La artista Denise Groesman inaugura en el mes de noviembre una instalación de sitio específico realizada dentro del Ecoparque de la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de un sendero, de doble circulación y transitable por el público, que se extiende a lo largo de 80 metros, con cierta proximidad al sector de las jirafas, cercano al ingreso de Av. Libertador. La obra se titula “Senderus Memorius” y Denise trabaja materialmente en su creación desde hace 8 meses, junto con un grupo de artistas que la asisten en el proceso.
Este sendero-túnel tiene la intención de proteger a las jirafas que viven en el lugar del acoso humano y del estrés que les genera tener que estar expuestas permanentemente a la mirada del público. Al tener que atravesar este camino, el visitante no es visto por ellas, pero puede espiarlas a través de los agujeros y ventanas que tiene la obra, compuesta por infinidad de materiales orgánicos y no orgánicos, como sogas, azulejos, barro y hierro.
Coexisten tres instancias distintas de construcción ecológica: en el primer tramo predominan los tejidos, similares a los nidos de aves o de insectos; después llega una instancia de barro, una zona más húmeda y sombría, que desemboca en una arquitectura de ladrillos en ruina, propia de los seres humanos, para llegar a la jaula del centro, y espejarse luego hacia el otro lado. En medio del recorrido se ubican vitrinas con objetos recolectados, curiosidades del ex-zoológico y pinturas, como memorial de historias y leyendas. Una referencia para la artista fue la relación de los animales con sus nidos y pensar en cómo son esos cuerpos externos fabricados con los elementos del entorno.
Se trabajó con el material reciclado y recuperado de sectores del ex Zoo que se fueron desmantelando. De allí tomó alambrados, rejas originales de la antigua casa de los osos, o ladrillos para darles una nueva forma, haciendo un uso consciente de los recursos disponibles. Los componentes naturales para esta pieza provienen principalmente del paisaje ribereño del Delta, el mimbre, el junco, la caña, compuestos por fibras blandas que al secarse pierden el agua y se endurecen. Tienen la capacidad de dejarse tejer y luego adoptar la forma dada cuando se seca.
Materiales orgánicos y obras con vida propia
Una característica que define a las últimas producciones de Denise es que al trabajar con materialidades naturales, sus obras también se vuelven orgánicas, abandonando la perennidad de la pintura tradicional para transitar un tiempo de vida más efímero, como cualquier otro organismo de la naturaleza. Por sus particularidades físicas y su paleta de colores, la instalación se camufla un tanto en el paisaje circundante: “es casi como una infiltración, probablemente mucha gente la transite y nunca va a pensar que es una obra de arte, quizás piense que forma parte de la arquitectura del lugar”, dice la artista.
Un objetivo del proyecto fue buscar generar otro lenguaje dentro del campo de la bioconstrucción que no remitiera directamente a la utilización humana del barro para las arquitecturas, sino que refiriera más bien a las tipologías de nidos animales: “no quería traer elementos tan directos y que el sendero se pareciera a las construcciones humanas que se hacen con el barro, sino traer a la construcción del barro animal, como la que hacen los insectos, o el hornero, quizás el animal más famoso y representativo. Pero también están las termitas y las avispas”.
Sobre la aparición de cuestiones ecológicas y animales en su trayectoria, afirma: “Siempre me interesa algo de lo salvaje y de lo instintivo y la relación entre los animales y el cuerpo humano, cómo se da esa interacción con el mundo natural; correr el lado humano y dejar que gane terreno el lado animal”.
En relación a la duración de la pieza, el propósito es que se mantenga de forma permanente, “ahora la obra inicia su vida, no sabemos la vida que va a tener, ojalá que la cuiden y que pueda llegar a desplegarse porque tiene mucho potencial para alojar a las especies tanto animales como vegetales del parque, la idea es que sea una construcción que aumente la biodiversidad”. Es por eso que está poblada de huecos y recovecos que faciliten el anidaje de distintas especies.
La edificación de este inmenso sendero contó con la participación de artistas invitados como Felipe Álvarez Parisi, Kami Koni, Jair Jesús Toledo, Céfir Correa, Tekiana y Gal Köppel Vukusich, quienes no solo colaboraron en el montaje sino que dejaron pistas de su propio trabajo artístico a través de pequeñas piezas, como azulejos con escenas pintadas.
Cautivar (y capturar) al público
Denise también es actriz y su experiencia en las artes escénicas, donde el espectador debe brindar su tiempo y atención de una forma más explícita, la llevó a producir piezas donde se intenta una conexión más profunda y atenta del público. Apunta a generar una experiencia, teniendo al espectador cautivo y manipulando de alguna manera su tiempo. Este factor se vuelve evidente cuando sus recorridos invitan a una experiencia sensorial, convocando no solo a la vista sino también al tacto o el olfato. Se trata en general de obras sinestésicas que buscan afectar el cuerpo del visitante envolviéndolo. Nos cuenta: “Desde mi primera muestra en 2014 me interesa pensar cómo se relacionaba el cuerpo del visitante con las pinturas que exponía, cómo afectar al cuerpo del visitante para estar un poco atrapado, una invitación que después se fue volviendo cada vez más concreta a estar atrapado realmente dentro de la obra”.
Varias de sus instalaciones previas se proponen habitar el espacio público, al aire libre, sacando el arte de los lugares tradicionales donde la gente tiene que ir especialmente a verlo, diluirlo entre otros elementos más cotidianos, ya que este desafío resulta más enriquecedor para los artistas que decantar siempre en los espacios artísticos donde todo se vuelve endogámico y solemne.
Otras esculturas del Ecoparque
Desde que este predio abrió como zoológico en 1887, incluyó en sus caminos diversas esculturas de grandes artistas como Lola Mora, de la cual podemos ver “Eco”, una pieza en mármol ubicada cerca del acceso de Plaza Italia. Este patrimonio artístico se vio acrecentado en los últimos años, con obras como el senderus de Denise y la escultura “Hito de frontera”, de Carlos Huffman, un armadillo gigante color verde flúo sentado cómodamente sobre un auto destruido y dado vuelta.