Durante la gestión de Benito Carrasco, se construyó en 1914 dentro del Parque Lezama un gran “auditórium” para música sobre la calle Brasil, aprovechando el desnivel del terreno. En ese momento, catorce escalinatas distribuidas en toda la extensión del anfiteatro permitían el acceso al mismo. De esta manera, 6000 personas podían participar de los encuentros artísticos.