A esta altura del partido es una obviedad afirmar que la producción televisiva es extremadamente abundante y variada, razón por la cual armar una lista de recomendaciones parece un desafío imposible, ya que no alcanzan las horas del día para ver todo lo que está a disposición. Sin embargo eso no nos va a detener y es por que desde ZIBILIA nos animamos a armar un potente listado con algunas de las producciones que marcaron el 2024 de menor a mayor. Fue una tarea difícil pero lo logramos. Con ustedes, las ocho mejores series del año.
El Oso – Temporada 3 (Disney+)
Las dos primeras temporadas habían sido magníficas, una revelación y un objeto difícil de encasillar, a tal punto que todavía es difícil catalogarla como drama o comedia, gracias a un estilo y atmósferas donde todo puede estallar para el lado de la risa o de los conflictos que rozan lo trágico. Si bien es cierto que la tercera entrega no está a la altura de sus predecesoras, en parte porque a la serie le costó encontrar un rumbo concreto, siendo más una transición hacia la cuarta temporada. Aún así, se las arregló para darnos algunos episodios extraordinarios, como Napkins, que es un gran retrato de lo que siente en ocasiones la clase trabajadora, o Ice Chips, que es un perfecto relato materno-filial. El oso, a pesar de sus desniveles, se mantiene como una de las series que define el presente.
Nadie quiere esto (Netflix)
Esta serie de comedia fue un éxito que muchos no veían venir, en particular a partir de su recuperación del género romántico que en las últimas décadas ha sido muy maltratado y marginado, tanto en el cine como en la televisión. A priori, su historia de un romance entre una atea y un rabino, con su esquema de polos opuestos, daba más para miniserie pero se las arregló para crear un mundo repleto de subtramas atractivas. Se podrá cuestionar que su relato está repleto de esquematismos y personajes estereotipados pero lo cierto es que consigue hacer de eso una virtud: los sujetos que vemos nos generan empatía sin dejar de ser ligeramente distintos. En el punto justo entre lo cercano y lo lejano es donde Nadie quiere esto crece, y mucho.
Tokyo Vice – Temporada 2 (Max)
En su segunda entrega, esta serie policial tuvo un gran logro, consistente en superar la tensión y la solidez de la primera temporada. El cruce entre el periodismo, las fuerzas del orden y el submundo mafioso en el Tokio de los noventa, adquirió mayor profundidad a partir de una paradoja: los conflictos previos se anularon y profundizaron, con una trama que a cada rato quemó los puentes. Eso dio lugar a otra paradoja: el cierre de esta temporada puede ser un final más que apropiado pero también un puntapié para otras exploraciones éticas, morales, legales, estéticas, narrativas. Quizás por eso la noticia de su cancelación no dolió tanto, aunque nos hubiera gustado que continuara y se vuelva necesario pedir una revisión.
Cobra Kai – Temporada 6 (Netflix)
Hay series que a medida que pasan los años se van achanchando y otras que escalan tanto que descarrilan. Después están las que suben la apuesta y mientras se mantienen en los carriles conocidos, lo que les permite no defraudar. Cobra Kai pertenece a la tercera vertiente y en su última temporada se las arregla para darle a su público lo que espera y a la vez sorprenderlo. Si bien los primeros cinco episodios fueron algo erráticos, supieron funcionar como una sólida introducción. La segunda tanda fue una zambullida decidida en la mixtura habitual entre lo telenovelesco y lo deportivo, con un nivel de vigor y dinamismo notables. Quedan cinco capítulos más a estrenarse en el 2025 y las expectativas son altísimas.
Punto de inflexión: la bomba y la Guerra Fría (Netflix)
Segunda entrega de esta serie de antología histórica que hace un trabajo narrativo monumental, abarcando prácticamente un siglo. La hipótesis de la cual parte es que el enfrentamiento de potencias entre Estados Unidos y la Unión Soviética no ha terminado, sino que mutó y para comprobarla hace un repaso por una multitud de acontecimientos. El despliegue de información y entrevistas es por momentos asombroso, pero más todavía es la fluidez con que lo hace, lo que le permite sacar conclusiones inquietantes y apasionantes.
Conspiraciones de EE.UU.: los asesinatos del Pulpo (Netflix)
Otra miniserie documental, pero que en ciertos aspectos es lo opuesto a la anterior. Es que lo que se presenta es pura especulación, a partir de un joven fotoperiodista que decide continuar el trabajo de un reportero que en los noventa murió misteriosamente mientras investigaba una conspiración política. En ese trabajo aparecen nombres rutilantes, además de referencias a eventos como el escándalo Irán-Contras y todo lo que se cuenta es muy perturbador. Pero el centro de la narración termina siendo no tanto las redes de poder subterráneas, sino las obsesiones y adicciones que se crean en determinados sujetos frente a misterios específicos.
Ripley (Netflix)
El cine nos había entregado dos muy buenas adaptaciones de El talentoso Sr. Ripley, la gran novela de Patricia Highsmith, pero faltaba esta miniserie, que es la adaptación definitiva. Steven Zaillian, guionista de La lista de Schindler y El irlandés, nos ofrece una nueva visión sobre el libro, el personaje, la literatura de Highsmith y el thriller como género. Lo logra mediante un seguimiento casi clínico de las acciones, indagando en las mentalidades de los sujetos, sus procedimientos y patrones conductuales, además del rol de los espacios y los objetos. Ver, por caso, el trabajo fino y consistente con las escaleras en cada tramo del relato. Una experiencia clásica y moderna a la vez.
Porno y helado – Temporada 2 (Prime Video)
Llegamos a la mejor serie del año y, por suerte, viene de la Argentina. Martín Piroyanski es un comediante nacional inigualable, alguien con un gran conocimiento del género, capaz de establecer conexiones con distintas tradiciones y a la vez construir algo propio. Si la primera temporada había tenido momentos notables, la segunda profundizó esa tendencia, con un nivel de delirio y vocación por el chiste muy difícil de igualar y replicar. En cada capítulo hay ideas visuales y narrativas enriquecedoras, creativas, políticamente incorrectas y divertidas. Seis capítulos de pura felicidad.