"Diane Arbus pasó la vida -su breve vida- abriendo con ferocidad las puertas de la luz para saber qué había del otro lado, pero en su inmensa obra sólo hay reflejos de la oscuridad. Si las artes fueran equivalentes, Arbus sería el Franz Kafka de la fotografía, perdida en los mismos laberintos y asomada a iguales abismos", escribía en 2005, Tomás Eloy Martínez en el diario El País.
Nacida en 1923, como Diane Nemerov en el seno de una familia millonaria dedicada al negocio de la moda, ella y sus tres hermanos se criaron con institutrices y en colegios caros, sin el amor de sus padres. Según coinciden sus biógrafos, esto cimentó en ella una gran necesidad de afecto y un temor al rechazo.
A los 14 años conoció a Allan Arbus, un empleado de sus padres, se enamoró y esperó hasta la mayoría de edad para casarse con él y dejar de ser Nemerov. Allan le regaló su primera cámara. Juntos fundaron un estudio de fotos, primero se dedicaron a la moda, pero Diane pronto empezó a trabajar en sus proyectos personales.
A fines de los 50, los Arbus se separaron, ya que Allan se había enamorado de otra mujer y el trabajo de Diane floreció. Las influencias de su obra provinieron de diferentes artes, pero sobre todo de la fotografía. Entre ellos, Walker Evans, Robert Frank, August Sander y sobre todo, la vienesa Lisette Model, quien declaró que Diane había sido “la mejor estudiante" que había tenido.
Diane Arbus, quien recibió dos becas Guggenheim, fue señalada como la fotógrafa de los freaks, los anormales, los travestis, las transformistas, los niños y los marginales. Susan Sontag declaró que era cruel. “Cualquiera fotografiado por Arbus es monstruoso”, escribió.
A los 48 años, y cuando su carrera estaba en la cima del éxito, Diane Arbus tomó una sobredosis de barbitúricos y se cortó las venas. Aunque se ha señalado la depresión como constante en su vida, y una biografía reciente desliza la hipótesis del incesto con uno de sus hermanos, las circunstancias que la llevaron a tomar esa decisión no se conocen a ciencia cierta.
Diane Arbus es una de las mejores fotógrafas de la historia. La exposición En el principio, curada por Jeff Rosenheim de The Metropolitan Museum of Art Nueva York (The Met), llega esta semana al Malba. Poder ver su obra por primera en el país será, seguramente, uno de los acontecimientos artísticos del año.