Conocido por su labor periodística y como conductor, desde hace unos años Mario Massaccesi se convirtió en escritor, aunque la palabra le suene muy fuerte. “Me considero una persona que escribe más que un escritor”. Lleva publicados tres libros que surgen a partir de su trabajo y vocación como coach ontológico, pero también a partir de su dura experiencia de vida. El primero de sus libros, todos escritos junto a la psicóloga Patricia Daleiro, se editó en 2020. “Saltar para ser feliz” cursa su novena edición además de haberse convertido en longseller luego del éxito de ventas. Al año siguiente publicó, también por editorial El Ateneo, “Saltar al buen vivir” y el año pasado dieron un paso más y escribieron “Salir de los miedos”. Hablamos de eso y mucho más en nuestro último VIVO.
Alguna vez dijiste que siempre soñaste con trabajar en la televisión. ¿Cómo empieza ese deseo?
La profesión me abrazó a mí antes de que yo a ella. Cuando sabés lo que te gusta y te apasiona, es mucho más fácil el camino aunque mi vida haya sido muy difícil. La vocación es un llamado al cual uno no puede dejar de acudir. A mí me llegó cuando tenía 8 años; sabía que quería trabajar en Canal 13, conducir un noticiero, viajar mucho, trabajar con Mónica y César que en aquel momento eran estrellas y todo se dio. Pero los sueños no se cumplen sino que se trabajan. Gracias a ese camino que tomé también pude sobrevivir a un tiempo muy oscuro en el que la pasé muy mal, en el que me pasaron cosas que me marcaron para siempre. Le debo todo a esta vocación.
¿Cómo sentiste ese llamado siendo tan pequeño?
Mirando la tele. El 1 de julio de 1974 tenía 8 años y en casa no había tele así que tenía que mirarla en la casa de otros. Ese día fui a lo de unos vecinos y vi llorando frente a la tele a la mamá de mis amigos. Había muerto Perón y aunque no sabía que pasaba ni siquiera quién era Perón, pude dimensionar que en la tele no solo se reflejaban grandes acontecimientos sino que eso podía impactar en la gente. Yo le debo a esa señora aquel primer “guau”, y entender que entre lo que se ve en ese aparato y lo que nos pasa en la vida puede haber una conexión. En aquel momento pensé “estoy al lado de esta mujer pero qué lindo sería estar del otro lado, contándole lo que está pasando”. Ser el cronista del aroma, no la flor, nunca me interesó ser la flor. A mí me encanta contar historias.
Y luego llega a tú vida, en ese camino televisivo “Cuestión de peso”, no solo como conductor sino como coach ontológico. Parece que ahí se conjugan estas dos grandes vocaciones, ¿lo sentís así?
Sí, lo siento así. Cuestión de peso llega en el momento justo en el que no solo soy conocido porque llevo muchos años de laburo sino porque vengo de una experiencia de tres años de teatro que me permitió moverme de otra manera. Además llevo ocho años como coach que me permite mirar, preguntar e interpretar de otra manera. Llegó la propuesta cuando faltaba ponerle la cereza a este postre que soy en este momento de mi vida. Este momento, ese programa me permite mostrar que todos los ingredientes que tengo son los ingredientes justos para el programa.
Escribiste tres libros, con una novena edición en el primero, y sin embargo decís “soy gente que escribe libros y no escritor”. ¿Por qué decís eso?
Porque respeto mucho a los escritores y no me gusta ponerme un título que nadie me ha otorgado. Creo que soy alguien que comparte su experiencia, si después entro en el terreno de los escritores bienvenido sea pero siempre he sido muy cauto. Sí sé que las experiencias están dando resultados y que ponerles palabras a las experiencias requieren de un gran trabajo. Tampoco soy actor por salir a presentar el libro en el interior el país, amo los actores, solo soy alguien que está arriba del escenario contando historias.
Tenés tres libros escritos junto a la psicóloga Patricia Daleiro que además de escribir va a las presentaciones a lo largo y ancho de todo el país y con mucho amor se acercan a las personas federalmente. ¿De qué trata este último libro?
La idea es tenerle respeto al miedo y considerarlo como una opción en nuestra vida y no tenerle miedo al miedo que es lo que muchas veces nos pasa. Es un libro que nos permite salir de esa zona de desconocimiento que hay sobre el miedo de tal manera que nosotros podamos con él y no al revés. La idea es que sea fácil de leer, que sea didáctico y sobre todo que permitan una salida de esa zona incierta para poder tomar decisiones.
