La primera novela de Copi, de 1972, fue dedicada al artista y escenógrafo Roberto Plate, quien hoy la lleva a escena para homenajear al gran escritor "argentino de París".
I. En los prolegómenos del 2001, leí “El uruguayo” de Copi en el libro Las viejas travestís y otras infamias, editado por Anagrama primero en 1978, luego en 1989. Era una de las cosas más locas y excitantes que había leído hasta ese momento. Copi comenzaba su petit roman con dos dedicatorias. La primera decía: “Al Uruguay, el país donde pasé los años capitales de mi vida, el humilde homenaje de este libro escrito en francés pero pensado en uruguayo”. La segunda estaba dirigida a Roberto Plate.
Había conocido a Copi gracias a unos cuentos publicados en papel de diario por Página 12, a finales de los 90. Enloquecí con "Las viejas travestís". Entonces, poco a poco, una vez que empecé a trabajar, fui completando una posible -para ese entonces- biblioteca de Copi, lo que a comienzos del nuevo milenio se traducía en los volúmenes de Las viejas travestís..., El baile de las locas, La Internacional Argentina, Virginia Woolf ataca de nuevo, la obra de teatro Eva Perón y la historieta Las viejas putas de 1977. También el libro de Aira sobre Copi.
Aunque a veces se viven excepcionales momentos donde Copi está más presente – por ejemplo, el año pasado con el estreno de Eva Perón y El homosexual... en el Teatro Nacional Cervantes - Copi es un talento marginal, desconocido o apenas conocido, hermético o incomprensible o inasible, conflictivo para los gustos del gran público; aunque sí ha logrado entrar un poco en la academia que se había resistido a su caso, sobre todo por la paradoja de que la mayoría de sus creaciones fueron escritas en francés. Incluso aún hoy, a 30 años de su muerte, y a casi 50 años de algunas de sus obras, Copi incomoda, molesta, revuelve, conmueve, confunde. Y eso muestra su enorme genio. Copi venía del futuro, un futuro que evidentemente todavía no podemos alcanzar.
II. ¿Quién es Copi?
Si pensamos en la construcción de los mitos, las leyendas y las grandes historias, Copi estaba destinado a ser Copi. Nieto de Natalio Botana, el propietario del diario Crítica, y de Salvadora Medina Onrubia, la escritora anarquista, nació el 22 de noviembre 1939 en Buenos Aires, y fue llamado legalmente Raúl Damonte. Su madre, Georgina Botana, le puso cariñosamente otro nombre, el que haría historia: ella le decía Copi, por el mechón de cabellos (“copito”) que tenía sobre la cabeza. Copi hizo su primer dibujo a los 18 meses, según su biografía en Un Libro Blanco.
Exiliado en París en dos periodos, primero durante el peronismo hasta 1955, donde aprendió el francés en la escuela, y luego, de manera definitiva a partir de 1962, se autodefinía como un “argentino de París”. En la capital francesa se hizo conocido por sus dibujos en medios como el Nouvel Observateur, Charlie Mensuel, Paris-Match y Charlie-Hebdo, entre otros. Desde 1966, sus obras de teatro fueron llevadas a escena por Jorge Lavelli y Alfredo Arias. Este último estrenó Eva Perón en 1970 y la escenografía estuvo a cargo de Roberto Plate, amigo de Copi, y a quien le dedicaría un par de años después su primera novela, El uruguayo.
A partir de 1976, Copi también actúa: fue Loretta Strong en Nueva York para el Bicentenario de la Independencia norteamericana (1976) e interpretó varios roles en Le Frigo (1981), en el Festival de Otoño en París. En 1987, enfermo de SIDA, escribe su última obra Una visita inoportuna y la novela La Internacional Argentina. El 11 de diciembre recibe el premio al Mejor Autor Dramático de París, ciudad en la que muere tres días después.
En su obra contundente, precisa, moderna, multifacética, Copi no solo relata mundos caóticos, intensos y maravillosos; además estimula a reflexionar, a partir de ellos, incluso en clave teórica, y sobre problemáticas como la construcción del sentido, la enunciación, el lenguaje, la problemática de la identidad o las identidades, la nacionalidad y la diversidad, por lo que no sería exagerado afirmar que Copi se encuentra entre los escritores más importantes y vanguardistas de la Argentina, y de Francia.
III. Como decía El uruguayo está dedicado a Roberto Plate. Pero cuando decido ver esta obra, un viernes a la noche en El excéntrico de la 18, porque es Copi, y El uruguayo, y el teatro del barrio, no lo tengo presente. Sí tengo imágenes muy fuertes que persisten a través de los años de esa novelita: la arena se come al mar en el recuerdo que conservo, la arena y un agujero enorme. También estoy segura de la existencia de un Papa argentino - lo que refuerza la idea de un Copi visionario en tiempos del Papa Francisco - perpetrando acciones innombrables.
Porque la obra sobre todo es un tratado sobre lo enunciable. El lenguaje construye y deconstruye constantemente una "realidad" en Montevideo, que solo existe en la enunciación: primero, en el texto original, en las cartas escritas por el aprendiz al maestro; ahora, en escena, dichas por una actriz que acompaña sus palabras con un andar-desandar alrededor de una escultura fálica (¿un Obelisco? ¿Un falo?, ¿Una escultura dorada?), sin rumbo, como Copi de blanco escribiendo cartas, en sus días de Apocalipsis uruguayo.
