Son muchas las personalidades de Hollywood que, a lo largo de los últimos años, se sumaron al mundo de las redes sociales. Sin embargo, a mediados de octubre, la directora de “Lost In Translation”, Sofia Coppola, decidió hacer su primera aparición en Instagram con una inesperada noticia…
“¡De vuelta al trabajo! Entusiasmada de contar la historia de Priscilla”, escribió la cineasta en una publicación donde se aprecia un guión con anotaciones junto al libro “Elvis and Me” escrito por Priscilla Presley, también conocida como la esposa del Rey del Rock. El rodaje comenzó hace apenas unas semanas en Toronto, Canadá y serán Cailee Spaeny y Jacob Elordi quienes le darán vida a una de las parejas más icónicas de la historia de Estados Unidos.
Emprender un proyecto con tales características supone un gran desafío para Coppola, sobre todo tras el éxito “Elvis” de Baz Luhrmann, película que construyó una narrativa en torno al cantante que deja casi de lado la figura de Priscilla. De esta manera, la directora de “The Virgin Suicides” se comprometió a hacer justicia y darle a Priscilla el verdadero protagonismo que se merece: “Será interesante tener dos interpretaciones completamente diferentes de los mismos eventos y período de tiempo”, expresó la cineasta.
Priscilla Presley, o mejor dicho, Priscilla Ann Beaulieu Wagner, es mucho más que haber sido la esposa de una de las leyendas indiscutidas de la música. Su vida siempre se vio opacada por un hombre que lo tenía todo: talento, fama y dinero. Sin embargo, lo que muchos no sabían es que, detrás de las cámaras y el glamour, se escondía una mujer fuerte e independiente que anhelaba conocer el mundo y dejar de vivir bajo la sombra su esposo.
Hija de James Wagner, un piloto de avión, y Anna Lillian Iversen, Priscilla nació el 24 de mayo de 1945 en Brooklyn, Nueva York. Su padre falleció en un accidente aéreo y, al poco tiempo, su madre se casó con Paul Beaulieu, oficial de la Fuerza Aérea, razón por la que Priscilla debió mudarse a Alemania. Tan sólo tres años después, en 1959, el destino decidió cruzarla con Elvis que, en aquel entonces, se encontraba haciendo el servicio militar.
Según recuerda Priscilla, fue Elvis quien dio el primer paso y ambos se enamoraron perdidamente. Si bien la diferencia de edad -ella tenía 14 años y él 24- despertó cierta preocupación en los padres de Priscilla, los enamorados hicieron oídos sordos al “qué dirán” y comenzaron su noviazgo. En un principio, todo parecía un romance de película. Sin embargo, con el tiempo la fama de la estrella de rock comenzó a impactar en la vida de la joven.
Elvis se había consagrado no sólo como un músico exitoso, sino también como un símbolo sexual del momento. Fue así cómo los rumores de posibles affaires con diferentes actrices de Hollywood, las noches de fiesta y el abuso de drogas deterioraron, poco a poco, su relación con Priscilla. Ante la presión mediática y las especulaciones de las fans, decidieron casarse en Las Vegas en 1967. “Me enseñó todo. Cómo vestir, cómo caminar, cómo maquillarme y peinarme, cómo comportarme. A lo largo de los años, se convirtió en mi padre, esposo y casi Dios”, contó Priscilla en Loose Women en 2016.
Exactamente un año después, nació su primera y única hija, Lisa Marie Presley. Ambos tenían la esperanza de que aquella niña fuera el motivo para volver a unirlos como pareja. Sin embargo, los problemas parecían no tener fin: “No podía domesticar a Elvis, y lo acepté”, reveló Priscilla a The Guardian. Tras 14 años de relación, se divorciaron en 1973.
Tal separación, de manera definitiva, fue un antes y un después en la vida de Priscilla Ann Beaulieu Wagner. Ya no tenía que cumplir con las expectativas de ningún hombre ni obedecer órdenes. Era una mujer nueva, libre e independiente y ello no sólo se hizo notar en su esencia como persona, sino también en su estilo: dejó atrás el típico peinado en forma de colmena que solía usar cuando salía con el Rey del Rock y comenzó a lucir su cabellera suelta. Además, incorporó los pantalones acampanados, los chalecos bordados y los vestidos vaporosos a lo Stevie Nicks, típicos de la década de los 70.
Al poco tiempo, Priscilla incursionó en una de sus grandes pasiones: la moda. Junto a su socia y estilista, Olivia Bis, decidieron abrir Bis&Beau, una boutique en Beverly Hills. Aquel negocio se convirtió en el favorito de diversas mujeres del mundo del espectáculo tales como Cher, Liza Minelli, Natalie Wood, Tina Turner y Barbra Streisand. Sin embargo, el proyecto llegó a su fin tres años después.
Más tarde, durante los años 80, inició su carrera como actriz. Participó en las series “Dallas” y “The Fall Guy”, así como también fue presentadora del programa de televisión “Those Amazing Animals”. Tanto el público como las grandes productoras quedaron fascinados con su talento, y fue así cómo logró hacer su primera aparición en el cine con la película “The Naked Gun: From the Files of Police Squad!”, donde interpretó a uno de sus personajes más importantes, Jane Spencer.
Además de contar con una faceta artística, Priscilla se convirtió en una auténtica empresaria. Cuando Elvis falleció en 1977, fue designada como sucesora de la fortuna del cantante. De esta manera, tomó la decisión de hacer Graceland, la lujosa propiedad de Presley ubicada en Memphis, Tennessee, un museo. Asimismo, pasó a ser la presidente de Elvis Presley Enterprise. Como si fuera poco, desde 2003 es embajadora de Dream Foundation y, hace apenas unos años, se comprometió a involucrarse en la lucha contra el maltrato animal.
Gracias a su talento y belleza tan particular, Priscilla Ann Beaulieu Wagner se coronó como un ícono de Hollywood y del glamour. De hecho, hasta el día de hoy, su estilo continúa inspirando a artistas como Lana Del Rey y Lily Collins. Sin embargo, Sofia Coppola vio en Priscilla algo mucho más fuerte: la conmovedora historia de una mujer que siempre quiso encontrar su lugar en un mundo gobernado por hombres.