Arrancó una nueva edición, uno de los festivales de cine más importantes, no solo de la Argentina, sino también del continente y el mundo. Desde hace muchos años, a pesar de los vaivenes políticos y culturales, tiene una identidad plenamente consolidada, lo que le ha permitido convertirse en una cita obligada dentro de la agenda porteña, además de la incorporación de funciones en la plataforma online "Vivamos Cultura" lo que le ha permitido romper con muchas barreras territoriales.
Para cualquier asistente al festival hay una pregunta obligada, estimulante y problemática a la vez: ¿qué ver? Aunque esa respuesta depende de los gustos, inquietudes y expectativas de cada espectador, hay recortes posibles que pueden servir como guía. En ZIBILIA elegimos quedarnos con lo latinoamericano, lo cual incluye también -valga la aclaración- lo argentino. A continuación, les recomendamos seis películas de nuestro continente, que van del documental a la ficción, del drama a la comedia, del realismo a la animación. ¡Apúrense, a reservar las entradas!
La migración, de Ezequiel Acuña
Esta co-producción argentino-peruana se centra en un músico argentino que viaja a Lima en busca de un amigo al que no ha visto en años, con apenas un CD y una postal como pistas. Allí termina conociendo a una adolescente de nombre Sofía, que lo ayudará en su búsqueda. Si el cine de Acuña siempre tenía a jóvenes como protagonistas, aquí hay un pequeño giro, ya que el film se centra en un adulto que entabla un vínculo intergeneracional. Sin embargo, el realizador mantiene la coherencia de su mirada, con personajes que exploran un espacio ajeno para tratar de hacerlo propio, en un recorrido de aprendizaje y descubrimiento. Allí es donde aparecerán referencias ineludibles, con autores como Federico Fellini y Francois Truffaut como puntas de lanza. Y claro, el viaje como experiencia indudablemente formativa, con todo lo positivo y negativo que eso conlleva.
Eami, de Paz Encima
La realizadora de Hamaca paraguaya –que fue toda una revelación y se llevó el premio Fipresci en el Festival de Cannes- regresa con esta co-producción entre varios países, que se llevó el premio principal del Festival de Rotterdam. El film sigue a una niña de una comunidad indígena que es invadida por unos colonos. A partir de ese evento, ella entrará en un trance y pasará a encarnar a Asojá, un pájaro-dios-mujer, emprendiendo un camino marcado por el dolor, la melancolía y la incertidumbre, pero también por la evocación al lugar de pertenencia. Con un estilo documental y la vez contemplativo, poético y onírico, la realizadora consigue retratar y adentrarse en el paisaje selvático de una forma completamente original y definitivamente cautivante. Una película donde los sonidos, silencios y tiempos muertos tienen un valor narrativo propio y configuran un idioma distintivo, que la convierten en una experiencia única.
El pa(de)ciente, de Constanza Fernández
Esta película chilena se enfoca en Sergio Graf, un médico y experto en ética que, cuando le diagnostican el síndrome Guillain- Barre emprende un camino plagado de dificultades. No solo por el deterioro físico que empieza a padecer, sino también por todos los obstáculos que le impone el sistema de salud de su país, que no parece tomar en cuenta la humanidad de las personas con las que debe tratar. Sorprendentemente, la realizadora elige encarar toda esta trama fuertemente dramática desde la comedia, y desde varias vertientes: no solo lo médico, sino también lo romántico y lo familiar. Los resultados son muy potentes y plantean nuevas posibilidades para abordar problemáticas sociales desde el cine.
Zurita y los asistentes, de Jael Valdivia
Otro film chileno, pero documental, que aborda la figura de Raúl Zurita, el poeta vivo más relevante de su país, que desea ser rockero, para así poder cumplir un sueño que arrastra de su juventud. La película registra ese proceso a lo largo de cinco años e indaga en la colaboración de Zurita con la banda Los Asistentes, por la cual los poemas del escritor cobran nuevo significado a través de la música. En esa apuesta narrativa, la película muestra la transformación de una personalidad y una reconfiguración creativa, de la mano de una atractiva confluencia de lenguajes artísticos.
Tarsilinha, de Celia Catunda y Kiko Mistrorigo.
Esta película animada brasileña utiliza la obra de la pintora Tarsila do Amaral para delinear la historia de una niña de ocho años que emprende un viaje para salvar la memoria de su madre. Para lograr su objetivo, deberá hallar sus recuerdos perdidos, que le fueron quitados por una oruga de un universo fantástico. La estética que presenta el film lo aleja de la enorme mayoría del cine latinoamericano, gracias a un anclaje pictórico pocas veces visto, que va de la mano de atmósferas vitales y plagadas de alegría. Para los más chicos, puede ser una experiencia tan excitante desde lo visual como enriquecedora desde lo narrativo y temático.
Villa Olímpica. Recuerdos de un mundo fuera de lugar, de Sebastián Kohan Esquenazi
Este documental toma como eje un hecho particular, como fue la llegada de una oleada de exiliados de Chile y Argentina a la Villa Olímpica de la Ciudad México durante los años setenta. Pero esta co-producción entre Argentina, México y Chile realiza una vuelta de tuerca interesante, ya que se focaliza en el drama de los niños que debieron atravesar ese proceso de exilio, que incluso implicó luego una vuelta al país de origen. Son los entrevistados los que narran ese recorrido, que tuvo mucho de traumático y doloroso, pero también de aprendizaje, descubrimiento y crecimiento. Kohan se aleja de todo paternalismo, revelando una cara poco conocida sobre el tema del exilio, sin subrayados y con la sensibilidad justa.