Nuestra historia comenzó en la década de 1930. Por entonces, funcionaba en la esquina de Jorge Newbery y Rodney un almacén de ramos generales con despacho de bebidas –una típica "Pulpería"–, aunque los porteños de esa época eran renuentes a usar este mote por resultarle muy campero.
Dada la cercanía de galpones, fábricas y "La Quema" (inexistente en nuestra época) rápidamente se convirtió en punto de encuentro obligado de conocidos personajes de esos tiempos.
En 1956 sirvió de locación para una película con el gran Ángel Magaña y en 1974 para otra con "Palito" Ortega, mientras seguía funcionando el viejo almacén.
Ya en 1978, Ramón Quintana (dueño de la propiedad, aún hoy) decide transformarlo en Bar; eso sí, respetando su arquitectura original y dando comienzo al mito...
En 1991, La Portuaria lo inmortaliza con su canción "El Bar de la Calle Rodney" filmando su videoclip en un día cualquiera y con la gente habitué. Al final de esa década, el Rodney cierra sus puertas. Sin embargo, a principios de 2000, Pappo es quien insiste en reabrirlo y es así como un día después de su entierro, un amigo del "Carpo" se encarga de los trámites necesarios para que ese sueño se cumpla.
En 2005 empieza, sin dudas, la etapa más ligada al rock. Comienzan las ya célebres "Zapadas de los jueves" en las que participan: Charly García, Juanse, Gabriel Carámbula, Cristian "Pity" Álvarez, Zeta Bosio y otros populares artistas. Hasta los músicos de Rod Stewart, durante su estadía en Buenos Aires, no se privan de pasar un jueves a hacer lo que mejor saben: tocar Rock & Roll.
Se filma la película "Rodney", de Diego Rafecas, así como varios comerciales para televisión. David Byrne realiza junto a Diego Frenkel su video "Hoy no le temo a la muerte". Y el mismísimo Francis Ford Coppola, acompañado por Vincent Gallo, pasa por el Rodney para conocer el lado B porteño, probar su famoso tapeo y deleitarse con un buen tinto.
Luego de todo esto y tras dos años de ausencia, está de vuelta el mismo personal, al igual que el tapeo, los músicos y artistas, la buena música, la magia... Sólo faltás vos...
¡Bienvenido al “Rodney Bar”!