Una mirada atenta flota en el espacio y se pierde entre la luz que todo recubre. Un par de pies se escurren en el pasto y abren caminos entre el sonido crujiente de restos de hojas, florecillas y ramas. Dos manos imaginan incansablemente cómo rescatar algo nuevo de lo que está por perderse.
Lo más interesante de repetir sin cesar una acción es que, haciendo siempre lo mismo, pueden surgir siempre cosas nuevas. En este sentido, podría pensarse en la repetición como una forma de investigación en sí misma, por tratarse de la oportunidad de explorar todas las posibilidades con las que esa acción puede sorprendernos cada vez.
Teresa Magrane supo encontrar su propio método de trabajo artístico, que reproduce de forma sostenida en el tiempo y que, cada vez, le da un nuevo resultado. Su inagotable proceso se basa en un diálogo constante entre su manos, la materialidad, el entorno fuera y la máquina dentro del taller. Ella propone, y todo le responde.
Su hacer híbrido entre diferentes técnicas típicas de las artes gráficas muchas veces juega con ser una pintura, un dibujo, un grabado, o todos a la vez. Puede ser desorientador, al igual que las atmósferas que proponen sus imágenes. Bien podrían ser un recorte del suelo o un nuevo horizonte, según quien la mire. Porque los elementos fácilmente reconocibles, se vuelven desconocidos en el juego plástico que la artista dirige.
Ese verosímil que Teresa produce, entre hojarasca y florecillas; paletas de colores; luces y sombras; planos y escalas diversas, brotan en el espacio de la galería como distintos umbrales. Dispuestos allí, sutilmente, para merodear con la mirada estos nuevos espacios y perderse entre las ramas.
Artistas: Teresa Magrane //