El Museo Nacional de Bellas Artes rinde homenaje al escultor francés a un siglo de su muerte con la exhibición de un conjunto de esculturas y dibujos de la colección del Museo. Dos obras clave, La Tierra y la Luna y El beso, trazan el punto de partida de un recorrido que no solo evidencia la revolución de las formas impulsada por Rodin, sino también la apuesta por una estética moderna de aquellos promotores culturales de la joven Argentina en que se fundó nuestro museo nacional.

En el corazón de toda actitud de ruptura, subyace una profunda comprensión del espíritu de cambio de una época. Sin lugar a duda, la figura de Auguste Rodin (1840-1917) condensa los universos estéticos y culturales que dieron forma al último tramo del siglo XIX. Bisagra en las redefiniciones artísticas de entonces, su trabajo desafió las normas de armonía y equilibrio que regían en el academicismo clásico imperante. Sus planteos disruptivos incluyeron nuevas soluciones para la escultura, como el uso de puntos de vista múltiples, el modelado de anatomías imposibles y la exaltación de la materia al dejar visibles distintas texturas que habilitan la sensación de inacabado.

En los primeros años del siglo XX, un grupo de noveles artistas locales se sintieron atraídos por las propuestas estéticas de Rodin, cuya producción conocieron en sus viajes de formación a Europa o cuando sus primeras piezas llegaron al país. En la sala 20 de esta planta, se presenta una selección de obras realizadas por escultores argentinos que dan cuenta del impacto que el maestro francés tuvo en América.

Con esta muestra, el Bellas Artes se suma a la red internacional de instituciones que llevan adelante un programa común de actividades para celebrar a un artista que transformó de manera radical el modo de entender la escultura.

Quiénes

Artistas: Auguste Rodin // Curador: Mariana Marchesi //

Última fecha

dom

25

febrero / 2018

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