Estudió con Silvina Cardozo, Enrique Valderrey, Marcos Borio, Juan Campodonico y Ernesto Pesce.
Sus pinturas son encomiables por varias razones. La primera y la más decisiva es que rinde culto a la belleza. Su respeto al dibujo, que define la forma, a veces de modo contundente, en otras acompañando las tenues entonaciones de sus cielos en los que se recorta con nitidez un ave en pleno vuelo.