Entre la década del sesenta y la del sesenta, el cine y la literatura italiana hicieron sus aportes particulares al genero del suspenso, el terror y el erotismo, hasta crear un subgénero propio, donde la sangre era el factor dominante. Hablamos del "giallo", un término cuya traducción es "amarillo" y que se refería a una serie de novelas de misterio de bolsillo cuyas portadas eran amarillas y fueron muy populares en la Italia posfascista.
Pero lo cierto es que en los países de habla inglesa la palabra giallo se popularizó para referirse no tanto a las producciones literarias, sino a las cinematográficas producidas en Italia. Estas películas supieron mostrar rápidamente destacados trabajos estéticos y eventualmente ejercer poderosas influencias en cines de otras latitudes. Sus estructuras más habituales combinaban la ficción detectivesca con puntuales secuencias de horror donde la sangre pasaba a un primer plano gracias a elegantes movimientos de cámara, acompañadas por arreglos musicales capaces de sacudir a los espectadores.
La gran mayoría de las tramas involucraban a un misterioso asesino psicópata que acechaba y asesinaban hermosas mujeres, con el enigma alimentando el suspenso y hasta la angustia, no solo en los personajes sino también en el público.
¿Cuándo fue el nacimiento del giallo? Hay varios debates al respecto, pero podría considerarse a "La muchacha que sabía demasiado" (1963) de Mario Bava, como el primer exponente. Su título aludía a "El hombre que sabía demasiado", el clásico de Alfred Hitchcock que tuvo dos versiones, estrenadas en 1934 y 1956. Aunque filmada en blanco y negro y sin la violencia y sexualidad que luego caracterizarían al giallo, ya presentaba la estructura arquetípica. Allí, una joven estadounidense viaja como turista a Roma, donde presencia un homicidio y, frente al descreimiento de las autoridades, emprende su propia investigación para descubrir al asesino.
Luego de "La muchacha que sabía demasiado" Bava realizó al año siguiente "Seis mujeres para un asesino", un elegante e influyente film que desplegó varios elementos que se volvieron emblemáticos en este subgénero. Por un lado la figura del acosador enmascarado con una brillante arma en su mano enguantada de negro.
Por otro, una atmósfera mucho más sensual y provocativa, que iba de la mano con un uso del color sumamente arriesgado y expresivo. Aunque la película no fue un éxito, sirvió como puntapié para que en los años siguientes aparecieran otros cineastas con sus propios aportes, desde Antonio Margheriti ("Jóvenes malvados y salvajes", 1968) hasta Umberto Lenzi ("Orgasmo", de 1968, y "Tan dulce...tan perversa", de 1969).
Pero fue Dario Argento, con su ópera prima, "El pájaro de las plumas de cristal" (1970) quien llevó al giallo a niveles de excelencia y lo convirtió en un relevante fenómeno cultural y comercial. Su argumento no era demasiado original: otra vez, un estadounidense que viaja a Roma y presencia un intento de asesinato, para luego darse cuenta de que ese episodio está conectado a una serie de homicidios en la ciudad, por lo que decide iniciar su propia pesquisa, a pesar de saber que es blanco del asesino.
Pero Argento exprimió la premisa al máximo con una llamativa inventiva en especial a partir del uso de la cámara para reflejar el punto de vista de los personajes. A partir de esa película, el giallo entró en una era dorada, que se extendería durante buena parte de los setenta. En ese período se estrenaron producciones como "La tarántula del vientre negro" (Paolo Cavara, 1971), "La cola del escorpión" (Sergio Martino, 1971) o "La noche que Evelyn salió de la tumba" (Emilio Miraglia, 1971) entre otras. El giallo también se extendió a España, con películas como "Los ojos azules de la muñeca rota" (Carlos Aured, 1973) que poseía una estética asociada pero contaba con equipo y elenco español.
Fue también durante los setenta que Argento concentró su producción vinculada al giallo, que lo convirtió en el realizador más emblemático y relevante de esta corriente. "El gato de las nueve colas" y "Cuatro moscas de terciopelo gris", estrenadas en 1971, completaron junto a "El pájaro de las plumas de cristal" la que luego fue conocida como su “trilogía animal”.
Con "Rojo profundo" (1975) terminó por lograr el reconocimiento de la crítica en otros países europeos y en Estados Unidos. En esta última película, Argento introdujo elementos cuasi sobrenaturales: durante una conferencia sobre parapsicología, una vidente alemana advierte una presencia inquietante en la sala, que planea un sanguinario delito. Esa misma noche, ella es asesinada brutalmente y un joven pianista inglés presencia el evento, sin poder hacer nada para evitarlo o reconocer al criminal, por lo que decide empezar a investigar con la ayuda de una periodista.
Argento abrazaría ese aspecto sobrenatural en su filmografía posterior, casi siempre dedicada al género de terror, aunque ya no necesariamente dentro del giallo. Esta estuvo compuesta por hitos como "Suspiria" (1977), "Inferno" (1980) y "La madre de las lágrimas" (2007) que en conjunto formaron la "trilogía de las tres madres". En varias de ellas trabajó con su hija, la actriz y directora Asia Argento. Y a pesar de que su producción no ha tenido la misma acogida en las últimas décadas, se mantiene vigente como director, productor e incluso actor.
El imaginario estético y narrativo desplegado por el giallo tuvo una influencia considerable en otro subgénero del terror, el slasher, surgido entre finales de los setenta y principios de los ochenta en Estados Unidos. Clásicos como "Noche de brujas" (1978) y "Viernes 13" (1980) por citar apenas un par de ejemplos, establecieron diálogos productivos con sus predecesores italianos.
Y aunque el giallo perdió impacto a medida que se acercaba el final del siglo XX, sus atmósferas son a menudo actualizadas en películas contemporáneas, como "Abrakadabra" (Luciano y Nicolás Onetti, 2018) o "Al morir la matinée". Es decir, aunque no de manera sistemática, todavía está presente como guía ineludible para muchos cineastas enfocados en el género de terror.
Por todo lo anterior es que el reestreno en copias remasterizadas de "Rojo profundo" del jueves 16 están isponibles en nueve salas de Capital Federal, La Plata y Córdoba, es todo un acontecimiento. Es una gran oportunidad para revivir, en pantalla grande, la capacidad cautivante de uno de los mejores exponentes del giallo, gracias a una puesta en escena calculada al milímetro, donde cada espacio cobra capacidades expresivas inusitadas. Una película donde las miradas juegan roles primordiales y donde la tensión escala hasta límites agobiantes, hasta envolver por completo al espectador en la experiencia. Una experiencia, por cierto, donde la sangre es un personaje más, gracias a la cámara de Argento.