En la década de 1910 hubo dos personas, el industrial Luis Barolo y el arquitecto Mario Palanti, que soñaron con traer las cenizas del poeta Dante Alighieri a Buenos Aires y para eso construyeron un santuario en la Avenida de Mayo al 1300. El Palacio Barolo fue el edificio porteño más alto hasta la construcción del Kavanagh, en 1935.
Inspirado en la La Divina Comedia, la obra de Palanti representó un importante intento de conjugar distintas trazas de la tradición arquitectónica europea presentes en el neogótico y el neorromántico (porque ante una inminente segunda guerra mundial, Barolo quería preservar los estilos arquitectónicos europeos), con modernas técnicas constructivas a la manera estadounidense y rasgos de carácter rioplatense, a los que se sumaba una cúpula inspirada en el templo Rajarani Bhubaneshvar (India, siglo XII), para representar el amor tántrico entre Dante y Beatriche.
Para su construcción fue necesario pedir un permiso especial ya que sus 100 metros superaba...