Entrevistamos a la talentosa actriz que supo trascender estereotipos, personajes y medios. Del éxito televisivo Rebelde Way a trabajar en teatro con Javier Daulte, pasando por producir, guionar y editar #MirnaM para Instagram, un personaje de su invención que nació en Microteatro y se ha convertido en un suceso.
De Sol Rivarola a Julia. De una mala canchera de clase alta, a una mujer atravesada por la tragedia que se entrega al alcohol para olvidar su dolor. O, en resumidas cuentas, de la telenovela juvenil éxito Rebelde Way a Valeria Radioactiva, una obra de Javier Daulte aclamada por la crítica. Así, a través de una voraz elipsis, se puede ver el arco de la carrera de Inés Palombo; la artista que dio un paso más allá y hoy tiene su propia escuela de teatro, su personaje en Instagram, una obra en cartel y una película próxima a estrenarse.
“Andá preguntándome lo que quieras, porque después tengo un evento y recién estuve filmando a Mirna”, dice Inés mientras se maquilla frente a su espejo. En su departamento, el protagonista principal es un enorme telón verde chillón al que apuntan una lámpara y una cámara. Desde que empezó a dar rienda suelta a su nueva pasión, componer un personaje que la convoca en varias facetas artísticas, su vida (y casa) dio un vuelco de 180 grados. Ahora, #MirnaM se apoderó de una pared y sus ratos libres, que utiliza para guionar, producir, filmar y editar el producto que sus seguidores aclaman en las redes.
Como si fuera poco, encarna a Julia en Valeria radioactiva, una obra que conjuga dos ficciones en paralelo. Donde cada uno de los personajes se desdobla en actuaciones completamente diferentes, que mixturan el drama con la fantasía, y el culebrón con la comedia. ¿El plus? Sin fecha estimada, pero seguramente este año, estrenará una película junto a Nico Riera: Te pido un taxi.
De todo esto, y más, habló con Zibilia:
Hace algún tiempo estás interpretando a MirnaM en tu Instagram, ¿cómo surgió?
Chicos que hacían cosas con las redes me motivaron. En algún punto dije “¿por qué no?”. Mirna es muy importante porque es la primera vez en la vida que creo algo yo, siempre uno crea en base a algo que le dan. Ella es una inspiración de algo que hice en Microteatro y me llena un montón. Mi desafío fue hacer algo un poquito más artístico. Aprendí a hacer el croma, me puse una vestuarista, compré luces y aprendí a editar. Estoy orgullosa porque me gusta. Empezó en blanco y negro como algo así nomás y dije: “quiero marcar la diferencia”.
¿Cómo te convertiste en tu propia guionista?
Lo viví como ponerme a jugar y ese juego siguió en el tiempo. Después de un periodo de ausencia subí un posteo preguntando de qué querían que hablara. Pero va mucho desde mí y desde lo que escucho. Ahora Mirna tiene citas. Estuvo con Christian Sancho, Sebastián Presta y es ver cómo es en una salida. Mi propuesta es que los actores sean ellos mismos, porque ella ya es un montón. Me gusta el contraste entre una persona más normal y Mirna. Antes de que vengan, les pido que me cuenten una anécdota de una cita así me sirve y les suma a ellos.
Dijiste que no podrías elegir un género, pero elegiste la comedia para crear a Mirna…
Hay un prejuicio que consiste en que si contamos algo fuerte tiene que ser desde el drama. Yo puedo estar contando un dramón y que te genere risa y nudo en el estómago a la vez. A mí lo que más me llena es dejar un mensaje, algo que te sensibilice. Si no te deja nada, sea risa o no...Por ejemplo, ahora estoy en Valeria Radioactiva y es uno de los personajes más lindos que me ha tocado interpretar.
¿Cómo te encontraste con ese personaje?
Javier Daulte me dijo hace unos años: “Inés, tengo un personaje muy difícil para vos”. Siempre tengo esa anécdota, porque es uno de los mejores directores de la Argentina: “Sí, Javier ¿qué hacemos? ¿cuándo?”. Soy inmortal, alcohólica, drogadicta, depresiva y pienso que mi hijo se murió ¿qué más me puede pasar? Fue hermoso. Y lo que tiene esta obra es que a todos los intérpretes nos permite ir a dos lugares actorales diferentes, porque tiene ficción y naturalismo. Es un lugar actoral más expuesto y arriba, fue un regalo.
Había que jugar al culebrón y a la vida real…
Trabajamos hasta dónde el melodrama, para que tenga un contenido profundo. Y cada vez nos fuimos más y más, y es el día de hoy que Javier ve la obra y todavía me dice: “podes un poquito más”. Esto no tiene fin. Es el aquí y ahora del teatro con el público. Ni el personaje ni yo somos los mismos que hace un año.
Y, a diferencia de eso, también compusiste para Microteatro en 15 minutos.
