¿Qué pasaría si existieran robots capaces de escribir un cuento, componer una canción, pintar un cuadro y hasta filmar una película? Durante años, el arte fue visto como una disciplina única del ser humano debido a su capacidad de pensamiento y, sobre todo, creatividad. Sin embargo, los últimos avances de la Inteligencia Artificial desafían tal supuesto con tecnologías nunca antes vistas que abren un nuevo paradigma en el mundo artístico. ¿Estamos preparados como sociedad para ir más allá e imaginar un futuro donde abunde la innovación y la experimentación?
A principios de 2022, la empresa "OpenAI" lanzó Dall-E 2, un programa basado en Inteligencia Artificial que permite crear imágenes a partir de textos. Dall-E 2 representa toda una revolución en el ámbito del arte ya que puede diseñar, en tan sólo cuestión de segundos y con alta resolución, desde una pintura al estilo Van Gogh, hasta una fotografía o un dibujo. Esto es posible ya que su sistema posee “neuronas” que tienen la habilidad de asociar imágenes con palabras.
Desde su presentación en el mercado, cientos de usuarios hacen uso de la plataforma y se generan cerca de 2 millones de creaciones por día. Pero, ¿qué sucede con tales imágenes? Según la compañía, toda persona que utilice Dall-E 2 tiene derecho a comercializar sus obras. De esta manera, hacer arte ya no es de unos pocos ni de aquellos con talento. Por el contrario, se está gestando una suerte de “democratización” del arte, lo que da paso a nuevas oportunidades y tendencias.
Herramienta vs. Amenaza
Toda invención trae consigo opiniones divididas y resistencia al cambio. De hecho, a mediados de 2022, artistas alrededor de todo el mundo hicieron eco en redes sociales por un hombre que, tras haber presentado una obra hecha a partir de Inteligencia Artificial, ganó el premio mayor en un concurso de arte en Colorado.
Se trata de Jason Allen, un diseñador de juegos que, a través del programa Midjourney (competencia principal de Dall-E 2), creó “Theatre d’Opera Spatial”. Para el jurado, la “pintura” logró su objetivo: contar una historia y transmitir un mensaje. Sin embargo, el resto de los competidores y aficionados del arte acusaron a Allen de “tramposo” e “impostor”.
Aunque casos de este estilo pueden despertar polémica e indignación, también existen artistas que hacen uso de la Inteligencia Artificial como una herramienta para mejorar sus creaciones y “encontrar inspiración”. Así lo cuenta Jennifer Lepp, una escritora que logró terminar los últimos capítulos de su novela gracias a Sudowrite, un programa que ayuda a acelerar los procesos de escritura.
Cuando Lepp cargó su libro a Sudowrite, automáticamente el sistema fue capaz de identificar los nombres y características físicas de sus personajes, así como también detectar en qué momento del día tomaba lugar cada escena. Por medio de algoritmos, Sudowrite diseñó diferentes finales alternativos acordes al género y contexto de la novela, lo que le permitió a la autora tener un mejor producto en menor tiempo.
Sin duda alguna, el arte se encuentra en un momento bisagra. Mientras para muchos se trata de una etapa de exploración, para otros peligra una profesión entera, incluyendo cómo se creará y consumirá cultura dentro de unos años. ¿Los programas de Inteligencia Artificial pueden ser considerados artistas? ¿Quiénes son los verdaderos autores de una obra? ¿Hasta qué punto es ético hacer uso de tales tecnologías?, son algunas de las cientas de preguntas que movilizan al mundo artístico.
La resignificación del artista
Muchas veces, al hablar de una obra de arte, se pasan por alto factores como el tiempo y el esfuerzo. Detrás de una canción, pintura, poesía, melodía o película que nos conmueve, hay un artista que dedicó horas, días, incluso años de su vida para no sólo crear aquella pieza única, sino también desarrollar un estilo propio.
Por su parte, la Inteligencia Artificial llegó para cambiar las reglas del juego y demostrar que cualquier persona es capaz de hacer arte de manera rápida y sencilla y, al mismo tiempo, emocionar al mundo entero. De hecho, la galería Bitforms de Nueva York ya inauguró la primera exposición con cuadros creados a través de Dall-E.
Aunque todavía está en duda si tales programas pueden llamarse “artistas”, expertos en el tema afirman que más que un fin, se trata de un medio para lograr nuevas expresiones artísticas: “Yo creo que sí es arte. Al final del día son herramientas, como tenemos pinceles con los que pintamos o la fotografía. Si bien hay toda una barrera generacional, una vez que haya personas que crezcan con esta tecnología, esto ya no va a ser una pregunta”, explica Jorge Silva, fundador de Coilabs, empresa dedicada a la investigación en Web3, comunidades online y proyectos NFT.
Por otro lado, el artista digital Refik Anadol define a la Inteligencia Artificial como una “extensión de la mente” que permite realizar cosas imposibles para el cerebro humano. De esta manera, el concepto de autor comienza a desdibujarse y tiende a convertirse en una colaboración entre el hombre y la máquina: “La Inteligencia Artificial no está tratando de ser alguien más, está tratando de permitirte que te conviertas en alguien más”, expresó el diseñador al medio Infobae.
Todavía quedan muchos interrogantes por resolver, pero es un hecho que la Inteligencia Artificial continuará creciendo y perfeccionándose a escalas inimaginables. Su rápida evolución abre nuevos paradigmas y maneras de pensar el arte, así como también invita a reflexionar cómo, para bien o para mal, la cultura puede cambiar en todos sus aspectos. Quizás, en un futuro no muy lejano, nuestras vidas se conviertan en una auténtica película de ciencia ficción, pero eso aún es incierto. Lo que sí se sabe, es que esto es sólo el comienzo.