El líder de La Mississippi protagonizó un vivo de IG con Zibilia donde adelantó detalles del show que ofrecerán el 12 de marzo en Obras. Además, habló del presente, de la forma en que trabajan y recordó a Pappo en el aniversario de su muerte.

“Uno puede tocar muy bien, pero si no tiene un fundamento, esa música se va a escuchar vacía y carente de espíritu”, dice Ricardo Tapia, líder de La Mississippi, durante el vivo que realizó con Zibilia, en referencia al virtuosismo, característica que se suele poner por delante del espíritu a la hora de encarar un proyecto musical. “Hacer música no es solamente aprender a tocar a la perfección un instrumento, es elegir cómo hacerlo de acuerdo a ciertas circunstancias”, agrega el experimentado guitarrista y compositor, desde el perfil de Instagram de la cuenta de la banda fundada en Florencio Varela a comienzos de la década del noventa.

Tras el largo parate ocasionado por la pandemia, la legendaria banda de blues tocará el 12 de marzo en el Estadio Obras de la Ciudad de Buenos Aires. “Va estar muy bueno, tenemos muchas ganas de presentarnos ahí porque es un lugar icónico, lo conocemos bastante bien, ya hemos tocado aproximadamente 12 veces a lo largo de nuestra carrera”, reconoce Tapia, quien junto a su banda se presentó en el templo del rock porteño en show propios y acompañando a gigantes de la talla de B.B. King o Creedence Clearwater Revival.

¿Cómo preparan el show?

Lo estamos trabajando bastante. Nos van a ver 500 personas de forma presencial, con todos los protocolos que todos ya conocemos. Obras es un espacio inmenso, así que nos pareció ideal para esta ocasión. También lo vamos a transmitir por streaming, que es algo totalmente distinto a lo que puede ser un vivo desde un estudio. Vamos a tocar clásicos y también canciones de los últimos discos.

¿Estuvieron ensayando con la dinámica de siempre?

Antes nos veíamos más seguido, ahora menos, pero al vernos menos justamente le ponemos una energía más interesante a las reuniones. Nuestro ensayo siempre fue el vivo, antes de la pandemia estábamos todo el tiempo de gira.

En sus discos también se nota ese espíritu del vivo...

Claro, nosotros mayormente grabamos así. Al último disco, Criollo, lo grabamos todos juntos en el estudio, las voces son las mismas de la toma. De esa forma se logra un clima diferente.

Criollo tiene bastante paisaje, es un álbum rutero, ¿compusieron esas canciones en medio de las giras?

Sí. Nosotros, después de cada prueba de sonido, nos ponemos a zapar, de acuerdo al lugar en dónde estemos. Si estamos en Pehuajó, en un teatro de 1904, nos adaptamos al lugar y de ahí van saliendo los temas. Así fuimos armando varios de nuestros discos. Hoy en día no podría componer en la frialdad de una sala de ensayo, no me dice nada.

¿Cuál es el secreto para reinventarse disco a disco?

Es un trabajo bastante duro. Cuantos más discos tenés más difícil es volver a hacer otro, porque las canciones son grandes sinónimos de otras canciones. De mi parte, hasta que no me surge la necesidad de hacer una obra nueva, no la hago. Hay que dejar que la inspiración venga sola y no forzarla.

Te mudaste de Capital a una casa en las afueras de la ciudad bonaerense de Bragado, ¿este cambio de vida se va a reflejar en los próximos discos de La Mississippi?

Sí, el próximo va a ser electroacústico, con otros decibeles. Es un álbum que nosotros no tenemos. Hay muchas cosas que fueron compuestas desde otra visión más relajada, más tranquila, a mí me gusta mucho el material que va saliendo, es muy lindo para escuchar, muy radiable.

¿En qué otra cosa te cambió esta nueva forma de vida que acabas de elegir?

En muchos aspectos, me cambió la forma de comer, de dormir, me levanto con los pájaros y me sobra el tiempo. Cuando uno vive en la ciudad está siempre apremiado, perdés los intermedios, todo ese tiempo que está en el medio de una reunión a otra, por ejemplo, lo perdés. Acá en Bragado, un día dura un día.

Muchas veces dijiste que el humor era una pieza clave para sostener tantos años una banda. Como oyente, lo noto en canciones como “Mala Memoria”, “El detalle” o “Ahora vengo”. ¿Qué lugar ocupa el humor en la banda?

Nos manejamos mucho con el humor, nos hace bien porque nos mantiene en funcionamiento interno. Lo que tocamos lo tomamos en serio, pero nosotros no nos tomamos en serio. Es un secreto clave para mantenerse años y años tocando. Cuando se pierde el humor, no hay banda.

Hoy se cumplen 16 años de la muerte de Pappo, ¿qué representó para La Mississippi?

Pappo más allá de lo que fue como músico, representó a una unión. Él nos unía a todos. Era como una especie de sol que movía todo. El iba y hablaba con los organizadores de los festivales y decía “quiero que venga Memphis, La Mississippi” y armaba toda la movida. Era un tipo que auspiciaba mucho todo eso.

¿Recordás el día de su muerte?

Por supuesto. Cuando murió Norberto estábamos en la Fiesta de la Manzana. Nosotros estábamos tocando y después cerraba Divididos. Cuando terminamos me dijeron que se había muerto Pappo. Y justo vino Mollo, que estaba por entrar al escenario y me preguntó: “¿qué pasó’”, y yo no le dije nada. Fue shockeante. Dejó una cosa en el aire que nadie la esperaba, también la de Adrián Otero (Memphis) fue sorpresiva. Estas pérdidas fueron la ruptura de un movimiento que en su momento funcionaba solo.