Para entendidos, un cantante de jazz que no improvise es como un triángulo sin hipotenusa. A mí desde chica me gustó inventar melodías nuevas a partir de otras conocidas. Cuando, de chica oí por primera vez a Ella Fitgerald en un disco haciendo scat, me impactó muchísimo. Por eso traté de aprender ese arte y adoptarlo como un idioma propio. Aparte de haberme criado escuchando a grandes intérpretes, en mi adolescencia empecé a aprender canto. Después, armé un grupo de swing llamado Lullabop, con el que llegamos a grabar el primer CD. Este grupo duró 5 años y en él tocaron músicos muy conocidos como Paco Weht, Aníbal Barbieri y Oscar Giunta. Más adelante, con el cuarteto disuelto, tuve la idea de ir a la Meca del Jazz. Viví durante más de dos años en Nueva York. Aprendí con maestros del jazz vocal como Mark Murphy y Sheila Jordan. También tomé clases con instrumentistas como el pianista Barry Harris, que tocó con Charly Parker. Parte importante de mi formación fueron esos años de cantar en los movidos clubes de jazz de Manhattan, como el célebre St. Nick´s de Harlem. En esta movida nocturna del jazz neoyorquino tuve ocasión de cantar con músicos de la talla de Herbie Hancock, James Carter y Freddie Hubbard y John Benítez. Conocí a la legendaria pionera del jazz vocal argentino, Lois Blue, quien después de escucharme hacer scat en una jam session del East Village, me honró al designarme “su sucesora”. Lo que vi en Nueva York me confirmó lo que intuía a los 17 años, cuando inicié mi camino musical inspirada en grandes músicas y músicos : Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan, Dizzy Gillespie y Charlie Parker, que sonaban en el tocadiscos mientras crecía, junto a Jobim, el Duo Salteño y Aretha Franklin. Además del dominio técnico vi de primera mano que para ser una gran cantante de jazz había que lograr tener una relación muy natural con la música, saber interpretarla con las entrañas. Al volver de Nueva York realicé una serie de presentaciones junto al genial compositor, pianista y cantante argentino, Sergio Mihanovich. En 2009, después de dos grabaciones más experimentales (ver discografía) volví al jazz clásico. Junto a Sebastián Valsecchi en guitarra, Rodrigo Reparaz en batería, Ezequiel Dutil en contrabajo y Santiago de Francisco en saxo tenor, armé un quinteto, con temas de distintas épocas y estilo:Desde el blues hasta el hard bop, de músicos como Ellington, Strayhorn, Silver, Hubbard y de mi propia autoría. En 2011, presenté mi cuarto CD “Lady”, a presentaciones en vivo con el quinteto, cuyo el eje temático gira en torno a las historias de mujeres: cómo nos ven los hombres y nosotras mismas.En el 2012, tuve sin embargo, una producción mucho más importante: nació mi hija Simona. Desde octubre de ese año hasta hace poco estuve abocada a la crianza de esta pequeña prima donna.Desde el año pasado pude, junto a otra madre, guitarrista ella: Patricia Grinfeld, formar el dúo: Swing Mamas!, que admite invitados sin progenie alguna. Entre ellos, el contrabajista Gerardo de Mónaco, Manuel Ochoa, en piano y trompeta. El repertorio está centrado en temas propios y ajenos, composiciones que de alguna forma retratan un mundo ingenuo y de fantasía. Siempre en el lenguaje que mejor nos sale: el del jazz, claro.