Star Wars: el ascenso de Skywalker se anuncia como la novena y última entrega de la saga, que ha conquistado a varias generaciones. En este artículo, nos servimos de cada letra de Star Wars para señalar los conceptos clave que marcan a todas las películas que la integran.
Lo que comenzó como una pequeña película de ciencia ficción se convirtió en un mundo prácticamente inagotable, al cual abordar desde múltiples puntos de vista, a favor o en contra. Star Wars es un mundo, una saga, una franquicia, una marca, incluso una filosofía y hasta un estilo de vida. Por eso, aprovechando el estreno de Star Wars: el ascenso de Skywalker, seleccionamos un conjunto de palabras/conceptos (cuyas respectivas iniciales forman el título de la saga) para seguir pensando ese cosmos artístico ubicado una galaxia muy, muy lejana…
Sables
Puede parecer una tontería, pero los sables láser que introdujo la saga traen muchísima historia a sus espaldas. Esas armas tan particulares que rozan lo inverosímil remiten a La fortaleza escondida (1958), de Akira Kurosawa, cuyo argumento sirvió en buena medida como modelo a seguir para el Episodio IV – Una nueva esperanza. Pero ese es apenas un punto de partida: detrás está toda la tradición de los samuráis, con toda su carga de honor, lealtad, disciplina y rituales identitarios. Pero también el recorrido legendario del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda, con sus códigos de fidelidad y su identidad donde se combinan lo individual con lo grupal. Y como elemento apenas subterráneo, lo espiritual y religioso, con esa mística que representa la Fuerza que es canalizada por lo sables.
Trilogías
En verdad, Star Wars (al menos su núcleo central y emblemático) se ha convertido en una trilogía de trilogías. Tres grandes historias con hilos conductores que las enlazan. Los Episodios I a III hacen foco principalmente en Anakin Skywalker, su surgimiento, ascenso y caída hasta convertirse en Darth Vader. Los Episodios IV a VI se centran en Luke Skywalker, el descubrimiento de sus poderes, sus lazos familiares con Leia y Vader, y eventualmente su capacidad para corregir el rumbo desviado de su padre. Los últimos tres Episodios (los primeros lanzados sin la supervisión de George Lucas) siguen a Rey, una joven sin apellido pero repleta de esa Fuerza interior, que ya viene recorriendo un camino de lucha constante entre la luz y la oscuridad, que terminará de resolverse en El ascenso de Skywalker. Aunque tienen tonalidades y estilos que los diferencian, hay personajes, conflictos, nombres y situaciones que convierten a las tres trilogías en una especie de gran relato enciclopédico.
Actores
No dejan de ser llamativas las fluctuaciones en el elenco que fue teniendo la saga. La primera trilogía en ser estrenada tenía como gran estrella a Alec Guiness (que igual no estaba en la cima de su popularidad y tenía un rol en buena medida de reparto), mientras que Mark Hamill, Harrison Ford y Carrie Fisher eran a lo sumo jóvenes promesas. De todos ellos, fue Ford el que consiguió posteriormente encarar una carrera mucho más abarcativa, aunque su presencia nunca dejó de estar asociada al personaje de Han Solo. La segunda trilogía en ser lanzada tenía unas cuantas estrellas bastante consolidadas, como Liam Neeson, Ewan McGregor y Natalie Portman, pero también a un desconocido como Hayden Christensen, que nunca superó del todo el repudio a su interpretación de Anakin Skywalker. Los últimos tres episodios han procurado combinar distintas vertientes: están los retornos de Fisher, Hamill y Ford, incorporaciones de actores con algo de recorrido (Oscar Isaac, John Boyega, Adam Driver) y hasta la presentación de una desconocida como Daisy Ridley. El caso de esta última es particular: el carisma exhibido en su papel como Rey la lanzó a la fama instantáneamente, pero ya está intentando superar el encasillamiento que sufrieron Fisher y Hamill, con roles en films como Asesinato en el Orient Express y Chaos walking.