Sabía que las obras de Plate, que se proyectan y completan la escenografía de la obra, iban a estar expuestas en el ingreso del teatro. Así que al llegar, veo que hay algunas personas conversando y me pongo a mirar los óleos, que me refrescan la memoria: Montevideo, el mar, la arena, el Papa argentino que ahora tiene la cara de Bergoglio, y un presidente uruguayo, que no puede ser otro que José Mujica, confirman mis reminiscencias.
Luego, espero y escucho. Sin dudas desde que entré al teatro, el espectáculo ya ha comenzado. Resulta ser que Roberto Plate está ahí, con un grupo de amigos, y relata que Copi le dedicó El uruguayo. Es emocionante ver a Plate mismo contando no solo este origen fundacional, si no también insistiendo en el carácter visionario de Copi, con su personaje del Papa argentino. Me entero de que Plate, que vive aún en París, inauguró una exposición ( en Vermeer, Autoportrait). Y es imposible no entrar a la sala con más del 50 por ciento de las expectativas colmadas, sabiendo que la versión teatral de este texto complejo es de Plate, alguien con tanto talento y tan amigo de Copi.
Plate, pintor y escenógrafo, formó parte de la vanguardia artística argentina de los años 60. En 1968, su instalación “El baño” en el Instituto Di Tella fue censurada y clausurada por el gobierno de Onganía. Se trataba de un baño público simulado en el que los visitantes se sentían al resguardo de su intimidad como para producir “actos de descarga a nivel emocional”. Así, desde el primer día el baño se cubrió de graffitis de contenido sexual y político. La censura de la que fue objeto, llevó al artista exiliarse en París, donde trabajó con el grupo de teatro TSE, fundado por Alfredo Arias. El estreno de Eva Perón de Copi fue un escándalo, por la osadía de su estilo vanguardista, y un éxito. Los hizo reconocidos. Plate trabajó con Arias hasta finales de los 70, cuando se abrió a otros géneros teatrales.
Sobre la idea de llevar a escena El uruguayo ha explicado: "Copi me ha dedicado este texto magnífico... Yo mismo habiendo vivido el exilio de Argentina, habiendo trabajado entre París y en otras partes del mundo, siento una profunda necesidad de montar este texto hoy. Mi deseo es llevarlo al teatro porque es este lugar de pasaje donde el artista puede expresar más su diferencia, y compartirla con la comunidad humana. Llevarlo a la escena es poner un texto literario de pie en frente del público, es llevar una lengua escrita que no se prestaba para ello".
Así, como muchas piezas narrativas de Copi, El uruguayo no parecía ser fácil de llevar a escena. Sin embargo, el texto ya fragmentado en el original, se fragmenta aún más, en la voz de la actriz francesa Claire Ruppli, tremendamente parecida a Copi, y que por momentos tropieza con una dicción que le es ajena, lo que contribuye a reforzar o multiplicar las ideas que presenta la obra en relación al lenguaje.
"La idea de hacer llevar este texto por una mujer está en el corazón de la escritura de Copi, quien sin cesar se transforma" dijo Plate sobre la elección de la actriz. Por su parte, Claire Ruppli contó: "Aunque Copi es el que habla, un hombre, el deseo de dejarme llevar por este texto fue inmediato. Para mí la lengua de Copi, con su humor, desesperado también, me fue regalada como un cuento. Hablando de la escritura se fue haciendo presente este país que no conozco, al que dibujé como un país imaginario o imaginado".
IV. No voy a contar el "argumento" de El uruguayo, más que nada porque es no es una historia, quizás sí es la historia. Es una suma alocada de pequeñas escenas surrealistas: hay un perro Lambetta que cava un hoyo y desaparece, una señora negra que atiende un kiosco que luego de ser asesinada será la amante de Copi, un presidente uruguayo seducido por el Papa argentino que se lo lleva para prostituirlo en tierras argentinas, entre otras situaciones.
Lo que sí voy a relatar fue el final de ese espectáculo que había comenzado con los óleos y Roberto Plate mismo, y no terminaba con el saludo final. Ni siquiera con el pedido posterior de la actriz, quien se acercó a decirnos que si nos había gustado, la recomendáramos, y que si no, también habláramos de la obra. Me dio gracia. Pero minutos después comprendí lo acertado del consejo.
Una persona que yo creí del grupo "amigos de Plate", ya que había estado físicamente muy cerca de ellos, incluso participando de las charlas antes de entrar, finalmente estaba sola y abandonó la sala conmigo, con la cara desencajada. En los pasos que nos separaban de la puerta de calle, se presentó como profesional de los medios de comunicación, y como tal, debido a su responsabilidad pública, dijo que le iba a ser imposible recomendarla o hablar de ella a sus receptores.
"¿Qué podría decirles? Además, ese texto, ese texto no es de Copi. ¿Un Papa argentino? No me acuerdo haber leído nada de eso" me dijo. Yo que solo estaba segura de la arena y del Papa argentino, le contesté que no recordaba el texto con exactitud pero que había un Papa argentino. Esta persona me miró con desconfianza, no me creyó. "¿Si? Qué raro... " insistió. Por suerte, ya nos separábamos para siempre en la vereda cuando remató: "A mi no me gusta Copi".
Cuando llegué a casa busqué el libro Las viejas travestís, y lo abrí en El uruguayo para comprobar que había un Roberto Plate escrito, tal como había uno real, y que la versión que acabábamos de ver en escena, no solo seguía fielmente al texto original, si no que además era el producto de una serie de decisiones felices, que incluían a Plate haciendo de "Viejo Boludo", a una actriz francesa haciendo de Copi recargando de erres al español, y a una previa y una post muy teatrales, que reafirmaron la vitalidad del genio de Copi en uno de los acontecimientos culturales del año.