La savia es un fluido que se encuentra en ciertas plantas y que permite la nutrición de sus células. A pesar de que es excluyente para la vida, no existen certezas alrededor de su funcionamiento. Esta imagen nos pareció muy representativa para describir nuestro trabajo, donde decidimos habitar un misterio sin criterios claros aparentes y optamos por crear estéticamente. El germen de ese proceso misterioso, esa pulsión creativa de la que no tenemos mucha información de qué es y cómo funciona es la que nosotros llamamos: SAVIA.
"El arte es una forma de hacer y no una cosa que se hace" es una de las frases con la que más nos identificamos. De la misma manera que la savia habita de forma natural, también se puede pensar al arte como una sustancia viva que se manifiesta. Esta manifestación brilla por el hecho de ser manifestación, mas allá de las cosas que se hacen bajo el título de “arte”. El cómo sobre el qué. Las “cosas hechas” son estela del arte pero no el arte propiamente dicho. La obra en óleo no es arte sino el pintor pintando el cuadro. Entonces así pensamos que la calidad del arte no está definida por el "qué", o sea por las cosas hechas. La técnica en pos de “hacer cosas”, pero sin el proceso de la manifestación de la “savia” son simples objetos o eventos estériles. Por el contrario, la calidad de la cosa artística, tiene una íntima relación con la naturaleza del "cómo". La pregunta que nos hacemos es ¿qué es ese cómo? ¿Cómo se explora el cómo? ¿Cómo se desarrolla? ¿Cómo se estudia? ¿Cómo se observa?
De esta manera se comienza a esbozar una línea transversal que aparentemente toca a todo el campo artístico y hace base en el "cómo" o en esta "forma de hacer". ¿Qué tienen en común la música con la literatura y a su vez con la pintura? ¿La gastronomía con el teatro? ¿Cómo se manifiesta esta savia misteriosa que deja cosas y consecuencias? (¿El cómo del cómo?). Tenemos la seguridad de que esa línea transversal tiene una íntima relación con la conexión vincular con lo colectivo, lo individual y el entorno. Estas preguntas de las que, hasta el día de hoy, no se asoma un ápice de respuesta son las que nos permiten permanecer en una tierra fértil donde esa "savia" tiene terreno de acción.
Fuimos testigos de que el estado de interrogación permite desarticular circuitos cerrados de pensamientos e invita a la reflexión como modo de operar; que a su vez propicia una buena salud en su sentido más amplio. Acá es cuando creemos que no es posible separar al arte de la educación ni la educación del arte. Todo proceso artístico implica un cambio y todo proceso pedagógico necesita al cambio para ser exitoso. SAVIA es un espacio para la expresión de esos cambios continuos y vivos. Igual que la savia de árboles y plantas, SAVIA no pretende ser exacta y delimitada, sino vital y expansiva. Buscamos afectarnos mediante la experiencia para fomentar esta transformación tan necesaria.
Convocamos a todas aquellas disciplinas que son atravesadas por la necesidad de conexión honesta con lo individual y el entorno. Creemos que esa conexión es la que mejor nos representa como comunicadores y no la habilidad y talento de artistas “genios” o proyectos “inteligentes”. Así es que nos gusta pensar al trabajo y a este texto de la misma manera: una prueba.