad está vivo y nosotros les prestamos todo nuestro ser, por eso hay que hacer ese duelo. Encontré mucho apoyo y comprensión en el elenco. Hablaba con algunos y les preguntaba "¿te está costando estar con gente" y la respuesta era que sí, que les pasaba lo mismo, lo cual me tranquilizaba.
Cuando tu familia y amigos vieron la película, ¿hubo un mayor entendimiento con respecto a eso te había pasado?
Sí, mucho más, además de que entendieron que la película era realmente buena y no sólo porque yo lo decía.
¿Cuándo viste la La sociedad de la nieve por primera vez?
Un sábado de septiembre en el Dot de Buenos Aires con todo el elenco, J. y la gente de acá que había trabajado en la producción. La primera conclusión fue "la película que hicimos está bárbara", aunque me daba miedo de que no le gustara al público. Por otro lado, había que despedirse de las escenas que no habían quedado, algo complicado en relación al ego. La segunda vez fue en el Festival de Mar del Plata, una experiencia maravillosa donde todo eso dejó de importar. La gente se conmovía donde se tenía que conmover, se reía donde se tenía que reír y estaba metida en el avión, lo que confirmaba que la película es una experiencia profundamente sensorial. Incluso en la secuencia de los helicópteros empezaron a aplaudir. Fue un mimo al corazón que implicó matar a ese ego y entender que lo importante es la historia.
¿Cómo te sentís con el camino recorrido por la película, que arrasó en los Goya y podría llevarse el Oscar a la mejor película extranjera?
Lo más increíble es que entre los votantes que nos eligieron haya gente que admiro enormemente, que hace, respira y ama el cine. Ojalá que ganemos. En cuanto a los Goya, lo que pasó fue impresionante. A J. lo vi en constante movimiento, sin parar durante todo este proceso, y que su país le diga "ganaste como el mejor director" es una gran alegría y un merecido reconocimiento.
Saliendo un poco de la película. ¿Qué proyectos tenés ahora y hacia futuro?
Durante enero estuve haciendo teatro en Punta del Este con un formato muy parecido al microteatro, llamado Teatro Short, con dos obras "Duelo de actores" y "Re Puestos". Fue una linda experiencia que me permitió volver a las bases. Y después hay un par de obras de teatro que seguramente hagamos este año. También estuve hablando con un compañero director que está terminando de escribir una serie y considerando irme a estudiar afuera. Pero hoy tengo la cabeza puesta en Los Ángeles, disfrutando de estas entrevistas y de escuchar y leer lo que le pasa a la gente con la película.