Los colores de los días
toma como eje tres pinturas de Malévich: Círculo negro (1924), Cruz negra (1915) y Cuadrado negro (1915). Compuesta por una ronda de lectura, dibujos de diferentes tiempos de realización y correspondencia entre el artista y la curadora.
Los colores de los días alza en sus hombros una convicción cargada de dudas sobre lo que el arte es capaz de transformar en cada individuo y su aporte para una sociedad diferente. Aquí lo singular y lo plural se mezclan, se amasan, se distancian. Desde los aspectos más intangibles hasta los más materialmente visibles construimos esta muestra a partir de la creencia de que el ser es un movimiento constante de contagios y variaciones. En definitiva es un acto (Jean-Luc Nancy, 1996). En este proceso nuestras propias singularidades se anuncian confusas una a otra mientras circulan entre el espectro de referencias a las que fuimos arribando mientras nos escribíamos cartas. Acompañar a Lucas Di Pascuale en la construcción de este espacio para que sus trabajos se vean, se disfruten, se toquen, nos seduzcan, y para que sucedan muchas otras cosas como encontrarnos a charlar, dibujar o leer una carta en voz alta que nunca será entregada, propone una muestra que es un llamado al acto de participar, al acto de ser con y entre otres.
Comprometernos con la idea de que cada une de nosotres construye este espacio –y cualquier otro– en la medida en que nos animamos a ir un poco más allá: sacarnos los zapatos, entrar en una ronda de lectura que también es una pintura de Malévich–, acostarnos, hojear lo que Lucas dejó allí para nosotres, mirar hacia arriba, quedarnos en silencio, entrar al color. ¿Somos capaces de dejarnos comer por la fuerza gravitatoria de este agujero negro? ¿Estamos dispuestes a dejarnos atrapar por esta región finita del universo?
Una exhibición es ante todo una pronunciación política. No es una trama solitaria sino que es una serie de sucesos que salen de ese singular-plural hacia un encuentro con lo extraño. Un virus, nos dice Preciado tomando a Deleuze, es eso extraño, es en definitiva lo extranjero. En medio de una pandemia mundial que nos mantiene a todes aislades con terror a ese virus extranjero, nos convoca en esta exhibición a preguntarnos cómo hacer comunidad. ¿Por qué seguir insistiendo en ir al encuentro con lo extraño? Este virus –nos dice Preciado– no es más que la afirmación de las políticas de implementación de las fronteras sobre los territorios nacionales y sus límites. Es decir, un síntoma de nuestro propio miedo xenófobo a lo desconocido. Y nos propone que sanarnos a nosotres como sociedad no significaría la imposición de la separación, sino inventar una nueva comunidad más allá de las políticas de identidad y las fronteras con las que hasta ahora hemos sido producides.
Artistas: Lucas Di Pascuale // Curador: Eugenia González Mussano //