Francis Scott Fitzgerald fue uno de los escritores más importantes de la literatura norteamericana. Tal vez su valor más significativo sea el relato detallado y acertado de una gran era de oro, la de los felices y alocados años 20 en los Estados Unidos y su abrupto final con la Gran Depresión en los 30.
Pero sin duda su vida y obra es inseparable de su esposa Zelda, bailarina, escritora, pintora, “la primera flapper” como él la definió. Se conocieron en un baile en pleno auge del jazz y, por considerarlo economicamente insolvente, Zelda rechazó su propuesta de matrimonio. En 1920 Fitzgerald publicó su primera novela y de un día a otro se convirtió en el escritor del momento. Entonces se casaron.
La pareja fue definida como “el príncipe y la princesa de su generación” y, desde entonces hasta la actualidad, han sido objeto de libros, artículos, ensayos, películas, series e, incluso, historietas y novelas gráficas. La música, la fiesta, el alcohol, la literatura, los viajes, el dinero, el éxito y el fracaso, el amor libre y las amistades excéntricas fueron los ingredientes del intenso amor que vivieron.
No faltaron los problemas, que fueron serios. A las peleas suscitadas por las acusaciones de plagio mutuas que se hacían – ya que se basaban en sus propias experiencias para escribir – se sumó la enfermedad mental de Zelda. Sally Cline, una de sus biógrafas, contó que Scott utilizó en muchas ocasiones escritos personales y episodios mentales de Zelda para sus creaciones, a veces sin su consentimiento. Y Therese Anne Fowler, otra biógrafa, dijo que todo lo que se sabía de ella cuando comenzó su investigación era falso.
Los príncipes de los 1920's no tuvieron final feliz. Zelda fue diagnosticada como “esquizofrénica”, más tarde “bipolar", y vivió internada desde 1930 en instituciones mentales. Largos dieciocho años pasaron hasta que un incendio en el hospital psiquiátrico de Carolina del Norte se llevó su vida. Scott ya había muerto ocho años antes de un ataque al corazón en Hollywood donde vivía con su amante Sheilah Graham y trabajaba duramente escribiendo guiones y narraciones. Tenía 44 años.
El matrimonio había tenido una hija, Frances, también escritora, con la cual Scott Fitzgerald estableció una fuerte relación epistolar en sus últimos años. En la carta que él envió a su querida niña, en 1940, antes de morir, escribió: “Por lo demás, sigo en cama. Esta vez, el resultado de veinticinco años de cigarrillos. Tienes dos hermosos malos ejemplos por padres. Limítate a hacer todo lo que no hicimos y estarás perfectamente a salvo. Pero sé cariñosa con tu madre en Navidad, pese a su adoración por las runas de los primeros caldeos a la que sin duda te condenará durante las fiestas. Sus cartas son trágicamente brillantes en cualquier tema que toque, salvo en aquellos de vital importancia. Qué insólito que fracasara como criatura social. Ni siquiera los criminales fracasan en este aspecto, pues son la “Leal Oposición” de la ley, por así decir. Pero los locos son simples invitados sobre la Tierra, eternos extranjeros que deambulan por el mundo con decálogos rotos que no saben leer.”
Entre las obras que Scott escribió se encuentran las novelas A este lado del paraíso (1920) - que fue un éxito inmediato -, Hermosos y malditos (1922), El gran Gatsby (1925) y Suave es la noche (1934), entre otras. También se editaron novelas cortas y compilaciones de sus relatos, como por ejemplo las Historias de Pat Hobby que publicaba en la revista Esquire en los 40.
Sin dudas, su creación más famosa es El gran Gatsby que ha sido llevada al cine en varias oportunidades, desde 1926 hasta 2013. La novela narra a través de la voz de Nick Carraway, el protagonista, la historia de Jay Gatsby, un millonario rodeado de misterios que encarna la esperanza y el optimismo en plena década del 20.
Está claro que en muchos aspectos la vida de Gatsby y la de Fitzgerald se parecen. Ambos son ambiciosos y anhelan - y consiguen - la fama. Los dos viven una vida libre y transgresora. Aunque provenientes de clases sociales menos afortunadas, los dos tuvieron suerte con el dinero. En el caso del escritor, sin embargo, esto duró poco, ya que murió en la pobreza luego de despilfarrar todo lo que alguna vez había ganado. Pero sobre todo, autor y personaje se encuentran hermanados por la inspiración y la guía que significó para ellos la intensidad de un gran amor.