En esta selección vas a encontrar: niñas engañadas con la existencia extraterrestre, un gemelo amnésico al que su hermano le inventa una vida, niños inmigrantes que se enferman en Suecia; un espión de hotel que resultó, además de voyeur, mentiroso, y un grupo de Facebook a la caza de un asesino de gatitos.
¿Cuál es el límite que separa la realidad de la ficción? Si es la veracidad de los hechos la razón por la que miramos documentales, ¿qué pasa cuando las historias reales son inverosímiles, absurdas, casi imposibles? Así como hay ficciones y personajes que parecen reales, hay realidades que parecen mentira. Acá te presentamos cinco documentales que podés mirar en Netflix y que te van a dejar con la boca abierta.
Tell me who I am (2019)
En 1982, un joven de 18 años sufre un accidente. Después de pasar 3 meses en coma, despierta con su memoria completamente borrada. Solo reconoce a su hermano gemelo, que se convertirá en su único lazo con el pasado. Como un niño, Alex Lewis deberá re-aprender el mundo: su hermano le explicará cómo se usan las cosas, la televisión le mostrará cómo debe ser una familia. A través de fotos, reconstruirá recuerdos, rellenando con su imaginación los espacios en blanco.
Pronto sabremos lo que a Alex le llevó 20 años descubrir: que la vida que su hermano construyó para él era falsa. Una mentira o, más bien, un deseo. En palabras de Marcus, un regalo.
¿Qué es la identidad? ¿Cómo se construye la memoria? ¿Cuál es el valor de la verdad? El documental plantea estas preguntas con sutileza, mientras devela lentamente el pasado de los hermanos y nos hace preguntarnos por el futuro de su relación. La conexión entre ellos atraviesa la pantalla y se logra un nivel de intimidad sorprendente.
Podría ser el pésimo guion de una telenovela trillada, pero Tell me who I am es un gran documental sobre la verdad y la memoria, sobre los secretos y el trauma. Y, fundamentalmente, sobre los vínculos, no solo por su rol en la construcción de nuestra identidad, sino también como refugio frente a los horrores del mundo.
Abducted in plain sight (2017)
En la foto hay un hombre y una niña, ella le rodea el cuello con los brazos. Podrían ser padre e hija. Pero la niña es Jan Broberg, la víctima de una historia increíble. El hombre, Robert “B” Berchtold, el estereotipo de un psicópata: un vecino amable, padre de cinco hijos, que se infiltrará en la familia de Jan hasta lograr secuestrarla dos veces. Sí, dos veces.
El documental es un desafío para el espectador por lo inverosímil, especialmente, del comportamiento de los padres de Jan. Uno intenta empatizar con ellos, pero resulta muy difícil. Todo es demasiado absurdo y queremos creer que, en su lugar, habríamos reaccionado antes. Tal vez cuando el vecino llama “dolly” (muñeca) a nuestra hija, cuando tiene un romance con la madre, cuando le pide un “alivio” sexual al padre o cuando asegura que “le recetaron” dormir con la niña para superar su propio abuso infantil, entre otros despropósitos.
Resulta aterrador cómo este hombre envuelve en su telaraña a una típica y simple familia de los años 70, quizá demasiado preocupada por las apariencias y el qué dirán, quizá sin el acceso al mundo que tenemos hoy en día.
La historia con la que Jan fue engañada (que incluye extraterrestres y una misión secreta) es igualmente increíble. Se sostiene en el imaginario social y cultural de la época, y gracias a la confianza e inocencia de Jan. También, tal vez, a la necesidad de otorgarle un sentido a una realidad inconcebible.
La vida me supera (2019)
El “síndrome de resignación” es una extraña condición que comenzó a aparecer, a fines de los 90, entre los hijos de los inmigrantes refugiados en Suecia. Los niños dejan de hablar y de comer, hasta que finalmente entran en un letargo similar al coma, en el que pueden permanecer semanas, meses o años. Aunque parezca increíble, suelen despertar cuando su familia obtiene el permiso de residencia, porque perciben la sensación de seguridad, esperanza y futuro.
Si bien hay casos documentados en otros lugares (por ejemplo, en Australia), es un síndrome mayormente localizado en Suecia, lo que plantea preguntas acerca de la influencia de cuestiones culturales en la enfermedad. Aunque algunos grupos ultraconservadores y anti inmigración aseguran que se trata de un engaño, la evidencia científica demuestra lo contrario. El estado de los niños es el resultado del trauma, generalmente doble: en sus países de origen y al enfrentarse al peligro de la deportación.
Este breve documental de 40 minutos acompaña a las familias en la difícil tarea de ocuparse de sus hijos en medio de la incertidumbre, mientras los cuerpos de los niños, dormidos y marcados por políticas que los ignoran, nos interpelan en silencio.
No te metas con los gatos (2019)
¿Qué harías si un día te apareciera en Youtube un video con un hombre torturando y matando a dos gatitos? Con un poco de tiempo libre, tal vez, lo mismo que los protagonistas de este documental: usar las redes sociales para intentar atraparlo.
Durante años, como detectives, los integrantes de un grupo de Facebook analizan cada detalle del video para descubrir en qué lugar del mundo se filmó y quién lo hizo. Lo observan cuadro por cuadro, visitan foros, ofrecen una recompensa. El joven sabe que está siendo buscado y se divierte jugando con el grupo, infiltrándose y subiendo más videos horribles, desafiándolos. Lo que nadie imagina es que están siendo testigos del nacimiento de “el descuartizador canadiense”. A partir del crimen atroz de un ciudadano chino, el documental nos cuenta la historia de Luka Magnotta, un hombre obsesionado por la fama, cuyo impresionante narcisismo quizás haya sido alimentado por quienes buscaban atraparlo.
Si bien el contenido de los videos es terrible, no hay imágenes demasiado explícitas en el documental. De todas formas, tal vez no sea apto para todos. Es una mirada interesante sobre la dinámica de las redes sociales y sobre cómo podemos estar creando, sin quererlo, monstruos.
Voyeur (2017)
En 2016, la revista New Yorker publicó un artículo del periodista Gay Talese, llamado “El motel del voyeur”. Allí se cuenta la historia de Gerald Foos, el dueño de un albergue en EEUU, que espiaba a sus huéspedes a través de pasadizos secretos y agujeros en los techos de las habitaciones, mientras su esposa le alcanzaba un sándwich cada noche. Foos asegura que registró en sus diarios lo que veía durante casi 30 años, incluyendo un supuesto crimen del que no hay evidencia.
El documental nos muestra el trabajo periodístico detrás de la nota/libro y también su lado oscuro: la complicidad del periodista (que aceptó mantener el secreto por años, y hasta espió a clientes junto a Foos) y, sobre todo, la lucha de egos entre dos hombres que aman tanto curiosear en las vidas ajenas como ser vistos y reconocidos.
Si todo esto parece ficción, es porque tal vez lo sea. La historia de desmoronó justo antes de que el periodista presentara su libro. Junto a Talese, descubrimos que Foos dio datos falsos o, por lo menos, inexactos. Los espectadores nos preguntamos cómo es posible que alguien de su trayectoria y experiencia haya caído en el engaño. Tal vez, porque el límite entre la realidad y la ficción se desdibuja cuando hay una dosis de confianza, ganas de creer y una historia bien narrada.