Martín Zícari presenta su primera nouvelle Scalabritney, editado por Editorial Entropía.
En la solapa de su primera nouvelle, Martín Zícari está leyendo un libro de Blatt & Ríos. Se acepta la declaración estética: Scalabritney no habría desentonado en el catálogo de esa editorial desenfadada e impredecible. Sin embargo, Entropía la publicó como segundo título de su nueva colección de relatos largos/novelas cortas a continuación, nada menos, de un experimento idiomático como La serenidad de Iosi Havilio.
A hombros de gigantes, entonces, llega este relato de iniciación cuyo primer rasgo es el registro poético. Zícari proviene de ese campo, con un par de plaquetas publicadas y su propio proyecto editorial de poesía, Hoja de trabajo. Desde ahí asistimos a la cotidianeidad de su protagonista (de una cercanía sospechosa al autor) en su devenir por la facultad de Puán, los trabajos no calificados, las fiestas y los viajes con amigos. El indie sale hasta por los poros: Toro y Moi, bicicletas de caños hermosos, casas en el Tigre, Cynar con pomelo.
Lo que diferencia a Scalabritney de tantas novelas tipo "un-día-en-la-vida-de-un-intelectual-aburrido
es que encuentra la trascendencia de esas vidas en su potencial poético. Además de construir un narrador cáustico y engreído hasta la ridiculez (yo he trabajado muchas veces en relación de dependencia, y la verdad que esto es inadmisible, realmente esto está abolido por ley desde el peronismo
), Zícari parece decirnos que el único sentido de esta vida cortoplacista llena de licencias es edificar un punto de vista hermoso y definitivo. Aunque dure hasta que venga el 141.