De los mitos que nos legó la antigüedad grecoromana, el de Tiestes y Atreo es el que acumula todas las formas del horror: el sacrificio humano, el banquete caníbal, el incesto, la violación, la antropofagia. El mito fascinó al público antiguo durante seis siglos y, de los textos que lo abordan, el Tiestes de Séneca es el único que nos ha llegado completo. En su traducción escénica, la operación hacia el presente que trama Emilio García Wehbi respecto del material senecano subraya un tema que esta tragedia no llega a abordar: los padres se comen a los hijos. ¿Por qué las generaciones mayores, históricamente, devoran –de manera simbólica– a las nuevas generaciones? El hijo, que tiene la posibilidad de la diferencia, que puede discutir con las tradiciones y con la patria, es asesinado por el padre para cercenar esa discusión. En esta lucha filicida, la tragedia se cifra en la ley del padre. Otra tensión sobre el original: si en la tragedia de Séneca todos los personajes son hombres, aquí, Wehbi plantea un elenco enteramente femenino que asume los roles masculinos, para resaltar el carácter falocrático de la cultura y la tradición. Por último, la obra tercia en el combate entre Eros y Tánatos. Si la tragedia de Séneca pone en escena la muerte, la disolución de los cuerpos, en el teatro de Wehbi el cuerpo es la intensidad del sentido. Su pictografía escénica es siempre un activo de vida: cardíaca, contagiosa, erótica.
Actores: Maricel Alvarez, Florencia Bergallo, Analía Couceyro, Carla Crespo, Erica Dalessandro, Veronica Gerez, Cintia Hernandez, Mercedes Quejeiro, Jazmin Salazar, Mia Savignano, Lola Seglin, Lucía Tomas // Dirección: Emilio García Wehbi //