La instalación interactiva creada por Biopus y curada por Graciela Taquini pone de manifiesto el constante fluir de materia y energía entre los seres que conforman un ecosistema. Una escultura representa el cadáver de un ser gigantesco (una ballena quizás) y sirve de hábitat a criaturas virtuales, musicales. El público puede intervenir propiciando nuevas vinculaciones entre estos seres. Al hacer esto, los organismos unicelulares virtuales viajan de uno a otro poniendo en movimiento el ecosistema lo que genera a su vez un ambiente sonoro como respuesta a estos intercambios.