Mis fotografías hablan de la mirada que tengo sobre la realidad que nos circunda y como ésta influye sobre nuestras emociones.
Cada persona expresa a su manera el impacto que recibe de esa realidad y del espacio en el que se mueve.
Fotografío en el retrato, antes que el rictus, aquello que lo dispara. Por eso cuando me encuentro frente a la naturaleza busco también un pulso, un latido en la inmensidad del paisaje, su raíz, la intimidad de sus rincones. Me seduce la gota suspendida, la pequeña libélula, el espejo de agua que guarda secretos que la lente descubre para mí.
La fotografía es entonces una prolongación de esa sensible e inevitable curiosidad.