La obra transcurre en el salón de ballet, y andamios donde él trabaja de pintor. Ella y el son bailarines, son Neutrinos y sus conductas muy difíciles de atrapar. Están ensayando en las barras y alternando en alguna oportunidad en los andamios. Una dramaturgia asfixiante acompañada por la danza y el movimiento.
La presión, la competencia desleal, las mentiras, embustes y picardías que se vuelven conspiraciones en el ámbito del arte que llegan hasta a las violencias más terribles naturalizadas por la misma historia. Son el centro: la exigencia de la disciplina, los mandatos familiares y las necesidades están presentes en el texto de tal forma que los diálogos representan la inocencia y la ignorancia de otros mundos, como un sinfín de fantasmas que actúan en ellos como boicoteando sus verdaderos deseos.
La idea de la danza clásica como arte tan liberador, perfecto, bello y creativo como opresor en su ámbito, generará una eclosión comprimida donde ella logrará volar escapando de lo atroz, mientras que el decide permanecer en la oscuridad y la ignorancia por el deseo no ejercer ningún poder. La tesis de obra es la violencia y los abandonos en las infancias en todos los estratos sociales, como devenir en la violencia cotidiana, el individualismo, las guerras, el odio, lo caduco de toda institución actual están en esta obra.
La producción de bailarinas y bailarines como soldados para embellecer u olvidar, escapar, negar la reproducción de sociedades opresoras enfocadas en el consumo como único fin que devora sin degustar el arte, sin casi posibilidades de vida contemplativa, un ser espectador que consume arte.
Autor: Leonardo Cook // Actores: Tizziana, Matías Sulas // Dirección: Leonardo Cook // Escenografía: Matías Sulas // Vestuario: Margarita Valencia //