Valentina se despierta en otro lado, no en su casa, no en su espacio. Colgada. Recuerda, recuerda para evadirse, para decirse, para recordar.
Amalia es revolucionaria, tanto como se puede ser después de la revolución.
Liliana pregunta, se ríe, simpatiza y se horroriza.
Verónica desea un hijo y su obsesión es producto del horror de las transnacionales.
Laura también desea: a un hombre, un tipo que la mantiene despierta por las noches.
Y Rebeca baila, baila cumbia cumbianchera, trabaja de noche y se la banca.
Ellas no se conocen, son diferentes personas o la misma. Ellas son la variación de la otra, de esa otra realidad que las mujeres son y se construyen. Las une aquello “oculto” que nos determina a todos: el pasado, la vida... y una televisión reflejo de una sociedad viciada con el espectáculo.
De y con Amanda Polo.