Desde 2018 hasta su reciente llegada al Teatro Picadero, "La vida extraordinaria" realizó siete temporadas: se estrenó en el Cervantes (y luego se repuso), hizo varias en Timbre 4, y hasta fue vista por streaming alguna vez durante la pandemia. Tras casi cinco años desde el inicio de funciones, esta enérgica propuesta creada por la compañía Teatro Futuro con dramaturgia y dirección de Mariano Tenconi Blanco sigue llenando salas: ¿Cuáles podrían ser algunas de las claves de su vigencia y repercusión?
Interpretada virtuosamente por Valeria Lois y Lorena Vega, la obra cuenta la historia de dos amigas entrañables que se conocen desde pequeñas. Aurora es docente y Blanca, modista, y ambas escriben poesía. A través de juegos, charlas, lecturas de sus poemas y de las cartas que se envían luego de que una de ellas se muda de Ushuaia -donde viven- a Buenos Aires, los personajes comparten distintas etapas de sus vidas, acompañadas y narradas por Teo López Puccio y Elena Buchbinder, los dos músicos en escena. Creada originalmente por Ian Shifres (quien además la interpretaba en temporadas anteriores), la música sostiene el relato, interviniendo en él y en las actuaciones, casi como un personaje más.
“Sea lo que sea que haya iniciado la vida, es el hecho más extraordinario de la biología. Quizás el hecho más extraordinario que conocemos.” Así lo anuncia la inconfundible voz en off de Cecilia Roth en el comienzo de la obra. Este recurso se repetirá antes de algunas escenas, e influirá en la recepción de ellas, generando resonancias a lo largo de toda la pieza.
“Después de tantas funciones el desafío sigue siendo tocar la tecla justa en cada momento para pasar muy rápido de uno a otro, a través de tonos en el decir, de cómo cambia la música, y de distintos recursos que hacen que ocurran cosas muy profundas en muy poco tiempo”, señala Lorena Vega, acerca de la dificultad que supone entrar vertiginosamente “en las zonas expresivas y sobre todo emocionales que pide la obra”. Vega describe a "La vida extraordinaria" como un material “con mucha edición interna” que aborda “grandes temas de la humanidad a través de vidas simples y comunes”.
Recíprocamente, Blanca y Aurora, los personajes, se involucran en sus múltiples experiencias vitales: su despertar sexual, los chascos con los hombres, las aventuras amorosas, y las pérdidas qué cada una tuvo que sufrir, al punto de refugiarse en la otra para resurgir cuando se cree haber perdido “la misión en la vida”. En ese sentido, la celebración de la amistad podría bien ser uno de los puntos más altos de la obra, especialmente si reparamos en que hoy no está precisamente de moda demostrar interés, “ser intenso”, e incluso, estar para otrxs con el cuerpo presente comienza a resultar algo extraordinario.
Amigas que crecen juntas, que se sostienen y que coinciden en un enorme amor por la literatura: “Escribís, y queda escrito”, le explica Blanca, maravillada, a Aurora. La relación entre estas dos mujeres es constitutiva de la identidad de cada una, de la mirada que despliegan acerca de los acontecimientos y de sus recuerdos, presentados en la obra de modo fragmentario, pues: ¿no es así como suelen brotarnos los recuerdos? En la historia de Blanca Fierro y Aurora Cruz (apellidos en alusión inconfundible a la hermandad planteada por José Hernández entre Martín Fierro y Cruz en “El gaucho Martín Fierro”), escribir un diario íntimo y compartir la vida con otrx que nos recordará también es un intento de trascender. “La imaginación es autobiográfica”, afirma una vez más la voz en off de Roth.
