La intérprete Inés Cuello está presentando “Mi ciudad y mi gente”, su último álbum en el cual, tal como indica su nombre, se da el gusto de homenajear a una de sus mayores influencias, la cantante y compositora Eladia Blázquez. “Abrió un camino fundamental en la búsqueda de igualar derechos y oportunidades, todo lo que hizo ella me sirvió para poner sobre la mesa cuestiones que me atraviesan y que son motivo de ebullición”, señala la cantante.
A “Mi ciudad y mi gente”, lanzado por el sello independiente Shagrada Medra, podemos dividirlo en cinco ejes temáticos: dos canciones de Blázquez, dos de María Elena Walsh, dos tangos clásicos y dos de compositores contemporáneos, y por último dos obras folklóricas. A lo largo de todo el álbum y en vivo, Inés está acompañada del pianista Pablo Fraguela. “Fue un disco que lo hicimos gracias a una campaña de financiamiento colectiva, con el apoyo de gran parte del público que nos sigue, es un trabajo honesto que habla de esta época”, reconoce Cuello, nacida en Carlos Tejedor y criada en Bragado.
Recién nombrabas a Blázquez, una de tus mayores influencias, pero también interpretas dos canciones de María Elena Walsh. ¿Qué representa ella para vos?
Fue una puerta de entrada a las canciones, a nivel de emociones y de mundos de fantasía. Es una artista que siempre sonó en mi casa y que me inspira día a día.
En el álbum contás con la presencia de Carlos “El Negro” Aguirre. ¿Cómo llegaste a él?
Al Negro lo escucho desde hace mucho tiempo, además sus canciones forman parte de nuestro show en vivo. Cuando ideamos el álbum habíamos elegido “Va siendo tiempo” y justo coincidió con que él nos invitó a formar parte de Shagrada Medra, así que aprovechamos para invitarlo al disco y por suerte se copó. Le puso su magia y fue muy hermoso.
Este proyecto suena bastante crudo, ¿fue adrede esa búsqueda?
Así es, conserva mucho la esencia del vivo, queríamos que fuera un reflejo de nuestros shows.
¿Cómo te llevás con las plataformas digitales? ¿El tango es amigo del algoritmo?
Hay cosas que están buenas y otras que no. Lo bueno es que democratizó un poco a la industria, hoy cualquier persona tiene la posibilidad de grabar y subir su música a las plataformas. No necesitas que venga una discográfica grande, que se rige por el mercado y te diga qué hacer. Antes, en el tango, si no venía una discográfica y te decía “te pago un disco” no podías producir. Hoy no pasa eso. Pero por otro lado, es una labor de hormiga, porque las plataformas digitales priorizan a otros géneros.
Gracias a la música pudiste conocer a públicos de distintos países. ¿Cómo es recibido el tango en otras partes del mundo?
Siempre es bien recibido. Es increíble lo que pasa con el tango en otros lugares, así entiendan o no lo que decimos, te llega. Creo que esto se debe a que la nostalgia y el desamor, son idiomas universales.
¿Hay alguna experiencia que quieras compartir de esos viajes?
En Japón tuve experiencias increíbles. El público se conmueve con el tango y no sólo con la música sino también con la danza, que creo es la puerta de entrada del tango en el mundo. Que dos personas que no se conocen comiencen a generar movimientos en conjunto, produce algo muy particular en el público. Otra cosa que me sorprendió fue que en China no solamente aplauden, sino que cuando algo les gusta mucho hacen una especie de zapateo que hace vibrar a toda la sala.
¿Cómo llegaste al tango?
En mí casa se escuchaba de todo menos tango. Mis viejos ponían discos de Pink Floyd, Silvio Rodríguez y Mercedes Sosa, entre tantos otros. Recuerdo que el primer acercamiento que tuve fue en la escuela primaria, en Carlos Tejedor. Luego en mí adolescencia en Bragado, empecé a conocerlo de forma profunda. Los Torneos Juveniles Bonaerenses fueron fundamentales para esto, ya que junto a una banda nos preparábamos todo el año para competir. Eso me hizo estudiar el género.
Viniste de Bragado a Buenos Aires a profundizar tú carrera. ¿Cómo fueron esos primeros años?
Fueron de mucho crecimiento. Me vine a vivir a los 17 años cuando terminé el secundario. Trabajaba en una casa de tango, apuntado a turismo extranjero. Eran espectáculos con show con el fin de capturar la atención de los turistas . Algo muy florido y armado, sobre todo en lo que era el rol de la cantante femenina como un estereotipo muy fuerte de vieja escuela.
¿Qué te inspira por fuera de la música?
Me inspiran mucho las imágenes y la danza. Me encanta ver a la gente expresarse con el cuerpo. También soy fotógrafa y disfruto de la técnica como forma de expresión, me inspira muchísimo. Y la pintura, por supuesto, sobre todo los impresionistas.