El tango, género rioplatense por excelencia, tiene sus raíces tanto en la Argentina como en el país charrúa. Dentro de las figuras más importantes del 2x4, encontramos al gran Astor Piazzolla, bandoneonista y compositor que en su época era criticado porque no tocaba el tango tradicional, sino que era un rupturista. Para los ’50, él concebía al tango como “música contemporánea de Buenos Aires”, y no como el llamado tango compadrito: "El tango ya no existe. Existió hace muchos años atrás, hasta el '55, cuando Buenos Aires era una ciudad en que se vestía el tango, se caminaba el tango, se respiraba un perfume de tango en el aire. Pero hoy no. Hoy se respira más perfume de rock o de punk. El tango de ahora es sólo una imitación nostálgica y aburrida de aquella época", dijo en una entrevista en 1989. Y esa vanguardia tanguera, no sólo fue de Piazzolla, también lo es el tango electrónico.
A principios de la década de los ‘90, se introdujeron nuevos ritmos combinados con ese tango nostálgico, con letras sobre desamor y tristeza, ese que aún escuchamos en paseos turísticos como la peatonal Florida, las calles de San Telmo o Caminito en La Boca. Pero, ¿qué tiene que ver el tango -con guitarras, pianos, violines y bandoneones como protagonistas-, con la música electrónica, un género musical en el que predominan beats y sintetizadores?
El precursor de este género en la Argentina fue Malevo, y luego bandas como Gotan Project - formada por un suizo, un francés y un argentino, quienes desde el 2000 se asentaron con éxito en París -; Tanghetto, con bases en el tango de Piazzolla, y Bajofondo, la banda argentino-uruguaya de Gustavo Santaolalla, Juan Campodónico, Luciano Supervielle, Verónica Loza y Martín Ferres.
Cuando Santaolalla ganó el premio Oscar por la banda de sonido de Secreto en la montaña (Ang Lee, 2005) con la canción A Love That Will Never Grow Old, llevó a su música, y en consecuencia también al electro-tango, a la escena mundial. Un año más tarde llegaría otro éxito, con el Oscar por Endless flight, del film Babel (Alejandro González Iñárritu, 2006).
En sus 17 años de vida, Bajafondo lleva editados cinco discos: Bajofondo Tango Club (2002), Supervielle (2004), Bajofondo Remixed (2005) –material ganador del Premio Gardel como “mejor álbum de electrónica”- , Mar Dulce (2007), con participación de Mala Rodríguez, Gustavo Cerati y Nelly Furtado, entre otros, y Presente (2013), en el que dejaron de lado las voces para hacerlo 100% instrumental. Este disco les valió un Premio Grammy.
Los premios que recibió la banda y las giras a lo largo y ancho del mundo, demuestran la aceptación del público frente a este nuevo estilo musical que ya se convirtió en un género. Tal es así, que en 2018 se presentan en el Lollapalooza de Argentina. Los inicios de este festival musical fueron en Estados Unidos, en 1991. Originalmente pensado para bandas de rock y punk, con el paso de los años, se fue abriendo a nuevos grupos e intérpretes de distintos tipos de música, para que nadie se quede afuera. Y el tango electrónico está dentro de la partida: que los jóvenes también puedan acercarse a la música que escuchaban sus abuelos, e incluso sus padres, pero combinada con la electrónica. Entonces, se cumplirá lo que Santaolalla dijo en una entrevista: "Que nos bailen en una milonga y nos bailen en una disco", en este caso, en una disco a cielo abierto.