Transcurre en los años cincuenta del pasado siglo, en los suburbios portuarios de Nueva York. En ese decorado, Arthur Miller aborda el drama de los inmigrantes ilegales, sobre cuya existencia precaria y clandestina se cierne la amenaza de los funcionarios de Inmigración y la posible expulsión del país.
Tal es el caso de Marco y Rodolfo, dos jóvenes hermanos sicilianos, huidos de la miseria de su tierra natal, que se refugian en la humilde casa del estibador Eddie Carbone. Éste, un ser impulsivo, de instintos tan bienintencionados como primarios, vive con su esposa Beatrice y una sobrina, Catherine, una muchacha a la que Eddie quiere proteger obsesivamente del hostil mundo exterior. Entre Catherine y Rodolfo no tarda en surgir una mutua atracción, pero los celos y las sospechas comienzan a atormentar a Eddie y lo impulsan a tomar un camino sin retorno.
Como si creara un mecanismo de precisión, Arthur Miller ensambla los elementos de esta tragedia en que se cruzan carácter y destino, traición y culpa, y que “enfrenta al espectador a un constante dilema; enjuiciar una conducta que sabe censurable, pero que difícilmente puede condenar sin reservas” (Eduardo Mendoza).