Fue un mundo aparte. Eran personajes con mucha emocionalidad, el mío estaba sacado, de hecho de ahí salió Mirna. La actuación te agota, termina, tenés 15 minutos para armarte, y volver a salir. Te tiene que gustar mucho el personaje y con quién estás trabajando, porque es mucho tiempo conviviendo. Pero cada noche es una nueva oportunidad, una revancha.
En televisión también vas conociendo al personaje, ¿no?
Yo donde más disfruto la televisión es cuando tengo personajes más largos. En Media Falta, Maggi fue uno que más sacó mi dulzura. Todos los seres humanos tenemos colores, algunos más a flor de piel que otros, y me descubrí en un lugar muy amoroso. Me pasaba también con Jessi, de Golpe al Corazón, de sentir que ya está tan adentro el personaje que casi no tenés que actuar. Ya sabés cómo habla, cómo piensa y cómo va a reaccionar.
También me pasó estar en una tira y, de un día para el otro, volverme mala. Es estar abierto a que pase lo que el rating quiera que pase.
Igual, vos no ves mucha TV de aire.
No tengo cable directamente. Ahora me obligo y por instagram veo lo que está pasando.
Ahora hay mensajes más profundos que se están trabajando desde la TV y vos participas de muchas movidas sociales, ¿eso te convoca?
Como 100 días para enamorarse, sí. Poder estar en una novela que, además de entretener, deje un mensaje, me encantaría.
¿Sobre qué temática tenés algo para decir?
Lo que se me ocurre, que es el centro del coaching ontológico que yo hago, es la transformación personal. Uno dice “yo soy egoísta” y sí, yo estoy siendo egoísta, pero puedo ser de otra manera. No es que nacés de un modo y te vas a morir así. Es muy profundo, pero eso me gustaría.
¿Qué te llevó a ser coach?
Estaba viviendo en Rosario por una pareja, y fui a una charla de mi prima (que es coach), y me pareció muy interesante para mi persona, mi actriz y mi profesora de teatro. Hoy soy coach ontológico de Kamayka y doy charlas cortas, por ejemplo, ¿Tenés tres horas un día para hablar de amor propio?
¿Así surgió también la escuela de teatro, La Frontera?
La tenemos hace ocho años con Eliana González. Una le dijo a la otra, no sé quién fue, “a mí me gustaría dar clases”. Nos salió muy bien por suerte, y es un continuo desafío. Es todo el tiempo crear: crear ejercicios y una búsqueda profunda. Nos gusta decir que los alumnos no solo crecen actoralmente, sino que se aceptan desde otro lugar.
Y, cuando vos estudiabas, ¿tu búsqueda era llegar a trabajar con Cris Morena?
Empecé a los 18 con Cris, y desde los 12 hacía comedia musical y desde los 8, danza. A esa edad estar en Rebelde Way, era estar en lo que uno consumía. Fue una gran puerta. Yo soy de Rosario y eso me permitió estudiar y quedarme viviendo acá. Fuimos a Israel, estuve en el Gran Rex, etcétera.
Desde ahí ¿cómo fue bajar? Volver a buscar tu camino.
Me puse a estudiar, siempre tuve muy claro que había que estudiar para después elegir. Al toque llegó Media Falta y después hubo una tranquilidad, que veo ahora a la distancia, en la que hice más teatro independiente.
Fue tratar en terapia el “¿cómo es esto? Un día sos famoso, un día no. Un día tenés plata, otro no”, tenés que estar muy formado anímicamente y en todo sentido. La fluctuación hace que vayas a la verdulería y te digan: “no trabajas hace un montón” y, por ahí, tengo coaching, voy a estrenar una peli, estoy haciendo teatro y tengo mil cosas pero como no estoy en la novela ATAV no estoy trabajando. Uno no sabe cuántos clientes tiene un abogado...
Contanos de la película que se viene...
Te pido un taxi la protagonizamos con Nico Riera. Es una comedia romántica que empieza siendo muy machista y se da vuelta la tortilla. Me parece que es una visión interesante, estamos a la expectativa del estreno. Yo vengo haciendo cine, me fui a Chicago para protagonizar Cómo ganar enemigos que fue al Festival de Chicago y fue una experiencia muy grosa.
Hace algún tiempo dijiste que te costó conseguir algunos papeles por los estereotipos ¿cómo los derribaste?
Yo soy rubia, pero mañana puedo ser morocha aunque cueste imaginarlo. Fui rompiendo eso, ya hice buenas y malas. E hice a Jessi en Golpe al Corazón que hablaba mi rosarino y era muy humilde, tenía un nene chiquito y problemas con las drogas. Me llegaron las oportunidades de sacarme las ganas de ir a otros lugares. No me puedo quejar hice desde Chau Misterix de Mauricio Kartun hasta Tita, una vida de tango con Nacha Guevara. Es una suerte que, por año, pueda hacer las tres cosas.