El museo ruso es uno de los más famosos del mundo, sobre todo por su colección de arte y por haber sido residencia de los zares. Aquí te contamos una de las infinitas experiencias que puede vivirse al visitarlo online.
La experiencia de habitar un Museo es uno de los primeros recuerdos que tengo. Durante los años 90 cuando mi papá planeaba las salidas de los fines de semana muchas veces optaba por ir al Bellas Artes, donde nuestra actividad favorita era sentarnos frente al Retrato de una mujer joven, pintura de Rembrandt (y taller) y obsesionarnos con los detalles de su mirada, las perlas y el negro profundo del fondo. A partir de entonces cada etapa de mi vida está atravesada por la mágica sensación de re-encontrarme con las obras que tanto me gustan, recorrer los Museos en busca de nuevos rincones y el olor a libro que se mezcla con el de café y me invade al entrar.
Hoy los espacios culturales están cerrados. ¿Cómo se trasladan a nuestras casas? ¿Qué necesitamos como público para no perder el vínculo?. Desde las redes sociales la relación se mantiene fluida, donde nos invitan a participar de un sinfín de actividades, talleres, charlas o cursos gratuitos que si bien por momentos puede ser abrumador nos mantienen activos. Sin embargo debo confesar que extraño ese olor a Museo.
Hace algunos años varias instituciones alrededor del mundo decidieron derribar sus paredes físicas y hacer uso de herramientas tecnológicas para adentrarse en la aventura de la realidad virtual y las visitas online. Gracias a esto podemos conocer espacios, proyectos y colecciones asombrosas de manera gratuita e ilimitada. Con ganas de sumergirme en esta alternativa me encontré con el recorrido virtual que ofrece el Museo del Hermitage en San Petersburgo y así me trasladé al otro lado del mundo para descubrir un universo paradigmático, con el que muchas veces había fantaseado.
Internet y pantalla
Siempre y cuando tengan Internet y una pantalla, el proceso es más sencillo de lo que parece e incluso puede pensarse como una actividad no sólo para los que suelen visitar Museos sino para hacer con niños o personas que no tienen el hábito. Como primer paso pueden investigar las distintas secciones que la página ofrece (https://hermitagemuseum.org/) como WHATS ON / EXPOSICIONES Y EVENTOS que reúne las muestras que actualmente estarían abiertas o EXPLORE / COLECCIONES HISTORIA DE LA ERMITA para conocer la colección permanente, la historia del Museo y los distintos edificios entre otras cosas. Es importante aclarar que la página sólo cuenta con dos idioma, inglés y ruso, pero si seleccionan la segunda opción automáticamente el traductor de Google les ofrecerá español.
Ir a VISITA VIRTUAL en el menú es el próximo paso, donde todas las salas están disponibles para ser recorridas de manera 360º, con un total de 390 posibilidades sólo en el Complejo Principal, lo que puede ser agotador hasta para el más fanático. Cada edificios cuenta con un plano general y una lista de las salas numeradas. Para entrar solo tienen que hacer click sobre uno, después podrán moverse por los espacios con libertad. Además a partir de la cuarentena obligatoria establecida en todo el mundo instalaron tres cámaras abiertas al público para ver en tiempo real el exterior de algunos de sus edificios y patios, como el Palacio de invierno. Como bien explican: "las cámaras se han instalado para que cualquiera que esté en situación de auto-aislamiento pueda disfrutar de las vista de una de las ciudades más hermosas del mundo".
Con la firme decisión de no abrumarme, hice un repaso por alguna salas de las otras secciones, como por ejemplo el "Grand Courtyard", para conocer el estilo único del edificio o el "Winter Palace of Peter" con espacios más íntimos, pero por sobre todo me concentré en el Complejo Principal. Cada sala puede recorrerse en su totalidad, incluyendo piso y techo. De forma automática la pantalla se desplaza y si quieren detenerse sólo tienen que hacer click. En la parte inferior hay algunas herramientas para acercarse o alejarse de las obras y vitrinas y a pesar de que las posibilidades varían dependiendo de cada pieza, frente a todas podemos estar más cerca de lo que se podría en vivo. Hay una segunda herramienta -un pequeño círculo con un punto en el medio- que les permite moverse de un espacio a otro, aunque también pueden hacerlo desde el recuadro superior. La mayoría de los objetos tienen una opción i de información, que incluye imagen y datos generales e incluso en algunas salas los textos pueden leerse (en inglés o ruso) pero puede no resultar muy cómodo.
Flamencos y modernos
Las primeras obras que Catalina la Grande adquirió durante el siglo XVIII y que dieron inicio a lo que luego sería el Hermitage fueron pinturas flamencas, por lo que fui en busca de ellas.
Las salas 245, 246 y 247 que con sus estridentes paredes naranjas albergan una cantidad asombrosa de obras de los maestros holandeses, como por ejemplo Retrato de familia de Anton Van Dyck, un típico encargo que retrata a una joven familia y muestra la habilidad que tenían los artistas de esa región en su manejo de la luz y los colores. En sus primeras etapas de producción ya puede percibirse la necesidad de Van Dyck y otros de alejarse de representaciones ostentosas y modismos exagerados para poner en valor cuestiones cotidianas.
Las tres salas de Henri Matisse en la sección de arte moderno y vanguardias resguardan algunas de sus obras más importantes entre las que se encuentran Music y Dance, dos grandes telas de 1910 que esperaba ver con ansias. Habían sido un encargo del reconocido coleccionista y mecenas Sergei Shchukin y permanecieron en su casa hasta 1917. Las figuras simples, planos de color y poder de síntesis me cautivaron por un largo tiempo, además del detalle de que dado que Matisse no trabajó con bocetos previos pueden verse las alteraciones que hizo en la composición y esta era mi oportunidad para verlas de cerca.
Pensar en esto como una oportunidad para "salir de casa" y buscar alternativas más allá de lo que tenemos a mano para aprender y distraernos resultó ser un ejercicio feliz que me transportó a otro universo cuando mi propio espacio empezaba a agobiarme. Amplió mis horizontes y pude conocer un lugar único, entendiendo que es muy probable que por un largo tiempo no podamos viajar. Los nuevos formatos nos dan la libertad de planear una visita sin imposición de tiempo y disfrutar de la particularidad de un Museo vacío, sin turistas sacándose selfies ni gente amontonada. A través de estas plataformas abiertas las 24 horas del día, si bien no contamos con el factor "wow" que implica estar frente a una obra de arte, podemos vivir otro tipo de experiencia y comprender la necesidad de reinvención.