Repeticiones
Si en distintas franquicias como Terminator, Indiana Jones o Rápidos y furiosos podemos ver instancias de repetición de conflictos, eventos y personajes, lo de Star Wars no se queda atrás. Es más, se podría decir que la repetición es constante, pero la alternancia de tramas y subtramas hace que todo sea más bien cíclico: aunque parezca que triunfan o son vencidos, los protagonistas y antagonistas están siempre acechados por nuevas luchas a futuro. La victoria y la derrota son apenas fases temporales, momentos específicos en una historia mayor y siempre cambiante. Desde esa perspectiva, Star Wars no deja de tener un componente político: es como una metáfora de la Historia real, con bandos en eterna disputa.
Western
A pesar de que la base narrativa y estética de Star Wars está indudablemente asociada con la ciencia ficción, hay todo un paisaje asociado al western. Ese panorama no solo se alimenta de los desiertos donde se desarrollan muchas secuencias de las películas, sino también de algunos personajes imprescindibles. El principal es Han Solo –todo un vaquero rebelde- pero también otros como Boba Fett (un pistolero y mercenario que trabaja para el mejor postor) o Lando Calrissian, un marginal con grandes ambivalencias de carácter. A la vez, tenemos ese choque de mundos y visiones que supo expresar el género, con su permanente contraposición entre civilización y barbarie, entre el progreso y las tradiciones, entre lugareños e invasores.
Aventura
Pero lo cierto es que el western puede ir asociado a la aventura pura y dura, a esa sumatoria de viajes, odiseas, hazañas y misiones cuasi imposibles. Por eso Han Solo es uno de los personajes más emblemáticos de la saga y favorito de muchos fanáticos, incluso por encima de Luke, Leia u Obi Wan Kenobi. Lo aventurero implica una libertad absoluta para encarar rumbos que a veces parecen contradictorios y a la vez fidelidad a los compañeros de viaje. El personaje interpretado por Harrison Ford encarna la iconografía de las películas del Lejano Oeste y el movimiento constante que es indispensable para las aventuras. Y es representativo de lo más atractivo de Star Wars, de sus elementos más potentes: lo simbólico e iconográfico que va de la mano de la acción.
Relaciones
A la vez, ningún personaje de Star Wars se sostiene totalmente por sí solo, siempre necesita de contactos y enlaces con otras figuras. Han Solo no sería lo que fue y es en soledad absoluta: debe tener a Chewbacca a su lado, con quien encuentra un complemento imprescindible. Luke tiene a sus maestros Obi Wan y Yoda, al padre roto que es Vader, a esa hermana (e interés amoroso temporario) que es Leia, al amigo que es Solo. Rey no sería la misma sin esos tutores que terminan siendo Leia y Luke, o sin el respaldo de Finn o Poe Dameron. Incluso se puede aplicar el mismo razonamiento para los villanos, que funcionan por díadas: Palpatine y Darth Maul; Palpatine y Vader; Kylo Ren y Snooke. La soledad en Star Wars es, en el fondo, imposible: todos, para accionar o avanzar, para el lado del Bien o del Mal, necesitan un compañero de andanzas.
Skywalker
Nos guste o no, los nueve episodios de la saga son, antes que nada, un drama familiar. Su base conflictiva está anclada en las altas y bajas de esa familia definitivamente disfuncional que son los Skywalker. Arranca con Anakin Skywalker, ese niño que debe dejar atrás a su madre muy temprano, que no puede lidiar con sus habilidades y termina cayendo al Lado Oscuro. Sigue con Luke y Leia, que deben recorrer un camino identitario y hacerse cargo de quiénes son, para así salvar a la Galaxia. Continúa con Ben Solo, quien se obsesiona con el potencial legado de su abuelo Vader y niega las enseñanzas de sus padres y su tío, colocándolos también a ellos frente a nuevos dilemas. Quizás culmine con Rey, si es que ella encuentra su lugar en ese complicado árbol genealógico, aunque es muy posible que su camino se aparte por completo. Será cuestión de verlo en Star Wars: el ascenso de Skywalker, que promete cerrar esa historia, aunque ya sabemos que, en el fondo, esos relatos nunca se cierran, porque atraviesan a múltiples generaciones.