Se puede llegar a este tercer libro luego de haber atravesado los otros dos, “Soltar para ser feliz” en 2020 y “Saltar al buen vivir”, son como escalones…
El primer libro nació en la cárcel de los Hornos donde íbamos a dar charlas con las mujeres que están presas y una tarde salimos muy movilizados por todo lo que se vive adentro y nos dijimos con Patricia cuánta gente anda suelta creyendo que es libre y sin embargo está presa de mandatos, relaciones tóxicas, trabajos que no inspiran, vergüenza o presa de pasados. Nació en ese lugar donde no queremos estar y pensando en la peor cárcel que podemos tener es la que construimos sobre nosotros mismos.
¿Cómo llegás a esos talleres en la cárcel?
A mí siempre me ha gustado ir a los lugares donde todo es mucho más difícil porque tengo una vida difícil, entonces lidiar con la dificultad es un ejercicio no un problema. Cuando me certifiqué como coach en el año 2016 no sabía qué hacer con eso porque me estaba yendo muy bien como periodista. Justo me llamaron para ir a visitar una cárcel en San Martín, donde fui a dar una charla y luego hice lo mismo en Los Hornos, cerca de La Plata, donde una de las presas levanta la mano y me dice “todo divino, ¿cuándo volvés? Porque acá todos vienen, dicen lo que debería hacerse pero no le ponen el cuerpo”. Y pensé “tiene razón”. Entonces llamé a Patricia, se enganchó enseguida y surgieron los talleres en cautiverio. La mayoría de las presas que pasa por nuestros talleres y los programas, cuando recuperan su libertad, no reincidieron y ese es un gran logro que muchas veces no sale en los medios. Lo exhibo con muchísimo orgullo y como un logro colectivo de quienes vamos, en mi caso de vez en cuando, pero hay un trabajo constante desde hace varios años.
Y con esos libros van con Patricia a lo largo y ancho de todo el país a presentarlo teatralmente...
Como el primer libro fue tan bien, ahora es longseller porque sigue vendiendo pero fue bestseller durante varias semanas, apareció un productor, Pablo Pérez Iglesias, que nos propuso hacer presentaciones en teatros, ponerle el cuerpo a lo que habíamos escrito, una idea que nos gustó. Y nos pusimos a escribir un texto que luego se fue adaptando. Hemos intentado varias veces dejar la presentación pero el tema es que cada vez viene más gente, en todos los lugares a los que vamos agotamos las funciones. Entendemos que el público es el gran maestro que si nos reclama es porque está diciendo algo.
Hay que tener cuidado con los sueños porque después llegan…
Tengo una cartulina en casa, hecha en el año 98, donde puse figuras de todo lo que quería que me pasara en la vida y todo se cumplió. Puse desde lo más fuerte que quería que me pasara, puse la cara de Mónica y de César, el logo de Telenoche, de Canal 13, Telenoche Investiga, la foto de Santos Biasatti, que fue el primer periodista gigante con el que trabajé en radio. Lo dejé en un cajón pero es tan clara la intención que tenía y eso siempre da buenos resultados.
Dijiste alguna vez que nos hacemos grandes para cuidar al niño o niña que fuimos, ¿lo lograste?
Lo logré y hemos podido sanar. Siempre estamos a tiempo de una infancia feliz. Esta es una responsabilidad que tenemos cuando ya nos hacemos grande para no seguir cargando con quienes no pudieron hacerlo o nos hicieron daños. Tengo un niño muy feliz, ya no sufro por lo que pasó en la infancia, ahora puedo compartirlo sin exhibirlo. Nos divertimos mucho y lo escucho si me dice que estoy pasado, que estoy haciendo mucho. Es el niño interior que hay que escuchar. Yo ya sé lo que es una vida dramática así que no quiero volver a ese lugar. Para qué me voy a seguir generando problemas si ya los tuve… ahora disfruto.
Dijiste que estabas pensando en un próximo libro, ¿tenés pensado sobre por dónde iría?
Hay varios temas que me encantan: uno es que creo que los 50 es la edad ideal para de una vez por todas ser felices. Estoy leyendo muchos libros sobre la felicidad y cómo la gente cada vez es menos feliz y es necesario hacer algo con eso, incluso en los países en los que tienen las necesidades básicas resueltas. Me encanta el tema del tercer tiempo, me reuní con un gerontólogo y me hizo saber que en 2050 la población mundial va a estar formada más por adultos y viejos que por jóvenes y chicos. Está bueno generar cosas para ese tiempo que nos llega de regalo pero que no sabemos qué hacer con él, no se han creado condiciones suficientes.