Un ciclo en el Cultural San Martín, exhibe algunas de las obras previas del director surcoreano que sorprendió al mundo al ser el primer director extranjero en llevarse un Oscar a Mejor película. En esta nota, te contamos cómo fue su camino, que terminó con el mejor final feliz posible para cualquier director de cine.

Contra la mayoría de los pronósticos, Parasite se consagró como la gran ganadora de los Oscar. En la ceremonia del domingo 9 de febrero se llevó los premios: mejor película extranjera, guión original, director y película. Al mismo tiempo, su realizador Bong Joon- Ho se transformó en el nombre de moda: los que ya conocen su cine, presumen de ello; los que no, quieren hacerlo. Aprovechando esta euforia por el cineasta coreano, el Cultural San Martín organiza una retrospectiva con cuatro de sus películas: Memories of murder (2003), The host (2006), Madre (2009) y Snowpiercer (2013).

El principio

Nacido en 1969 en Corea del Sur, el realizador ya insinuó desde sus comienzos los temas centrales –e interrelacionados- que lo obsesionan: las formas de la violencia y las divisiones de clase. Su ópera prima, Perro que ladra no muerde (2000), también ya mostraba su habilidad para abordar estos tópicos ciertamente complejos desde el humor.

Allí hay un joven aspirante a profesor que, cansado de soportar a un molesto perro que vive en el mismo edificio y que se la pasa ladrando, toma una drástica decisión. Pero claro, para cada acción, hay reacciones y consecuencias. Este film pequeño y conciso nos dice que nada es gratis, que la brutalidad a la larga pasa factura, aunque sea desde la consciencia y la culpa. De paso, brinda un vistazo a una sociedad coreana cada vez más occidentalizada y en plena crisis de identidad.

  • Memorias de un asesino
  • Perro que ladra no muerde

Su siguiente film, Memorias de un asesino (2003), vuelve a tener a su país como un telón de fondo decisivo, a partir de basarse en hechos reales. Este thriller, situado en 1986, sigue una serie de asesinatos y los intentos de un grupo de policías intentando atrapar al responsable. Bong Joon - Ho dialoga con el sub-género de asesinos seriales, al que da vuelta como una media. Si en películas como El silencio de los inocentes o Pecados capitales hay vueltas de tuerca contadas y puntuales, acá hay giros constantes, dinamitando puentes a cada rato. El resultado bordea lo inverosímil pero es también apasionante, en una narración que casi no da respiro.

Primer éxito a gran escala

Pero el primer gran triunfo a escala global de Bong Joon Ho- fue The host, que a simple vista parece ser una típica película de monstruos aterrando a los habitantes de una ciudad. De hecho, el relato hace foco en el dueño de un kiosco a las orillas del río Han, en Seúl, y sus intentos por rescatar a su hija, secuestrada por la criatura, con la ayuda del resto de la familia.

The Host

Pero desde ese punto de partida, la película trasciende su premisa: es un drama familiar desgarrador y, al mismo tiempo, una potente metáfora de las luchas de clases. El film combina todas esas capas hábilmente y hasta se permite momentos puntuales de un humor sumamente inteligente. En apenas dos horas, The host es horror, tragedia, suspenso, ciencia ficción y comedia, con personajes tan ordinarios como empáticos. ¿Qué más se le podía pedir a una película que en su momento fue la más exitosa de toda la historia en su país de origen?

Mirando hacia el Oscar

Después de ese film, se posicionó a una escala más pequeña, casi intimista con Madre. Allí tenemos a Hye-ia, una madre soltera con un hijo de 27 años ingenuo, dependiente e inmaduro, que es acusado de un crimen. Lo que sigue es una carrera desesperada contra el tiempo, donde los antagonistas son el verdadero asesino pero también un sistema que no hace nada para ayudar a la mujer. La película ratificó el prestigio del cineasta, a tal punto que fue seleccionada por Corea del Sur como candidata del país al Oscar 2010.

Madre

Entre los éxitos de público y crítica, era previsible que Bong Joon - Ho quedara bajo el radar de Hollywood. Pero el salto inicial no estuvo exento de obstáculos y no solo por el desafío que implicaba adaptar la novela gráfica Le Trasperceneige, de Jean-Marc Rochette y Jacques Loeb.

Snowpiercer tuvo un rodaje complejo, con frecuentes choques entre el realizador coreano y el productor Harvey Weinstein, quien interfirió constantemente. Pero el esfuerzo dio sus frutos: el film delineó un futuro distópico donde el calentamiento global arrasó con la Tierra y los únicos supervivientes recorren el mundo en un tren que nunca se detiene. En ese espacio limitado, casi claustrofóbico, siguen reproduciéndose las luchas de clases en un relato plagado de tensión. El cineasta trasladaba así sus obsesiones temáticas a otra cinematografía y releía un material ajeno en función de su propio punto de vista. A la vez, se daba el lujo de dirigir con autoridad un elenco de lujo, que incluía a Chris Evans, John Hurt, Jamie Bell, Octavia Spencer, Ed Harris y Tilda Swinton.

Netflix también

Precisamente con Swinton se reuniría en Okja, otro proyecto con tintes polémicos. El hecho de ser una producción original de Netflix generó ruido en el Festival de Cannes, donde fue silbada por el público, descontento con la presencia del servicio de streaming. Eso no impidió que se apreciara al film, centrado en la lucha de una niña contra una corporación que intenta secuestrar a su mejor amigo, un cerdo tan gigantesco como adorable. Nuevamente, los matices se combinaban: la alegoría anti-capitalista iba de la mano con un relato de aventuras y amistad de gran sensibilidad.

Y finalmente llegamos a Parasite, que constituye toda una paradoja: Bong Joon Ho se toma un respiro de Hollywood y vuelve a Corea para hacer una película que lo consagra de manera absoluta en Hollywood. Pero también en todo el mundo: el film se lleva la Palma de Oro en el Festival de Cannes, gana dos Premios BAFTA y es un éxito en numerosos territorios. ¿Es su mejor film? No necesariamente, pero sí el que demuestra mayor capacidad para interpelar públicos diversos. Quizás una clave pase por su habilidad para atravesar distintos géneros, tonalidades y temas.

Arranca como una comedia de mentiras y estafas, centrándose en una familia pobre que engaña a otra más rica, convirtiéndose en sus sirvientes a partir de una suma de engaños. Luego se transforma en un thriller con varias vueltas de tuerca que se acumulan. A la vez, abre paso a la lectura sociopolítica y el retrato de las diferencias de clase en un contexto atravesado por la desigualdad y los contrastes. Por último, ese paisaje se mancha con un torrente de sangre en un estallido de violencia que sacude al espectador. Si se tiene en cuenta esto, los Oscars para Parasite tiene un componente político irrefutable: pretenden ser un mensaje de inclusión y de crítica al sistema capitalista.

Parasite

¿Y después?

Después de quedarse con todos los laureles posibles, Bong Joon- Ho es el realizador de este presente global en constante agitación. ¿Lo será del futuro? Imposible saberlo, pero no se puede negar que su mirada artística toca fibras sensibles tanto en Oriente como Occidente. Su cine es universal y encuentra conexiones entre públicos aparentemente disímiles. Pocas filmografías pueden jactarse de tamaño logro y por eso vale la pena explorar y/o revisar la mayoría de su obra en la pantalla grande. De ahí que el ciclo que anunció el Cultural San Martín luzca como una oportunidad casi inmejorable.