Se ve el corazón pero nunca las caras es la obra sonora que presenta Nicolás Diab en Espacio Ecléctico y que está compuesta por tres instalaciones sonoras cada una de las cuales propone una experiencia distinta en el espectador.
En la primera, El elefante, es el espectador quien genera el material sonoro que compondrá la pieza, ingresando sonidos de su voz por una larga trompa, que luego el dispositivo convertirá en un gran collage sonoro.
La segunda, Se ve el corazón pero nunca las caras, invita a fisgonear diversas conversaciones y escenas de la vida cotidiana que se escuchan a través de doce mangueras plásticas, iluminadas en su interior.
La tercera, Agua al ras, es la obra más contemplativa y la que invita a recorrer el jardín y escuchar una serie de paisajes sonoros apócrifos.
El nivel de interactividad de las obras en general va bajando desde que el espectador ingresa a la primera sala, hasta que llega al jardín. El Elefante es una obra muy lúdica, Se ve el corazón… es una obra de escucha, pero una escucha activa; mientras que Agua al ras es para sentarse a tomar fresco y escuchar.