En esta versión de Carlos Rivas, la oscura pareja se constituye como un artefacto humano para conseguir el poder, como único fin. Obtenerlo todo sin reparar en medios, es su obsesión. Asesinando, traicionando e instalando la mentira como método, consiguen encaramarse al trono. Pero una vez logrado… ¿Podrán gozar de la impunidad del poder sin rendir cuentas de los métodos? ¿Lograrán no hundirse en un infierno personal de angustia, locura, enfermedad y muerte? Shakespeare nos dice que no se puede gobernar por medios ruines sin denigrar a la sociedad gobernada. Cuatrocientos cincuenta años después nos sigue alertando: la megalomanía de los deseos personales instalados en el poder es garantía de inevitable decadencia del propio rey, del estado y de los gobernados. El 26 de abril de 2014 se cumplen 450 años del nacimiento de William Shakespeare. A nuestro juicio, el más revulsivo de los autores teatrales de la historia del teatro. El más joven, el más divertido, el más descarado, el más odiado por los poderosos. El mejor amigo de los actores de todo el planeta y el más amado por el público a través de cuatro siglos y medio. Algo habrá hecho el maldito, para que lo queramos tanto.