Los personajes de la obra parecen tener claro que frente a la muerte aparece la ausencia de metáfora, y de cara a las preguntas sin respuesta irrumpen el arte -en este caso, puntualmente la literatura- y el humor como potentes salvavidas en esta perturbadora aventura en la que nos cruzamos todxs, de pasar por la tierra sabiendo que escapar a la finitud es inviable. Blanca dice que no entiende por qué la gente se tiene que morir, y una vez más, Tenconi nos conduce a la pregunta por el sentido. ¿Qué nos queda frente a la ausencia de metáfora con la que nos enfrenta nuestra finitud y la de quienes nos rodean?, En otros términos: ¿Qué nos inventamos, qué nos construimos ante el vacío?
Después de la muerte de su padre, Aurora observa una ballena muerta y percibe “tanta vida” dentro de ese enorme animal, aparentemente sin vida. Es también la que se entusiasma hablando acerca de una aventura sexual desenfrenada, siempre prolija y delicada, con su impecable atuendo atemporal de maestra. “Así crecen las cosas en la Patagonia: torcidas por el viento pero bien agarradas a la tierra”, dice Aurora en una referencia a sí misma ligada a su origen geográfico. Y esos son sólo algunos de los contrastes, de los elementos contrapuestos que conviven y delatan la complejidad de lo cotidiano en la puesta. La vida extraordinaria transcurre en una dialéctica de contrastes y en su posibilidad de integración.
“Todos los textos de la obra son muy esperados por mí a la hora de actuar”, señala Valeria Lois. “Últimamente disfruto mucho el del avión, cuando Aurora regresa con su hijo a Ushuaia, y hablando a través de un micrófono, hace una reflexión acerca de la muerte y la vida. Por los tiempos que han corrido de manera reciente, y también en mi vida personal, le doy especial valor a esa reflexión. Me importa ese texto y me conmueve decirlo”, confiesa.
“Narrar es transmitir una emoción”, precisa la voz en off. Pero claro: el público tiene que poder ver que aquello que se nombra está sucediendo. En ese sentido, el texto de "La vida extraordinaria" (ganador primer premio en el 18° Concurso Nacional de Obras de Teatro del Instituto Nacional del Teatro) emerge de la imaginación y de la acción de sus actrices.
Se trata de un material sumamente poético que potencia su hondura a partir del dispositivo montado por Teatro Futuro, la compañía integrada por el dramaturgo y director Tenconi Blanco, el músico y compositor Ian Shifres y la productora artística Carolina Castro. Con ya diez años de trabajo en su haber, sus propuestas siempre están centradas en la literatura, la música, y el trabajo sobre la actuación.
El dispositivo de "La vida extraordinaria" también incluye una pantalla frontal (ubicada detrás de las actrices) donde se proyectan bellísimas imágenes de paisajes, y de Blanca y Aurora o de Lorena y Valeria con los vestuarios de los personajes -siempre juntas- como habitando algún tipo de intersticio entre la obra y algo más del universo, de la existencia.
Por más que nos resulte bastante impresionante, nacer y morir son sucesos que podrían no resultar extraordinarios, dado que son usuales para todas las personas. Se trata de hechos que nos agrupan en un tipo de orden natural. Pero, ¿Qué es una biografía extraordinaria? O, en todo caso, ¿Quién tiene una vida extraordinaria? Siempre en referencia con lo que está fuera de él y lo que sale de lo común, pero también lo que es muy bueno, mejor o más grande que él, lo extraordinario supone inevitablemente la comparación con lo ordinario. Ahora: ¿Qué es lo extraordinario en nuestras vidas?
En un momento dado, y entre risas cómplices con el público, Blanca advierte la pretensión (en gran medida siempre fallida) que podemos tener de escapar a los lugares comunes, esa creencia de que se puede esquivar la frase hecha y ser extraordinario, cuando en general somos -incluidas nuestras singularidades- un ser humano más entre millones, constituido por textos que nos preceden, formas y palabras que nos legaron otros. Y ahí cabe mencionar otro de los mayores aciertos creativos de la obra: cómo la conciencia de asumir lo inevitable y percibirnos expandidos en cierta tensión entre la pavada y la trascendencia nos torna, fugazmente, hacia lo extraordinario.